historias del diario

Ellas y el Diario

  • Desde las primeras colaboradoras, a las primeras periodistas, el rotativo veterano de la ciudad también escribe su historia con nombre de mujer

Cuando Ana María cruzó por primera vez aquellas puertas batientes de la redacción de la calle Ceballos - "como esas de los saloones del Oeste"- se hacía ya a la idea de que estaba entrando en un mundo de hombres. La impresión se confirmó en su primera semana, cuando Ana María dejó de ser Ana María. La llamaban La Niña y la nombraron encargada de la colecta para el coñac. En sus primeros días de trabajo, Carmen optaba por bajar la cabeza para ocultar su rostro, rojo amapola, cuando la sinfonía de silbidos marcaban el vaivén de sus pasos por el taller donde aún se trabajaba en plomo. Lalia se esforzó desde el principio porque no se notara la diferencia. Trabajo y trabajo. "Había que trabajar el doble que ellos para que luciera la mitad" en aquella redacción "pequeñita, de madera, el cajón de seis dedos". Allí ya estaba La Niña, que había recuperado su nombre y hacía más periodismo y menos colecta. Cuando otra Carmen llegó, con su moto grande y su extravagante forma de vestir, ya estaban soplando otros vientos en el país. Aún así, eran pocas las mujeres que entonces trabajaban en Diario de Cádiz. Ellas no fueron las primeras presencias femeninas en los 147 años de historia del rotativo. Antes que ellas, columnistas y colaboradoras dejaron sus firmas en estas páginas. Pero estas mujeres que llegaron al periódico entre los años 70 y 80 sí fueron las primeras habitantes fijas de la redacción, las que conquistaron, en cierta manera, el lugar que hoy ocupamos las mujeres que trabajamos en Diario de Cádiz. Ana María Rodríguez Tenorio, Lalia González-Santiago, Carmen Durán y Carmen Morillo nos ayudan a reconstruir la historia de Ellas y el Diario.

Si en las postrimerías del XIX y principios del siglo XX, Rosa Martínez de Lacosta, Krause, Patrocinio de Biedma, Emma Calderón, María del Mar Terrones y Carolina de Soto y Corro, entre otras, salpicaban las páginas de este periódico con piezas de opinión y, sobre todo, literarias; en los años 20, Marcela Blanco, Yosi Campos, una enigmática Susana, Concepción Pérez y Baturone y, con más frecuencia, Adela Medina y Cuesta, Gitanilla del Carmelo, asumieron el mismo papel de colaboradoras. Un rol que, con el paso del tiempo, se fue rompiendo y la mujer fue alcanzando mayor protagonismo. Costó, y aún más, tras una devastadora Guerra Civil y una dictadura que se avecinaba, implacable, para volver a encerrar a la mujer.

Aún así profesionales como la legendaria Josefina Carabias ejercían ya el periodismo de forma parecida a como lo entendemos hoy en día. Carabias, por ejemplo, fue la enviada especial de Diario de Cádiz a Atenas donde realizó la crónica de la boda de los príncipes Juan Carlos y Sofía en 1962. En esos tiempos, Diario de Cádiz también contaba con trabajadoras fuera de la redacción, sobre todo, en la administración donde aún se recuerda a Concepción Grela, Rosario Cáceres y, más tarde, a Loli Perea.

"Antes que yo... No sé creo que hubo alguien que me habló alguna vez de una Pilar, pero no sé quién era ni cuánto tiempo estuvo", explica Ana María que con 17 primaveras, un año antes de inaugurar la Facultad de Periodismo de Madrid, atravesó las puertas de madera y cristal de la redacción de la calle Ceballos para entrar en "un mundo de película", un mundo de horarios imposibles, donde se entraba a las seis de la tarde y se salía a las cuatro y cinco de la mañana.

"¿Lo primero que hice? Poner perchas, que no había y tenían todos los chaquetones tirados", ríe esta mujer pequeña de sonrisa grande que desarrolló toda su carrera periodística en Diario de Cádiz desde principios de los 70 hasta 2004, exceptuando unos siete años en los 80 en los que optó por volver a casa. La conciliación de vida profesional y familiar, el eterno caballo de batalla...

Ana hizo de todo. Corregir esquelas, anuncios, galeradas, estuvo en la sección de teletipos, ayudaba a los correctores... "Hasta que poco a poco me fueron encargando reportajes, de interés humano, se les llamaba (todas coinciden en que fue su primer cometido periodístico). Uno de los primeros, una entrevista a Gitanilla del Carmelo, ¡ya ves!". Ana dejaría la redacción como una de las más brillantes redactoras de Cultura de Diario deCádiz, una sección con otros dos pesos pesados del periodismo cultural en su jefatura, Lalia González-Santiago y Aída R. Agraso.

Jefatura. Otro techo de cristal que estas mujeres hábilmente destrozaron. No era fácil, ni es, que una mujer alcanzara un puesto de poder en una empresa. Lalia González-Santiago logró ser la pionera con mayúsculas. Fue la primera jefa de sección, la primera redactora jefa, la primera mujer de plantilla con columna propia de opinión y la primera subdirectora de Diario de Cádiz. Fue la encargada de montar la sección de Opinión y la artífice de lograr una sección independiente de Cultura. Lalia recuerda su etapa en el Diario (1975-2004) "como una de las más felices" de su vida, "rodeada de cariño por todas partes" aunque, al igual que Ana María, reconocen que, al principio, ser consideradas "igual" que sus compañeros fue "bastante duro". "No es que hubiera un rechazo personal, siempre nos sentimos aceptadas en la redacción, pero es cierto que tenías que demostrar más, no permitirte un día libre y ni hablemos del miedo, en esos tiempos, a quedarte embarazada...".

"Sí, sí, así es, yo llegué después pero aún éramos pocas mujeres en el Diario y ese miedo sí que lo teníamos en la cabeza", confirma Carmen Morillo. "Reivindicativa, muy moderna y muy atrevida", como se recuerda la actual consejera del Consejo Audiovisual de Andalucía, Carmen llegó al periódico junto a una "hornada de periodistas jóvenes que teníamos muchas ganas de hacer cosas". Morillo también llegó a ser jefa de sección, en Local, cargo con el que dejaría el periódico. Estuvo en esta casa desde el 83 hasta 1995 y fue también pionera, esta vez, en el Comité de Empresa.

"Lo primero que hice fue entrevistar a Rafael Alberti, un debut por todo lo alto", ríe esta periodista de raza, que "aún" sueña con que trabaja en un periódico y a la que siempre le gustó "estar en la calle, los temas sociales y laborales". Morillo hizo información política, sindical, laboral y dio voz a temas tabú como "la prostitución". Ella nos lleva a otra pionera, "Pepa Campillo", nombra, "que fue la primera que estuvo en la sección de Deportes, una auténtica revolución que abrió un debate en el periódico porque solían hacer las entrevistas a los jugadores en los vestuarios".

Carmen Durán, la teclista que bajaba en la cabeza ruborizada por los silbidos de los chicos del taller en el 74, lleva muchos años ya integrada en la redacción. Ha sido testigo de la desaparición de las linotipias, de la llegada del off set, de las mesas de luz donde se montaban las piezas, y de los primeros ordenadores. Carmen es una de las personas más veteranas de la empresa y sigue al pie del cañón en la sección de Cierre, el cordón umbilical entre redacción e imprenta.

Gabriela Cañas, Aída R. Agraso, Montse Barreiro, Inma Macías, Itxaso Ciarreta, Rosa Romero, Fina Gimeno, Cari Bonet, Noelia Senabre, Taite Cortés, Ángeles Peiteado, Raquel Boy, Sole García, Kitty Pastor, Tere Geneiro, Anabel Mijares, Pilar Maura...Tantas... Mujeres que han engrandecido a Diario de Cádiz, en la redacción y fuera de ella, con su enfoques, ideas y destreza. Con su tiempo y su talento. Abriendo caminos y mentalidades.

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