Cádiz

"Decía que él tenía que hacer cada semana un número de detenciones"

  • El denunciante relata varias operaciones antidroga en las que asegura que actuó como gancho en connivencia con un acusado, entonces jefe de un gupo de la Udyco

TP1, el confidente que ha llevado al banquillo a dos inspectores de policía, relató ayer en la Audiencia varias operaciones antidroga en las que aseguró que hizo de gancho para poder detener a algunas personas. Por ejemplo, cuando le vendió en su casa un kilo de hachís a un vecino de Cádiz que fue arrestado en cuanto pisó la calle con la droga. O cuando colocó un trozo de hachís en el aseo de un bar e inmediatamente fue registrado el establecimiento. O cuando le vendió unos 50 gramos de hachís a una vecina de Cádiz y ella fue detenida al poco. Él colaboraba con el entonces jefe del grupo II de la Udyco, el procesado V., quien, según contó, le decía que "él tenía que cumplir con su trabajo y hacer cada semana un número determinado de detenciones".

"Pero yo me ofrecí voluntario para sacar cosas de mayor anclaje", explicó TP1, "no para tonterías. Pero era otra cosa lo que V. quería que yo hiciese. Cuando le decía que yo no quería hacerlo así, él me respondía que podía detenerme, que sabía que yo vendía. También me decía que si contaba algo, cómo me iban a creer a mí y no a él. A ver ahora a quién le van a hacer caso, me dije. Y entonces empecé a grabar".

TP1 grabó conversaciones con V. que son la principal prueba de cargo contra los dos procesados, para quienes el fiscal solicita cuatro años y medio de prisión por falsedad en documento público: por alterar los hechos en el atestado de una de las operaciones policiales en las que participó TP1. A V. también lo acusa el fiscal de oros delitos, todos relacionados con las detenciones denunciadas como amañadas por el confidente en 2008.

El juicio a los dos inspectores comenzó anteayer con la declaración de los acusados. V. negó la versión de su exconfidente o excolaborador TP1 sobre cómo preparaban las detenciones y dijo que, por ejemplo, el asunto del kilo de hachís era al revés: que B. fue a venderle a TP1 la droga a su casa, que TP1 le dijo que no la quería y que al poco detuvieron a B. con la droga en la calle. En el atestado de esa actuación, que dio lugar a un juicio y a una condena a B., no aparece ni rastro de TP1. Tampoco en el asunto de C., la mujer a la que le vendió TP1 unos 50 gramos de hachís: la versión oficial fue que la detuvieron durante una vigilancia.

Ayer fue el turno de TP1. Declaró durante unas cuatro horas y respondió a preguntas del fiscal, del abogado de la acusación popular (ejercida por el sindicato SUP), de su abogada (ejerce la acusación particular), de los abogados defensores de los procesados y del presidente del tribunal, que reclamó precisiones y aclaraciones cuando el testimonio se enredaba un tanto.

TP1 es toxicómano. Contó que en agosto de 2007, tras un tiempo trabajando con V. ("quería carne fresca, decía él"), fue detenido, no antes. Que hasta entonces, V. le permitía trapichear a cambio de su participación en las "trampas". Pero que cuando corrió el rumor de que él iba a denunciar lo que estaba pasando, unos tipos encapuchados le dieron una gran paliza y después fue detenido en un asunto de hachís: que esa vez fue él víctima de una trampa como las que ayudaba él a tender. "Me han hecho muchas caricias. Pero bueno, estoy aquí".

Para presentar la denuncia lo asesoró un policía del SUP, dijo ayer TP1. También comentó que A., el otro procesado, nunca le amenazó y que él veía que "no le gustaban esas cosas": cómo se preparaban las detenciones. "V. y A. son personas muy diferentes".

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