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La pandemia de covid

Contando los días que traigan normalidad

  • Las residencias de mayores de Cádiz afrontan el futuro esperanzadas por la administración de la tercera dosis de la vacuna y con la prudencia que obliga a mantener protocolos en visitas y salidas

Una residente del centro Fragela de la capital gaditana.

Una residente del centro Fragela de la capital gaditana. / Julio González

La todavía escasa perspectiva temporal que nos deja la pandemia de covid permite, a bote pronto, echar la vista atrás y concluir que el colectivo de edad que más ha sufrido este virus ha sido el de nuestros mayores. La vulnerabilidad social que generó la epidemia en sus primeros avances tuvo un reflejo inmediato en esa porción de la población cuya única preocupación tendría que ser la de disfrutar en su retiro vital después de legar tanto a sus herederos. Pero el virus no sabe de sentimentalismos ni de derechos y encontró en ellos acomodo idóneo para mostrar su peor cara. Las residencias de mayores vivieron un auténtico calvario que ahora va remitiendo en busca de una normalidad que, en todo caso, llegará algún día por el camino de la prudencia.

Una breve ronda por algunas de las residencias de la capital gaditana demuestra que la situación ha cambiado, y mucho, que la vacunación ha sido rápida y efectiva (ya incluso con la tercera dosis recién administrada) y que el futuro se abre paso despacio pero con el mantenimiento de protocolos en las visitas y salidas para que los sobresaltos se recuerden solo como cosas del pasado.

Pablo Otero, director de la residencia Fragela que gestiona la fundación del mismo nombre, destaca la administración de la tercera dosis de la vacuna a los 80 residentes del centro y el “plus de tranquilidad” que esto significa: “Hemos vuelto a iniciar las salidas limitadas, con cita previa y con mucha precaución. En octubre, viendo cómo nos va hasta finales de septiembre, empezaremos otra vez a valorar si hay salidas todos los días, si hay visitas todos los días. Esta es una residencia muy visitada por norma, no hay ninguna familia que deje de visitarlos. Si abrimos la veda, habría 80 familias casi todos los días”.

En Fragela, cada familia dispone de un cuadrante para sacar a su allegado de la residencia durante una hora un par de veces por semana. En octubre también se revisará este protocolo para ver si se puede ampliar en algunos de sus aspectos. De momento, las salidas seguirán siendo limitadas y los familiares no podrán, por ejemplo, llevarse al residente a sus casas: “El familiar que se lleva al residente firma una declaración responsable de que va a mantener las medidas que el centro les exige”.

Lo que se mantendrá seguro es la necesidad de la cita previa para las visitas, así como las medidas de distancia y el uso de las mascarillas, un elemento que los trabajadores de la residencia tienen durante todo el día. También algunos de los ancianos, los que pueden, la utilizan.

Pablo Otero señala el confinamiento como “lo más duro” de la pandemia, una situación que en la residencia que dirige tuvo el alivio de que no se ha producido ningún contagio durante todo el tiempo en que el covid ha modificado la vida en el mundo.

En la residencia San Juan de Dios, el centro gestionado por la Fundación Gerón, los residentes son 107. También han recibido la tercera dosis de Pfizer esta semana y la residencia camina hacia la ansiada normalidad pero sin olvidar lo pasado y, sobre todo, sin descuidar los pasos que se den en el futuro.Su director, Juan Ramón Benítez, explica que el protocolo de visitas y salidas se mantiene, y que los residentes las realizan por grupos burbuja que vienen marcados por la zona en la que residan dentro del centro: “El protocolo sigue más o menos igual, no ha cambiado. Las visitas están condicionadas a dos o tres por residente a la semana, y las salidas las tenemos enfocadas con su grupo burbuja. La residencia no sigue sectorizada, pero sí se agrupan los residentes por plantas y alas del edificio. A la hora de organizar las salidas, van en función de su ubicación. Las salidas las hacen con sus familiares, pero se hacen por estos grupos burbuja, más que nada para facilitar una posible detección si hubiera una sospecha de algún contagio”.

El centro trata de volver también a la normalidad recuperando las actividades previstas en el llamado plan de humanización, de manera que los residentes puedan ir disfrutando de los distintos programas. Hace unas semanas, por ejemplo, contemplaron en la propia plaza de San Juan de Dios una exhibición del Cuerpo Nacional de Policía, y el pasado viernes, festividad de la Merced, realizaron una visita conjunta a la copatrona de la ciudad, en grupo burbuja, junto a alumnos del colegio de Afanas que también acudieron dentro de su propio grupo de protección.

Recuerda Juan Ramón Benítez que los sustos en su residencia se produjeron en la primera ola, con un fallecimiento y seis positivos, pero después el control fue completo: “Aquello nos pilló a contrapié, pero hemos sacado el aprendizaje. Hemos cambiado nuestro estilo de trabajo, nos ha cambiado el chip a todos. Los trabajadores, por ejemplo, no salen a desayunar ni merendar. El descanso del personal se hace en el propio centro. Es una cuestión de responsabilidad. Y cada dos semanas tienen controles de PCR de antígenos”.

El responsable de la residencia San Juan de Dios reconoce que son prudentes en cada paso que dan: “Pienso que la prudencia la tenemos los propios directores de residencia, pero es verdad que nos tenemos que adaptar a la situación. Estamos en el chip de la primera ola, de la protección, de los epis, del confinamiento, que es lo que nos ha dejado más tocados a todos los directores; es una responsabilidad tener al cargo a un grupo de personas muy vulnerable”.

Jesús Vallejo es el director de la residencia Matía Calvo, dependiente de la Diputación Provincial, donde esta semana pasada han recibido la tercera vacuna los residentes que se la pusieron en enero. En el centro se encuentran un total de 61 personas.

Para su responsable, es fundamental “no bajar la guardia” porque los usuarios de la residencia son “muy vulnerables”. Coincide con sus colegas en que es importante que los pasos que se vayan dando sean prudentes y seguros. Así, los protocolos de visitas, que son libres, mantienen el requisito de solicitar cita previa, una medida que ayuda a hacer seguimiento de posibles contagios en caso de sospecha.

El buen tiempo y el amplio patio con el que cuenta el centro han permitido que se hagan al aire libre, aunque la residencia ha preparado siete espacios en el interior para el momento en que la meteorología empiece a ser adversa. Resalta el director que los mayores necesitan tener “relaciones afectivas con sus familiares, tienen que poder salir, porque demasiado mal lo han pasado ya”.

Vallejo destaca la “actitud heroica” que están manteniendo los residentes durante todo el periodo de pandemia, pese a las limitaciones y dificultades que han tenido que afrontar, así como el papel, también ejemplar de los familiares: “Han sido los propios residentes los que nos han dado ánimos en los peores momentos; y los familiares, chapó. Hemos tenido un alto nivel de comunicación con todos”.

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