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Tribunales

Condenado en Cádiz por drogar a dos menores con Lorazepam para después abusar sexualmente de ellos

  • El tribunal, que le ha impuesto al hombre 9 años de prisión, da por por probado que urdió un juego para que los niños ingiriesen un zumo en el que previamente había diluido el fármaco y así dejarlos profundamente dormidos

Palacio de Justicia de Cádiz, donde se celebró el juicio.

Palacio de Justicia de Cádiz, donde se celebró el juicio. / Lourdes de Vicente

Un hombre "urde un plan" para mantener relaciones sexuales con niños. Les propone un "juego" solo a los varones, excluye a las chicas. Hay que tomarse un Biofrutas lo más rápido posible. El que gana se lleva 50 euros. Pero en realidad el adulto los droga con Lorazepam, un fármaco que disuelve en el zumo y les hace ingerir sin ser conscientes de ello. Después los obliga a dormir con él en la misma cama y, aprovechando los efectos soporíferos de la droga que deja dormidos profundamente a los menores, abusa sexualmente de ellos. Ésta es la conclusión a la que ha llegado el tribunal de la Sección Cuarta de la Audiencia de Cádiz en una reciente sentencia en la que condena a nueve años de prisión al autor de los hechos descritos. El ahora condenado no solo abusó de dos niños, uno de ellos su sobrino, sino que además puso en riesgo su salud.

Tal y como recoge la sentencia, que no es firme y puede ser recurrida en apelación ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, el 7 de agosto de 2017 el encausado pasó la tarde-noche en la playa con su sobrino, quien a la fecha tenía 14 años de edad, con un amigo de éste, de 13 años, las dos hermanas del primero y un amigo de ambas. Después, invitó al grupo a pasar la noche en su casa.

Una vez en la vivienda, el acusado hizo la cena para todos y en un momento dado retó a los tres varones a participar en un “juego” consistente en que cada uno bebiese un tetra brik pequeño de zumo en el menor tiempo posible, bajo la promesa de que el ganador recibiría de premio 50 euros.

A tal fin, les entregó un envase a cada menor, no sin antes haber disuelto en los destinados a su sobrino y su amigo un número no determinado de comprimidos de Loracepam, fármaco de la familia de las benzodiacepinas utilizado para tratar la ansiedad que produce efectos secundarios como somnolencia, disminución de reflejos y coordinación, y entre cuyos efectos adversos, sobre todo en niños, se halla la insuficiencia respiratoria leve o moderada, amnesia retrógrada o reacciones psiquiátricas (depresión, confusión).

Sobre las dos de la madrugada, prosigue la sentencia, y pese a que los mencionados menores querían dormir en la misma habitación que las niñas, el procesado les dijo que debían dormir en otro cuarto de la casa con él, de tal forma que acabaron acostándose en dos camas que previamente habían juntado el encausado, su sobrino y el amigo de éste.

"A causa de la previa ingesta involuntaria del Lorazepam, los menores cayeron en un profundo sueño", situación que el adulto aprovechó para abusar sexualmente de ellos.

A la mañana siguiente, y a consecuencia de la toma del fármaco, una de las víctimas despertó con mareos, estado deprimido y vómito. Llegó incluso a perder el conocimiento. Fue diagnosticado de intoxicación por benzodiacepinas.

Durante la celebración de la vista oral, el procesado reconoció que se llevó a dormir a su casa al grupo, si bien manifestó que no recordaba nada del juego del zumo. Admitió que tenía Lorazepam en la mesita de noche porque lo tiene prescrito como tratamiento y negó cualquier acto sexual con los menores. Cuestionado por la presencia de su esperma en las víctimas, alegó que podrían haberse manchado en la cama, ya que no había cambiado las sábanas en varios días, o con sus toallas.

Por su parte, los niños declararon en el juicio que no vieron ni fármacos ni tomaron pastillas conscientemente, que durmieron con el acusado en la misma cama y que en cuanto se acostaron, quedaron inmediatamente dormidos. El testimonio de los menores "goza claramente de credibilidad" para el tribunal, que se apoya no solo en su versión de los hechos, sino en las pruebas periciales practicadas.

Así, consta en la causa un informe de la médico forense que expone que se tomaron muestras de los cuerpos de los menores en las que se hallaron restos biológicos que, tras su análisis y cotejo, resultaron ser esperma del procesado.

Asimismo, se aportaron al procedimiento sendos análisis de orina de los chicos, tomados el día de los hechos, en los que se detectó Lorazepam. Además, los niños se sometieron a análisis toxocapilares que descartaron el consumo continuado de dicha sustancia. Quedó así en evidencia que la ingesta de dicho fármaco se produjo en las horas anteriores a la analítica. Igualmente, se acreditó por la documental médica la intoxicación por Lorazepam que sufrió uno de los niños a la mañana siguiente.

El ahora condenado intentó exculparse al afirmar que los chavales pudieron tomar el fármaco a escondidas, sin embargo, argumenta el tribunal, "en el mosaico de pruebas ni consta probado tal hecho, ni hay indicios del mismo, ya que ni son adictos o consumidores de la sustancia, como se deduce de la analítica, ni ninguno de los menores sabía de la existencia de la sustancia en la casa". Además, el "extraño juego" propuesto por el adulto "parece evidente que obedece a hacerles ingerir algo rápidamente para que lo apuren sin detectar el sabor extraño que una sustancia disuelta pudiera producir".

Junto a la pena privativa de libertad, la Audiencia de Cádiz ha impuesto al procesado el pago de una indemnización de 6.000 euros (3.000 euros a cada víctima) así como la prohibición de aproximarse y comunicarse con los chicos.

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