Historias de Cádiz

Coches Ripert por las calles deCádiz

  • Tranvías arrastrados por mulos por el interior del casco antiguo de la ciudad

  • Dos itinerarios desde la plaza del Mentidero hasta San Juan de Dios y a los extramuros

Dibujo de los coches Ripert de Madrid, iguales que los de Cádiz

Dibujo de los coches Ripert de Madrid, iguales que los de Cádiz

Para cualquier gaditano el traslado hoy desde el centro de la ciudad a San Severiano, San José o Puntales, no supone dificultad alguna. Se trata de un pequeño y cómodo paseo en cualquier medio de locomoción. Sin embargo,  hasta bien entrado el siglo XX, el  vecino del centro de la ciudad que deseaba marchar a los extramuros sin dar una larga caminata estaba obligado a buscar una mula, un caballo o alquilar una calesa.

En esa época, apenas unos pocos ciudadanos salvaban distancias a pie. El andar era una actividad considerada perjudicial para la salud y hasta para traslados que hoy nos parecen ínfimos utilizaban alguno de los numerosos  coches de caballos que estaban situados en distintos puntos de la ciudad, los llamados ‘coches de punto’.

Esas paradas, situadas en el Mentidero, San Antonio, San Juan de Dios, la Viña, San Francisco y Candelaria, servían principalmente para servicios por el interior de la ciudad. Para ir a los barrios de extramuros o para los pueblos más cercanos, existían otros carruajes y calesas que se situaban en  San Juan de Dios, en la plaza de Santa Elena y en el camino que unía la Fábrica de Tabacos con las Puertas de Tierra, de ahí el nombre de Cuesta de las Calesas.

Pero el alquiler de coches de caballos era muy  elevado y los vecinos de aquellos años  deseaban contar con un transporte regular y barato por las calles del centro. Aunque hoy parezca increíble, en aquella época andar desde el Mentidero a la plaza de Abastos, por ejemplo,  suponía un esfuerzo tremendo. Por ello toda la ciudad vivió con auténtica alegría la implantación de los llamados coches Ripert.

Estos coches habían sido inventados por el italiano Antonio Ripert y eran una especie de tranvías pequeños, con capacidad para quince o veinte personas, arrastrados por uno o dos mulos. Su pequeño tamaño le permitía recorrer las estrechas calles de nuestra ciudad.

En Cádiz el servicio de coches Ripert estuvo a cargo de la “Empresa de Coches Omnibús Privilegiados”, que también prestaba servicio en Madrid, Barcelona y otras importantes ciudades españolas. 

Las oficinas de esta empresa fueron establecidas en la plaza de San Antonio, esquina al callejón de Junquera, siendo su director Eduardo Rodríguez Seoane. Los coches y caballerías estaban en una cocheras situadas en la calle Hércules y  la parada de inicio y final en la citada calle esquina al Mentidero. En el centro de la plaza fue colocada una gran torta de cemento para el  giro de los coches. Muchos gaditanos recordarán el ultramarinos El Ripert, situado en la plaza  del Mentidero, en el lugar de salida de esos  vehículos.

Los coches que prestaron servicio en Cádiz eran similares a los del dibujo que ilustra estas páginas. Tenían capacidad para doce personas en el interior, cuatro delante junto al cochero y seis en la plataforma trasera. Los asientos eran madera, aunque en invierno se forraban con fieltro.

Cuando llegaban la noche, encendían tres faroles;  verde delante, blanco en el interior y rojo en la parte trasera. En un costado figuraba la leyenda “Empresa General Española de Coches Privilegiados”, y en el otro  el letrero de “Ciudad de  Cádiz” con el escudo de la ciudad.

Los cocheros y personal auxiliar estaban perfectamente  ataviados con un vistoso uniforme. Con una trompeta avisaban de su llegada a una esquina y tenían preferencia absoluta  de paso,  debiendo retroceder cualquier carro en caso de exigirlo  la estrechez de la calle. El Ayuntamiento modificó las Ordenanzas para regular por vez primera las preferencia de paso. En algunas esquinas fueron colocadas planchas con el dibujo de una mano señalando el sentido del tráfico. Por este motivo se decía que un coche o carro “iba contra mano”, en el caso que fuera por dirección no permitida.

Los coches Ripert llegaron en febrero de 1883, haciendo prueba con las “fuerzas vivas” a bordo por distintas calles de la ciudad. Cientos de chiquillos seguían el paso de los Ripert dando gritos de entusiasmo ante la gran novedad que suponían  para la vida de la ciudad.

Por fin, el  3 de mayo de ese año de 1883 quedó establecido el servicio. Había dos recorridos, uno cada media hora. El primero salía del Mentidero para recorrer Veedor, San Antonio, Ancha, San José, plaza de Mina, Tinte, Loreto, San Francisco y plaza de San Juan de Dios. El segundo partía del Mentidero para recorrer, Ceballos , Fragela, Sacramento, Istúriz, plaza de Abastos, Desamparados, Puerto Chico, San Juan, Catedral, Pelota y San Juan de Dios.

Desde la plaza de San Juan de Dios había servicios a San José, San Severiano y Puntales, El precio inicial era de 10 céntimos, con un suplemento para los pasajeros que quisieran ir a los extramuros.

El regreso, desde San Juan de Dios al Mentidero, el camino era algo distinto que el de ida, tomando un coche por Candelaria y calle Ancha y otro por las calles de la Viña.

El éxito fue absoluto y durante algunos años resultaron imprescindibles. Había coches especiales durante el verano para acudir a los Baños del Real, en la Caleta, y otros para la Velada de los Ángeles.  En San Fernando también comenzaron a funcionar estos coches llevando a los obreros de la Carraca hasta la Avanzadilla.

La crisis de los Ripert llegaría al finalizar el siglo XIX.  La empresa, que abarcaba varias  ciudades españolas, entró en crisis y los ayuntamientos impusieron, por otra parte, numerosas arbitrios e impuestos. Y, sobre todo, había llegado la hora de un transporte más rápido y seguro; el tranvía.

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