Adiós a 10.000 fascistas italianos

La Biblioteca Nacional publica en su web fotografías de la retirada en octubre de 1938 de una parte de las tropas enviadas por Mussolini para ayudar a Franco

Adiós a 10.000 fascistas italianos / L El Público Espera En El Muelle La Salida De Los Barcos Que Transportan A Los Legionarios Italianos, El 15 De Octubre De 1938.
T.R.

Cádiz, 17 de junio 2018 - 08:00

La imagen muestra a un soldado que le firma un autógrafo a una joven falangista. Quizá estampa su rúbrica en una de las 60.000 postales enviadas desde Burgos para conmemorar el acontecimiento: 10.000 legionarios italianos regresan a su país tras haber combatido durante 18 meses junto a los sublevados contra la República, en el Ejército que manda Franco. Es una de las 14 fotografías sobre ese episodio histórico que ha sacado a la luz la Biblioteca Nacional. Ocurre el 15 de octubre de 1938. Faltan cinco meses y medio para que termine la Guerra Civil. Los soldados enviados por la Italia fascista, por Benito Mussolini, embarcan en Cádiz y la ciudad se vuelca en un adiós apoteósico, entusiasta.

El gobernador civil ha rogado "con todo encarecimiento" al comercio que cierre sus puertas y a los empresarios que den facilidades a los obreros para que asistan a la despedida. El alcalde ha pedido a los gaditanos que participen, ha expresado su deseo de que la ciudad entera acuda a despedir a los soldados que "llenos de entusiasmo vinieron a España para combatir junto a sus hermanos contra el enemigo común de nuestra raza".

La prensa, censurada y bajo control estricto de las autoridades militares, publica que Franco, "el Caudillo", ha tenido un gesto "magnífico", porque tiene "la seguridad absoluta del triunfo", y ha aceptado la propuesta del Comité de No Intervención: cada una de las partes en lucha debe retirar a 10.000 voluntarios extranjeros. La España nacional, le dice Franco a la agencia Reuters, abre camino con la retirada de legionarios italianos. En la zona roja, explica, quedan unos 60.000 voluntarios pero su anuncio de evacuación es "una comedia más": siguen llegando para sustituir a los que se van.

En esa España que ya se ve vencedora en la guerra, ni Franco ni nadie airea que aún quedan en sus filas 40.000 soldados italianos. Ni que tras esta marcha desde Cádiz, pronto llegarán otros 10.000. Todos ellos (incluidos los aviadores) se irán más adelante, también desde los muelles gaditanos, en la primavera de 1939.

Los que regresan ahora a Italia van arribando el día 14 a la ciudad en trenes cuya hora de llegada anuncian la radio y los periódicos. Los gaditanos son llamados a recibir en la estación a los bravos legionarios, también aclamados en localidades del recorrido. En Puerto Real, relata Diario de Cádiz, la estación ha sido "primorosamente exornada" con yugos y flechas, con emblemas del fascio italiano y con dos monumentales fotografías de Franco y Mussolini.

La mañana de día 15, Cádiz ofrece el aspecto de los días de solemnidad. Junto a los Glacis forman fuerzas de la guarnición y dos divisiones italianas mandadas por el general Annibale Bergonzoli. En la tribuna, el embajador italiano, conde Viola, y su distinguida esposa, el general Berti Orti, jefe de las tropas legionarias italianas (el Corpo Truppe Volontaire) y los generales Millán Astray y Queipo de Llano, jefe del Ejército del Sur.

Queipo se ha detenido antes, al llegar a la ciudad, en la calle Trille. Ha querido visitar la Barriada de Casas Baratas y comprobar, explica, si alguna vivienda estaba falta de ajuar y proporcionárselo. Luego se ha instalado en el hotel Atlántico. Ya ante los soldados italianos, habla tras una breve intervención de Millán Astray. Vuestra llegada, les dice, "fue algo así como una contestación lógica a la llegada ante los muros de Madrid de las brigadas internacionales, constituidas por la hez de los pueblos, por lo más villano y bajo de las naciones". Y remata: "En esta guerra contra los rojillos españoles y contra el miserable judaísmo, Mussolini nos demostró su afecto".

La multitud grita: "¡Duce, Franco! ¡Duce, Franco!". Las autoridades se dirigen después hacia otra tribuna, en el paseo de Canalejas, frente al desaparecido Palacio de Angulo. Y comienza el desfile. Lo abre el general Bergonzoli con su Estado Mayor y le sigue la división Littorio con un precioso estandarte en el que se lee: Viva la muerte. Luego, fuerzas de la división 23 de Marzo encabezadas por el regimiento de Camisas Negras.

Los soldados recorren el frente marítimo hasta el Hotel Atlántico. Desde allí regresan hacia el muelle por la plaza de José Antonio Primo de Rivera y las calles Duque de Tetuán y Columela. A la una menos cuarto de la tarde ya están embarcando en cuatro mercantes que zarparán por la tarde escoltados por buques de guerra italianos.

Las autoridades se reúnen tras el desfile en el Hotel Atlántico. A unos cien comensales les espera un menú exquisito que merece unánimes elogios, anota la prensa: langostinos de Sanlúcar, fiambres escogidos, huevos Rossini, medallones de pescado imperial, pollitos Reina, mantecado de vainilla, frutas surtidas, moka, vinos selectos, licores y habanos.

Con el champán, unas palabras. El general Berti dice que sus hombres se van con dolor del suelo de España, donde han conseguido vencer "al enemigo de la civilización, de la raza y de la humanidad". Queipo de Llano responde que España está muy agradecida a Italia y al gran hombre de Estado que es Mussolini. "Brindo por ese genio de la humanidad".

Un gentío acude por la tarde a despedir a los barcos. Los soldados italianos han recibido a bordo los obsequios enviados por Franco desde Burgos: 15.000 botellas de vinos generosos, 60.000 tortas, 10.000 paquetes de cigarros, 10.000 cigarros puros, 100.000 latas de conservas, 30.000 medias noches, 30.000 bocadillos, tonelada y media de caramelos y 60.000 tarjetas postales. Mussolini también tendrá su regalo: el conocido hombre de negocios Agustín García Mier, de Jerez, le manda a Fortilino, un hermoso caballo de pura raza.

Los buques comienzan a desatracar a las cinco y media. Ovaciones y vítores. Es un espectáculo indescriptible jamás igualado en Cádiz, cuentan las crónicas. La prensa lo explica en uno de los textos destacados que diariamente envía el Servicio Nacional de Propaganda: "Las antiguas calzadas romanas de las tierras de España han sentido de nuevo el orgullo de ver pasar marciales a los voluntarios italianos, dirigiéndose al heroísmo de la gloria y de la muerte".

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