Estamos en la era de la urgencia. De las aplicaciones de comida a domicilio, de los riders y de la economización de todo. Ya casi quedaron atrás las largas cocciones y el hacer de comer de un día para otro. Cada vez se tiene menos tiempo y hay más formas de rentabilizarlo.

Un estudio de la Federación de Usuarios-Consumidores Independientes (FUCI) calculó que los españoles se gastan unos 217 euros al mes en comer fuera y que seis de cada diez lo hacen porque si no tardan demasiado y con el trabajo es de locos. Puede parecer irónico, pero antes de marzo era difícil de imaginar una situación en la que sobrara eso que siempre falta: el tiempo.

Sin embargo, en abril las búsquedas gastro inundaron Google preguntando ‘cómo hacer pan casero’ o intentando encontrar recetas de ‘galletas de chocolate’, en un intento de transformación de la población en foodies confinados.

Mesa de Navidad de la película 'Mujercitas' 2019.

Son tiempos de pandemia, de distancias y de pocas reuniones navideñas. Se presentan unas fiestas más solitarias, pero el virus no prohíbe comer bien. No es tarde para salvar la navidad gastronómica. Todavía es posible reencarnar la comida auténtica de las madres y abuelas, esa que se hace con calma y con dedicación durante horas, con la única satisfacción de contentar los paladares de toda la familia.

La Navidad evoca olores, sensaciones y sabores provocados por las largas horas de cocina previas al 24 o 31 de diciembre, que hunden sus raíces en la celebración del solsticio de invierno, donde ya las mujeres encendían hogueras para simbolizar el triunfo de la luz ante la oscuridad.

La figura femenina en la gastronomía siempre ha ocupado un lugar escondido y de desigualdad de méritos. Según un reciente informe de la Universidad San Pablo de Madrid, solo un 9,2% de los restaurantes con estrella Michelin tienen a una mujer en sus cocinas. Sin embargo, más del 85% de las españolas aseguran saber cocinar, frente al 56,7% de los hombres.

“La carga mental siempre recae en la mujer, en ese papel femenino, cuidador, y que viene ya del patriarcado”, comenta Yanet Acosta, periodista gastronómica canaria. Tradicionalmente, las mujeres han sido las dueñas de los fogones menos cuando se trata de reconocimiento público.

La dedicación del papel femenino en las cocinas de toda la vida, en muchos casos ha sido total y absoluto, “yo parí a una de mis hijas el 31 de diciembre por la mañana, y por la tarde ya estaba en casa preparando la cena”, explica Dolores, madre y abuela isleña.

Escena de la película 'Chocolat', 2000.

Pero el sacrificio de nuestras predecesoras se ve reflejado en un sinfín de patrimonio culinario en forma de recetas que, perfeccionadas con los años, han pasado de generación en generación para que podamos recrearlas en tiempos de pandemia. Los recetarios (@losrecetarios) es un proyecto que se dedica a encontrar, digitalizar y documentar antiguos menús familiares, un ejemplo de cómo la transformación digital se abre camino lejos de la hiper modernización de la industria alimentaria.

El cordero o el cochinillo al horno, la sopa de picadillo, el pavo trufado o el paté de cabracho, son algunos de los miles de platos que, a pesar de las distancias, podemos reproducir, sintiendo muy cerca a quienes no podemos disfrutar.

Es tiempo de parar, volver a cocinar, recrear las recetas de toda la vida, valorar el patrimonio familiar pero, sobre todo, recordar a quienes siempre lo hicieron para los demás, y apreciar lo que seguro volveremos a disfrutar pronto.