La lista de ausencias de presidentes de Gobierno a la Cumbre Iberoamericana sigue engordando a falta tan solo de tres días para su inicio. En el día de ayer, el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación del Gobierno español, José Manuel García-Margallo, confirmó que los máximos representantes de Cuba, Raúl Castro, y Venezuela, Hugo Chávez, no estarán en Cádiz este viernes. Ambos países, en cambio, estarán representados por sus respectivos ministros de Exteriores (Bruno Rodríguez en el caso de Cuba y Nicolás Maduro, que también es vicepresidente del Gobierno, en el venezolano).

A estos dos presidentes se unirá también el de Guatemala, Otto Pérez Molina, que ha suspendido su presencia en la Cumbre después del trágico terremoto que la pasada semana asoló el país iberoamericano. En su caso, será también el ministro de Relaciones Exteriores, Harold Caballeros, quien represente a Guatemala.

Estas noticias negativas se suman a las que ya protagonizara la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que era una de las más esperadas en Cádiz pero que finalmente no participará en la Cumbre por prescripción médica -según fuentes oficiales-; así como la delegación de Paraguay, que siguiendo la recomendación hecha desde España no estarán en esta reunión debido al conflicto que mantienen actualmente con sus vecinos sudamericanos, que no reconocen como legítimo al actual Gobierno de Federico Franco.

Pese a estas noticias, García-Maragallo se ha mostrado satisfecho por el nivel de asistencias que a día de hoy están confirmadas y ha puesto de manifiesto la importancia de los asuntos que se van a discutir en cádiz. Así, recordó que se va a hablar del "primer problema que tiene el mundo" (en referencia a la crisis de deuda soberana en Europa). "Hablaremos de empleo, de infraestructuras en la región y de las pymes como motor de crecimiento", ha dicho también el ministro, que confía en que la cita de Cádiz sirva para establecer relaciones triangulares entre España y las empresas latinoamericanas con interés en invertir en el norte de África, de la misma manera que España puede convertirse en plataforma para los capitales asiáticos que quieren entrar en América Latina.