Vivir rodeado de libros es una quimera para muchos amantes de la literatura. Sólo unos pocos lo consiguen y aúnan pasión y profesión, por lo que pueden considerarse doblemente afortunados. En Cádiz, cuya provincia está a la cola en cuanto a librerías por número de habitantes se refiere, se va a paliar en algo ese déficit con la apertura de dos nuevas, mejor dicho, una nueva y otra que resurge tras un periodo sabático de nada más y nada menos que nueve años. Esta última en cuestión es la Librería Alpa, situada en la calle Brasil y que cerró sus puertas en el año 2001 tras dos décadas vendiendo libros, la pasión de su propietaria, Paulina Llorente de los Santos, profesora de profesión y que junto a su marido Alfonso, arquitecto técnico, decidieron un buen día aventurarse por el mar de millones de páginas con vida propia. "Mi pasión siempre ha sido tener una librería -comentaba ayer Paulina-, y tras cerrar la óptica a la que le teníamos alquilado el local decidimos volver a montar la librería".

Alfonso explica que en su día cerraron "más que nada por cansancio". "Teníamos tres niños pequeños y era duro criarlos mientras estábamos aquí buena parte del día, sobre todo mi mujer. Un vecino nos quiso alquilar el local para montar una colchonería y, aunque nos iba bien, no lo pensamos".

Ahora llevan sólo unos días abiertos pero reconocen que ha sido "como reencontrarnos con nuestra familia".

En Alpa también se puede comprar prensa y revistas, además de estar programando coloquios literarios para un futuro.

Otra librería vendrá a ocupar en el plazo de tres meses un hueco existente en la zona de La Laguna y la avenida Cayetano del Toro. Hasta ahora lo ocupaba la tienda de manualidades Beta, cuya propietaria Lola Raposo Navarrete ha decidido cambiar las pinturas y las cerámicas por libros junto a sus cuatro hermanas: Auxi, María José, Pati y Susi. "Dos de mis hermanas trabajan en Quorum y siempre habían querido tener una librería propia. A mí también me hacía ilusión y estamos pensando hacer un proyecto muy bonito". De hecho el local ofrece unas grandes posibilidades, con un piso inferior en el que pretenden colocar un rincón para el lector, con su sillón y máquina de café incluida, y una zona para libros infantiles. "Pensamos organizar cuentacuentos y actividades también", dijo Lola.

Por contra hay que lamentar la jubilación de Vicente, de Cominero, justo frente al hospital Puerta del Mar, que tras muchos años de una labor impresionante en pos de la cultura, ha cerrado su establecimiento.

Cádiz está de enhorabuena porque, pese a la crisis, no se habla de cierre de comercios sino de aperturas. Y encima, llenísimos de libros. Dos mundos por descubrir y dos noticias maravillosas para los amantes de la cultura.