Más sensual que navideño

Un mensaje distorsionado. Un cartel más sensual que navideño. La obra realizada por Manuel Peña para anunciar las próximas fiestas religiosas es técnicamente perfecta, pero la concepción resulta errónea. Así lo piensan varios expertos y analistas en arte consultados por este periódico a raíz de la polémica suscitada desde su presentación el pasado sábado.

"La sensualidad ha estado presente desde la Edad Media en el arte religioso". Quien así se expresa es el pintor Ricardo Suárez. Lo hace sobre el polémico cartel de Manuel Peña, que ha arrasado en las redes sociales, hasta el punto de que los informativos nacionales se han hecho eco de él. El ángel de la Anunciación -principal protagonista de la obra- se ha convertido en mensajero de la discordia en una ciudad muy dada a avivar debates concernientes a sus tradiciones.

¿Puede representarse una figura celestial de forma sensual y amanerada? Por supuesto que sí. De hecho, ahí está la propia historia del arte que lo demuestra. Así lo recuerda Suárez: "Los frescos de la Capilla Sixtina son una exaltación de la belleza del cuerpo masculino y hasta podría decirse de la homosexualidad, aunque eso sí, todo de forma muy sutil y bajo el manto de lo religioso". Quizá esa sutileza -en palabras de este pintor- es la que le ha faltado al autor del cartel de la Navidad para anunciar una de las fiestas más entrañables. "Yo habría usado un lenguaje más subliminal", enfatiza el pintor de la Puerta Real, quien ha realizado carteles de gran importancia, como el de las Fiestas de la Primavera -dos veces- o el de la Cabalgata de Reyes Magos.

Sin embargo, este protagonismo absoluto del cuerpo humano y de la pose amanerada en el arcángel San Gabriel resulta, a ojos de Benito Navarrete -profesor de Historia del Arte de la Universidad de Alcalá de Henares y comisario de una de las exposiciones del Año Murillo-, "una banalización absoluta". "La obra está carente de calidad. Es un cartel objetivamente malo", afirma el que fuera principal asesor de Cultura durante el mandato de Zoido. Para Navarrete, quien dice no "enjuiciar" el cartel desde una perspectiva moral, "el resultado es ridículo y acerca más la pintura a lo kitsch". "Anunciamos la Navidad, no un carnaval", recuerda este especialista, que reniega de que la obra pueda recordar "lo más mínimo" a Murillo. "Es justo todo lo contrario", afirma este profesor universitario.

Luis Álvarez Duarte también pintó el cartel que encarga cada año la Asociación de Belenistas. Lo hizo en 2011. Duarte parte de que la concepción de la obra es errónea. "Un ángel no representa la Navidad. No es lo más acertado. Los retablos están llenos de ángeles y no por ello simbolizan esta fiesta", asegura el afamado imaginero. "Yo soy más clásico y, a la vez, aperturista en la composición, que en este caso no me agrada mucho. No se trata de ser conservador, sino de demostrar ingenio a la hora de elaborar un cartel de estas características", apostilla.

Sobre la elección de esta figura celestial como protagonista del cartel, su autor, Manuel Peña, dejó claro en un comunicado emitido el día de la presentación que con esta decisión se daba importancia al origen de la Navidad. Es el momento en el que San Gabriel anuncia a María que en Ella se encarnaría Cristo. Festividad, por cierto, que se celebra cada 25 de marzo y que el próximo año -casualidades del calendario- coincidirá con el Domingo de Ramos. Peña atendió ayer a varias televisiones nacionales. Declaraciones emitidas en telediarios. En horario de máxima audiencia, lo que a la postre supone también una publicidad para el pintor en medio de esta marejada de críticas y alabanzas. Nada que reprochar, por otro lado, para alguien que ha realizado una obra gratuita, ya que este cartel -como otros tantos- no está remunerado. En este punto, la pintora Reyes de la Lastra se mantiene inflexible: "No me gusta comentar las obras de otros compañeros. Cada uno hace honestamente lo que cree que debe hacer. Nunca llueve a gusto de todos".

Uno de los mayores especialistas en cartelería es Antonio Zambrana, quien durante décadas ha ejercido de principal responsable del departamento de Pintura de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Sevilla. Él se encargó de anunciar con sus pinceles la Navidad de 2004, con una obra que nada tiene que ver con la de este año. En aquella ocasión la figura principal la protagonizaba una niña que montaba un belén. A Zambrana el cartel no le ha gustado. Su argumento se basa en la una opinión parecida a la de Duarte: "La Anunciación no representa la Navidad". A ello suma la "sensación" que transmite la obra. "No es acogedora. No refleja el calor ni el cariño con el que deben vivirse estas fiestas". Centra también sus críticas en la figura del ángel. "Su representación puede prestarse a interpretaciones que nada tienen que ver con la Navidad", afirma este experto.

No obstante, hay una característica de este cartel que los especialistas coinciden en resaltar, su calidad técnica. Así lo afirma Antonio Zambrana, Ricardo Suárez y José Joaquín Gallardo, decano del Colegio de Abogados y persona de gran arraigo en la ciudad. "Reconozco la valía de esta pintura, su perfecta elaboración y hasta la capacidad de su autor por innovar", admite Gallardo, quien a continuación incide en que "pese a todas estas cualidades, no me parece apropiado para anunciar la Navidad, puesto que genera polémica, transmite demasiada sensualidad y no encontramos en él el espíritu de la celebración religiosa que se supone debe representar".

Esta afirmación sirve para volver al principio. La sensualidad en el arte. Las palabras de Suárez lo dejan claro. "Siempre ha existido". En la Edad Media, en representaciones "casi pornográficas" en capiteles y pórticos. En el Renacimiento, con el cuerpo humano que ponían al hombre como centro del universo. Y en la iconografía religiosa. El pintor pone dos ejemplos cercanos. El cuadro pintado por Murillo -expuesto en el Palacio arzobispal- en el que la Virgen amamanta a San Bernardo o el Resucitado de Jerónimo Hernández al que le rinde culto la Hermandad de la Quinta Angustia. "En él se observa la curva praxiteliana, que sirve para ensalzar la sensualidad masculina. Belleza enmascarada por la divinidad que representa". Una sutileza que quizá sea la principal asignatura pendiente de este cartel.