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La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El escaso valor del prestigio en la España de hoy

Ahora es la Guardia Civil, pero las polémicas marcaron hace dos días el Ministerio del Interior y la cúpula judicial El toro astifino de la reforma de las pensiones

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España.

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España.

Los Gobiernos tienen la obligación de trabajar para dejar una sociedad mejor de la que se encuentran al comienzo de un mandato. Sufrimos demasiados episodios que laminan un valor fundamental para las instituciones: el prestigio. Da igual que sea la Justicia, el Ministerio del Interior, el mismísimo Congreso de los Diputados o la Guardia Civil. En un plisplás mandamos al fango a entidades e instituciones básicas para nuestro sistema democrático. Hemos normalizado la ausencia del prestigio como el que tira un documento antiguo a la papelera de reciclaje.

En la sociedad sin maestros, del usar y tirar y de la obsolescencia programada para todo y para todos no sirve de nada ese valor añejo que es el prestigio. Nada nos sorprende, nada nos importa. El Tito Berni y sus andanzas en la Cámara Baja antes de frecuentar antros y tugurios, la directora general de la Guardia Civil que dimite con solemnidad, el ministro que miente sobre el muerto en el asalto a la valla de Melilla, el despropósito de la ley que libera violadores... Encadenamos una historia con otra mientras el crédito de las instituciones queda por los suelos sin que pase nada, sin que nada importe, sin que nos sorprenda que mañana sea otra institución más la que aparezca engullida por un nuevo escándalo de corta duración. Salvar el prestigio es un reto que parece preocupar únicamente a Felipe VI con la Casa Real. Los guardias civiles tendrán que soportar una vez más algunas chanzas en el ejercicio de sus funciones, lo que recordará a los años de Luis Roldán en calzoncillos. El Gobierno sabe y no lo oculta que vivimos en una sociedad con una memoria de corta duración dada la elevada cantidad de polémicas, escándalos y sucesos que lastran la tranquilidad de nuestra vida cotidiana.

Se trata de aguantar, exclusivamente aguantar. Los hoteles están llenos para Semana Santa, el turismo nos invade, tenemos trenes y aviones de bajo coste para movernos por el mundo. La vida es corta y ya lo cantaba Alaska. A quién le importa lo que yo haga, a quién le importa lo que yo diga. Persevera Pedro, persevera. La moción de censura, las vacaciones inminentes y el escándalo del Barcelona siempre serán asideros. Fútbol y procesiones. Sol y playa. Hoteles y bares. Las pensiones se ingresan con puntualidad y debidamente aumentadas. Hay acuerdo de futuro con los sindicatos. España olerá a pueblo tras los días santos porque empezarán las ferias. Aguanta, Pedro, aguanta. ¿La Guardia Civil? En dos días nadie se acuerda de María Gámez. La vida es esperar y que Ayuso hable.

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