Andalucía

Roca atribuye su fortuna a fraudes fiscales cometidos hace décadas y ya prescritos

  • Dice que no llegó a Marbella en un Seat Panda, sino "con dinero físico y contante" para invertir.

El presunto cerebro de la trama de corrupción que se investiga en el caso Malaya explicó ayer sin pestañear que entre 1987 y 1992, mientras cobraba el subsidio por desempleo, era adjudicatario de una vivienda de VPO, tenía una empresa en suspensión de pagos y entraba en el registro de morosos (RAI) por impago de una letra, sus sociedades amasaron un capital de tres millones de euros, que aún siendo dinero negro le permitió levantar un imperio valorado en 210 millones.

Pasma la gallardía con la que Roca se maneja ante el tribunal y la soltura con la que separa la salud de sus empresas antes de llegar al Ayuntamiento de Marbella y la fragilidad de su economía personal en aquellos años. Dijo que él no había llegado a la vida pública local "en un Seat panda", o sea, siendo un don nadie, como en algún informe expone la Policía, sino con un importante patrimonio inmobiliario a sus espaldas. Lo reunió fundamentalmente a través de la sociedad Marbella Inversiones, constituida en 1986, que acumuló tres millones de euros en bienes que vendió entre 1991 y 1995 "para generar liquidez". Esas ventas, según su versión, se formalizaban a través de contratos privados y sin escrituras. De esa forma, se ahorraba pagar impuestos.

Sin embargo, no hay ningún rastro documental de esas ventas que, de acuerdo con la estrategia del acusado, sirvieron para alimentar las operaciones inmobiliarias que en diez años lo convirtieron en millonario. La Policía, en su momento, intervino en un trastero de su propiedad papeles acreditativos de las compras realizadas por Marbella Inversiones, pero en la causa no figura ningún documento que corrobore que se vendieron.

Roca dejó caer que esa documentación existió y que sorpresivamente no está en el procedimiento, afirmación que tuvo la cualidad de sacar de sus casillas al fiscal Anticorrupción Juan Carlos López Caballero, quien le espetó que él estuvo presente en ese registro y que no se halló ningún papel de venta de activos. El procesado trató de detener la insinuación al grito de "líbreme Dios de decir que hay documentación que no se ha aportado".

La estrategia de Juan Antonio Roca pasa por presentarse como un empresario tan astuto como marrullero, que no paga impuestos, utiliza testaferros y oculta los beneficios a Hacienda, pero que es sagaz para detectar oportunidades de negocio. En definitiva, un tipo listo y tramposo. Pero un trampos menor.

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