El debate de los jefes

Ca uno es ca uno y tiene sus caunás

  • Valderas pretende capitalizar la huelga y Arenas identificar a Griñán con Zapatero, el día después. El presidente evita los riesgos, de frente y de perfil

SUS señorías han vuelto de las vacaciones fogosos; sobrados de adrenalina. Cada uno tiene sus motivos: Valderas considera que la huelga general ha sido un rotundo éxito y se lo apunta. Arenas ve a Zapatero más debilitado que antes del verano y se crece. Y Griñán comprueba que empieza a funcionar su maquinaria partido/gobierno después de varios meses y gana seguridad. Cada uno es cada uno. Pero hay otras circunstancias que contribuyen a mejorar la autoestima de los jefes políticos de Andalucía. Arenas, sin  ir más lejos, celebra que camina ya sin muletas.

 

En todo caso, el día después de la huelga general, el tema no podía faltar en la sesión de control al Gobierno. Valderas preguntaba por el desempleo juvenil, pero arrancó su discurso hablando de la huelga que hizo el miércoles toda la izquierda. Dijo toda por no quedarse corto; la mitad de la ciudadanía por más señas. Y tampoco se quedó manco en la conclusión que sacaba de la jornada de protesta: el pueblo se manifestó en la calle, sin necesidad de los políticos. Por el contrario, Valderas considera que los diputados socialistas y populares se escondieron en el Parlamento el miércoles. Y, como si tuviera delante a Zapatero, exigió una rectificación, un cambio de política, la retirada de la reforma laboral, que diera respuesta al clamor popular. 

 

A veces, Valderas se comporta como el candidato a vicepresidente de la Junta que es, según sus cuentas; o sea, si el PSOE no es el partido más votado en las autonómicas de 2012 y necesita los votos de IU para gobernar. Y tira de programa, programa, programa: hay que dejar de proteger a los culpables de la crisis y proteger a las víctimas; en Andalucía tenemos la tasa de paro más alta de Europa, y el desempleo juvenil se ha duplicado en dos años, luego es necesaria una política de izquierdas.

 

Griñán contraatacó el discurso de su antagonista con tres argumentos: 1. Un Parlamento no puede hacer huelga, la democracia no se toma vacaciones. 2. Más allá de que la huelga haya sido o no un éxito, IU no era convocante y no puede pretender capitalizar su resultado, ni erigirse en su portavoz. Y 3. Hay una autonomía sindical, pero también una autonomía de la política. 

 

Eso sí, el presidente se puso de perfil para los sindicatos; mostró su respeto por la convocatoria del 29-S, aunque no compartiese los motivos que han esgrimido y reiteró su  disposición al diálogo. Un diálogo que Valderas, más dueño que nunca de la toda izquierda, calificó de vacío. Aunque, más vicepresidente in pectore que nunca, ofreció su mano tendida para remediar el entuerto, con auténticas políticas de izquierda.

 

Griñán le pone el diapasón a Valderas más bajo que a Arenas, como si utilizara el debate con el jefe de la izquierda parlamentaria  de precalentamiento para su cara a cara quincenal con el jefe de la derecha. Aunque alguien que le conoce bien sostiene lo contrario: que preferiría debatir primero con Arenas y no tener que cambiar el chip de un lado a otro de la oposición, para hacer el enfrentamiento más arriesgado en segundo lugar. Sea como fuere, el  presidente del PP andaluz arrancó su turno ayer, como de costumbre, con tanta rapidez que sus primeras sílabas se solaparon con las últimas de la presidenta de la Cámara dándole la palabra. 

 

Arenas ha desarrollado una costumbre muy rentable: sacudir a Zapatero en el hígado de Griñán. La pregunta ya prometía un buen saco de golpes: repercusiones en Andalucía de las políticas del Gobierno de la nación. A veces, Arenas se comporta en el Parlamento regional como el vicepresidente del Gobierno de la nación que podría ser, si el PP es el partido más votado tanto en las autonómicas como en las generales de 2012, y no manda en San Telmo pero sí en La Moncloa. Así que saca a pasear por la capilla de las Cinco Llagas a Zapatero, para matar dos pájaros de un tiro: su problema es que usted quiere distanciarse de Zapatero, le decía a Griñán con énfasis. Pero no puede -continuaba- porque tienen la misma afición a subir impuestos, a recortar gastos sociales, a invertir menos y a aumentar la deuda. 

 

Cuando Arenas se abre de capa en estos terrenos, puede con todo. Así que en la siguiente andanada metió también a Chaves: Griñán y Zapatero comparten con Chaves el récord europeo de paro. Que es una manera más maliciosa de contar lo mismo que ya había dicho Valderas, un rato antes. Arenas, una vez tomada la posición, se empleó a fondo.  Invistió a Chaves como presidente paralelo y acusó al dúo Griñán/Chaves de sumisión al Gobierno socialista. "Ustedes han pasado de la confrontación a la rendición", sentenció.  Y añadió una retahíla de reproches: Usted ha permitido un pésimo sistema de financiación autonómica, el Estado está invirtiendo en Andalucía 2.000 millones menos de lo que debería, hay injerencias en Doñana, nos quitan las ayudas a las VPO, no nos traspasan los chiringuitos... y usted dice a todo "sí buana".  Como remate, Arenas subió el tono. Preguntó a Griñán cuándo iba a dejar de tragar, cuándo se iba a plantar.

 

Aquí el presidente, crecido  con el castigo, se puso de frente y abandonó el perfil comprensivo con los sindicatos. Arrancó con la deuda y la educación; fuera de concurso. La secuencia es la siguiente. Primer acto. Arenas había afirmado que Andalucía va a pasar en tres años de una deuda acumulada de 7.000 millones a unos 20.000 a final de 2010. Aquí suma, a cosa hecha,  la deuda pura que estará en torno a los 15.000 millones de euros con los 4.000 millones que hay que devolver al Estado de los adelantos a cuenta excesivos de 2008 y 2009. 

 

Parece razonable. Incluso solicita que se pague con solares, como la deuda histórica. Y criticó el endeudamiento "salvo que sea para educación". Segundo acto. Griñán le contesta que el endeudamiento tiene que destinarse a inversiones y le afea que haya dicho que quiere subir el porcentaje de los presupuestos dedicado a Educación al 20%: "tendrá que bajarlos, porque está en el 23%", afirmó el presidente. Y a continuación, de manera solemne, sostuvo que no quiere para Andalucía ningún privilegio, pero que recurrirá cualquier discriminación de que sea objeto.

 

Y como donde las dan las toman, Griñán echó en cara a su oponente que cuando era ministro de Aznar el Gobierno dejara a deber a Andalucía 2.500 millones y le quitara 4.000 millones de fondos europeos. En este capítulo de fondos comunitarios estuvo generoso Griñán, porque en realidad el Gobierno Aznar le quitó 4.000 millones a Andalucía de fondos estructurales  sobre el reparto indicativo de la Comisión Europea para el periodo 2000-2006, pero también unos 1.600 millones del fondo de cohesión, si se hubiese hecho la asignación en función de la población y el territorio. Con lo que se sisó del cheque cheque andaluz la suma de 5.600 millones en aquellos siete años.

 

El debate deambuló por Euskadi, con la caja única de la Seguridad Social violada con el acuerdo Zapatero-PNV, según Arenas, y con Cajasur en manos de los vascos de la BBK. Griñán no compartía la alarma por la Seguridad Social y reprochó a su adversario la simpleza de sus argumentos. Arenas le increpaba desde su escaño y la consejera de Salud, María Jesús Montero, se volvió para decirle que no le dejaba oír al presidente. Hubo un chispazo de tensión y nervios. Ya saben, sus señorías han vuelto pletóricos de las vacaciones. Pero la situación creada la resolvió Griñán de manera muy flamenca: "déjelo, consejera, ca uno es ca uno y tiene sus caunás". Ya lo dijo este cronista al principio: cada uno es cada uno.

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