cultura

Humor 'todopoderoso' y andaluz

  • El Teatro isleño abre la temporada con 'El buen dictador', de Manu Sánchez

El humorista Manu Sánchez, sobre el escenario isleño durante 'El buen dictador'.

El humorista Manu Sánchez, sobre el escenario isleño durante 'El buen dictador'. / ayuntamiento san fernando

El Teatro de las Cortes volvió a levantar el telón de la mejor de las maneras posibles. La temporada de invierno-primavera echó a rodar el pasado fin de semana con el doblete del actor y humorista sevillano Manu Sánchez y su último espectáculo El buen dictador, que desembarcó en La Isla tras llenar con más de 6.000 espectadores del Nuevo Auditorio Fibes en Sevilla. También en San Fernando repitió el éxito de público con dos sesiones -sábado y domingo- en las que llenó con el patio de butacas con la misma facilidad con la que puso al público en pie con este nuevo monológo con el que cierra su particular trilogía sobre Monarquía, Iglesia y Estado que iniciara con El Rey Solo y continuara con El último santo.

Manu Sánchez, un viejo conocido en La Isla, volvió a hacer gala de su talento sobre el escenario para demostrar que el humor, además de ser sano para el alma, sirve para decir cosas muy serias al reírse de uno mismo. Hay, de hecho, pocos temas que no se aborden en las dos horas de monólogo que dura El buen dictador: desde el conflicto catalán y los eternos achaques de Andalucía a la salud de la democracia y sus imperfecciones, los peligros del populismo en alza, los errores cometidos en nombre de las mayorías a lo largo de la historia, el sexo, la religión, la política, el reparto de la riqueza, el humor... Un Dios muy peculiar hasta la coronilla de una díscola humanidad que decide venir a poner orden a la vieja usanza -la del Antiguo Testamento- da para mucho, desde luego. Pero solo Manu Sánchez es capaz de hilvanar uno y otro argumento con una asombrosa agilidad verbal y un ritmo bastante dinámico que apenas da tregua al espectador y que adereza con sus grandes momentos musicales. Claro que no falta en el monológo el humor más cotidiano, la mirada ingeniosa de Manu Sánchez al buscar la risa en las cosas del día a día buscando así la complicidad del público. Desde luego, su facilidad para enganchar al patio de butacas desde los primeros minutos es una de las claves de un espectáculo que tiene momentos verdaderamente brillantes, entre ellos, ese comienzo protagonizado por un todopoderoso estresado que intenta en vano atender la avalancha de peticiones que le llegan a través de varios teléfonos constantemente... Hasta que se harta, claro.

El buen dictador es, efectivamente, humor. Humor del bueno, del que se vale de ese lenguaje para abordar verdades más profundas. Y es también una reflexión sobre el sistema que Manu Sánchez salda -no podía ser de otra forma- con un canto a la libertad y a la rebeldía del ser humano, el mmismo que ya se la jugó en el paraíso. "Porque el único buen dictardor que hay -avisó- es el que no existe".

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