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una apuesta por la inclusión

Cómo ser campeones

  • Tienen discapacidad y juegan al fútbol. En esta escuela deportiva no hay barreras que puedan con la ilusión. La asociación Los Campeones echa a rodar con ganas de marcar muchos goles

"Lo del nombre es casualidad, supercasualidad...", advierte Antonio Vargas Oliva al referirse a la película Campeones de Javier Fesser que ahora irónicamente comparte la cartelera con los sonados estrenos de superhéroes. "Fíjate, que con esto de la escuela de fútbol llevamos en realidad desde agosto y el nombre lo teníamos pensado incluso desde antes. Esto es un proyecto que tenemos en mente desde hace mucho tiempo", concreta.

Y sí, la asociación deportiva y cultural que ha puesto en marcha con vocación provincial comparte el título con el filme español que tan buena acogida ha tenido: Los Campeones. La comparación resulta inevitable. Y como en la gran pantalla se dedica prácticamente a lo mismo, a entrenar a chavales con discapacidad física o intelectual. En este caso, a enseñarles a jugar al fútbol. La historia que cuentan es la misma. También, en gran medida, la mirada de la discapacidad que brindan al 'espectador'. Solo que aquí, en este caso, los campeones no son de ficción, son de verdad. Y su entusiasmo al salir al campo, al correr detrás del balón, sus ganas de entrenar un par de tardes a la semana son también reales.

"Cuando empecé con esto me dijeron: vas a aprender tú de ellos. Y es verdad", dice Vargas

"Una vez al terminar un partido se pusieron todos en círculo, abrazados y emocionados, a corear 'campeones, campeones...'. Ese día se me saltaron las lágrimas. Fue inolvidable. De ahí que le pusiéramos por nombre a la asociación Los Campeones", aclara su responsable zanjando la anécdota de la coincidiencia. Claro que el nombre trasciende también lo deportivo para reconocer explícitamente el afán de superación de las personas que tienen algún tipo de discapacidad y de sus familias. La veintena de chavales que forma parte de este proyecto que se lleva a cabo -por ahora- en La Isla y en Cádiz lo demuestra a diario. Y no solo cuando sale al campo a entrenar.

Antonio Vargas lleva tiempo con esta historia entre manos, incluso lleva ya varios años intentando acercar a los chavales con discapacidad al deporte. A este colectivo, hay que aclarar, se acercó en gran medida por su trabajo de chófer en asociaciones como Afanas y ahora Adacca. Fue ahí donde tomó contacto con una realidad que le marcó, con unos chavales que -asegura- le ganaron. Y de ahí pasó a entrenar y a crear la escuela de fútbol. Aunque no piensa quedarse solo en eso. "Hemos empezado con la escuela de fútbol porque teníamos experiencia, pero es una asociación deportiva y cultural. En mente tenemos también otras cosillas como música o teatro", apunta.

Hay una clave en todo esto, ya se trate de deporte o de otra actividad, "la de hacer cosas que luego le sirvan a ellos en su vida diaria". "No se trata de tenerlos entretenidos", advierte. El propósito de la asociación es que todo lo que se trabaje tenga luego una utilidad a la hora de desenvolverse y les ayude a integrarse.

Y la escuela de fútbol, qué duda cabe, ofrece una amplia gama de posibilidades: "Trabajamos sobre todo la coordinación, casi todos los ejercicios que hacemos son de coordinación. También la psicomotricidad, el trabajo en equipo, la autoestima...", explica. Y además, claro, hacer deporte. No compiten. Eso -aclara el responsable de la asociación- no entra dentro de los objetivos que se han marcado. Lo suyo es otra historia y desde luego disfrutan con el balón. "Lo mejor es ver sus caras de ilusión cada tarde antes de empezar", dice Antonio.

En La Isla entrenan en las instalaciones deportivas del Liceo (los martes) y en el campo de Sacramento (los viernes). Hay otro grupo en Cádiz al que se dedica otro par de días de la semana. En total son unos 20, chicos y chicas, aunque solo llevan unos meses. Tienen discapacidad intelectual, Asperger, Síndrome Down... Todos comparten el campo sorteando conos a derecha e izquierda, saltando obstáculos, conduciendo el balón de una portería a otra. Son disciplinados. "Jamás he escuchado aquí frases del tipo 'no puedo correr' o 'me canso', es algo que digo mucho para que sirva de ejemplo. Ellos no se quejan".

"Con ellos entrenar es otro mundo, qué duda cabe. Hay que trabajar a base de repetición y hay que empezar desde cero", advierte Antonio Vargas. "Pero tiene su recompensa cuando al cabo de unos meses ves que hacen una conducción de balón perfecta".

"Cuando empecé con esto me dijeron: vas a aprender de ellos. Y es verdad. A mí me sorprende todos los días su humanidad, el corazón que tienen, su sinceridad", admite el presidente de Los Campeones. "No hay tarde de entrenamiento en la que no me saquen una sonrisa".

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