Tribuna libre

Francisco Aurelio Dávila Rosso

García Lorca en el recuerdo

Se cumplen ochenta años desde que nos dejara el que posiblemente fuese la figura literaria más importante del panorama artístico del siglo XX.

La tarde del 16 de Agosto de 1936, el ex diputado de la CEDA Ramón Ruiz Alonso irrumpió con todo un operativo de hombres armados en casa del poeta Luis Rosales con un único propósito: dar caza a Federico García Lorca para retenerlo en el Gobierno Civil de Granada y dar fin a sus días en la madrugada del 18 al 19 del mismo mes entre Viznar y Alfácar.

Mucho se ha escrito sobre Lorca y sobre su muerte pero destacaría la investigación que realizó el hispanista Ian Gibson, así como los poemas que se le dedicaron tras su desaparición como el célebre Requiem por Federico del que fuera alumno de los jesuitas de El Puerto, Rafael de León o los poemas de Machado y Alberti. Con motivo de este ochenta aniversario podemos visitar hasta septiembre una exposición bajo el nombre de 'Lorca y su tiempo' que , aunque simple y deficiente en su forma, hace un recorrido histórico por la vida del poeta.

Su estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid hizo de él el artista más querido y mejor relacionado de todo el siglo XX.

Federico García Lorca, nacido en Fuente Vaqueros en 1898, era hijo de don Federico García y su segunda mujer; la maestra del pueblo, doña Vicenta Lorca. Desde niño demostró sus dotes artísticas, primero como intérprete al piano y más tarde como poeta y dramaturgo.

Sus obras quedarían para la posteridad siempre envueltas en un halo de morbo debido al desconocimiento de su paradero y por su extraña aunque fundada obsesión con la muerte.

Consiguió llevar a los pueblos de toda España su poesía y su teatro así como las obras clásicas que acercó a la gente con su compañía de teatro universitario La Barraca.

Su preferencia por los gitanos, los marginados, le hacen ser un escritor del pueblo, cosa que en ocasiones le traería grandes disgustos como las críticas que recibió de sus amigos Salvador Dalí y Luis Buñuel tras la publicación del Romancero gitano.

Sus viajes a Nueva York y Cuba nos devuelven desde América Latina a un Lorca distinto y con un estilo algo alejado de aquel con el que partió.

La casa de Bernarda Alba fue su última obra publicada y es muy probable, que la que mayor problemas le trajo por hacerse en ella alusión indirecta a una de las familias más conocidas de Granada, inspirándose en uno de los miembros de ésta para criticar el hermetismo del rito del luto en Andalucía.

Pese a ser granadino , bebía los vientos por otras ciudades andaluzas tal y como se refleja en lo que le escribió a su amigo Melchor Fernández Almagro en 1925: "Granada es horrible. Esto no es Andalucía. Andalucía es otra cosa…está en la gente (…) Yo, que soy andaluz y requeteandaluz, suspiro (…) por Algeciras, por Cádiz auténtico y entonado, por Alcalá de los Gazules, por lo que es íntimamente andaluz. La verdadera Granada es la que se ha ido (…). La otra Andalucía está viva…"

Por tanto Lorca fue, sin duda, un abanderado del sentimiento andaluz. Su muerte no fue más que uno de los muchos asesinatos injustos que se cometieron durante la guerra civil española y su recuerdo el más inmortal de toda su generación.

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