Fernando J. Blanco · ex cónsul honorario de filipinas en cádiz

"Cádiz necesita de un puente universitario con las Filipinas"

  • Una trayectoria 'colonial'. Nacido en la Tánger de 1948, estudió en Casablanca y dedicó toda su vida profesional al sector marítimo-portuario, compaginándola 30 años con el cargo de cónsul honorario de Filipinas en Cádiz

Fernando J. Blancoex cónsul honorario de filipinas en cádiz"Cádiz necesita de un puente universitario con las Filipinas"

Fernando J. Blancoex cónsul honorario de filipinas en cádiz"Cádiz necesita de un puente universitario con las Filipinas"

Durante los últimos 30 años, Fernando J. Blanco ha sido el hombre en el Sur de Europa para los miles de marineros filipinos que han transitado por el Estrecho de Gibraltar, el enlace para el millar de ciudadanos de ese país residentes en la provincia de Cádiz y el representante institucional de la república de las más de 7.000 islas en una ciudad con vínculos históricos, sobre todo con Manila. El primer y posiblemente último cónsul honorario de Filipinas en Cádiz, el mayor y más veterano de toda España, se despide de su cargo soñando con tender un puente cultural y universitario permanente con el país asiático.

-¿Cómo ha sido la experiencia de estos 30 años?

-Realmente magnífica. En primer lugar, porque para mí Filipinas era un país desconocido, lamentablemente como para la mayoría de los españoles, después de que estuviésemos allí 333 años. Eso me obligó a estudiar y a conocerlo a fondo desde el punto de vista histórico y político. Desde que nos fuimos en 1898 no se reestablecieron las relaciones diplomáticas hasta 1947 y no es hasta 1953 cuando llega el primer embajador a España. Es un país complejo: son más de 7.000 islas, aunque solamente hay unas 700 habitadas. Hay más de cien etnias con muchas lenguas distintas y la mayoría son de origen malayo, chino y de otros países del Sudeste asiático. Tienen un sistema democrático e institucional copiado de los Estados Unidos. Los candidatos se presentan a presidente con sus partidos correspondientes y nombran luego a embajadores que normalmente no son de carrera, sino presidentes de empresas, gente que les ha apoyado en la campaña presidencial. En treinta años he conocido a seis presidentes de la república y a ocho embajadores en España. Y ha habido diferencias, nunca insalvables, por supuesto.

-¿Cuáles han sido sus prioridades?

-Siempre se han enfocado en dos direcciones: primero, en la de atender cualquier necesidad que pudiese precisar la comunidad filipina en la provincia, repartida entre el Campo de Gibraltar y la Bahía de Cádiz. También en asistir a los tripulantes filipinos de los buques que escalan en Algeciras y Cádiz. Uno de cada cuatro marineros de toda la flota mundial es filipino. En segundo lugar, en fomentar cualquier actividad que amplíe el conocimiento de Filipinas, así como la cooperación en los ámbitos político, económico y cultural. Ejemplos de esto último son la placa en la fachada del Oratorio de San Felipe Neri en homenaje a los tres diputados filipinos en las Cortes de Cádiz, los cursos de verano de la UCA, la exposición España y Filipinas: 1812, la importante participación en la conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812 con el Junio Filipino, el busto a José Rizal en la Alameda y la reciente comisión institucional y comercial a Manila, con la Cámara de Comercio y la Diputación, entre muchas otras actuaciones.

-¿Qué es lo mejor con lo que se queda?

-Sin duda, con la parte humana. Ahí he disfrutado muchísimo porque he vivido momentos de alegría, de pena y de todo tipo. Y he descubierto durante todos estos años la calidad humana de los filipinos. Digo con mucho orgullo que en 30 años no he tenido necesidad de visitar ningún centro penitenciario. Y eso es significativo. En alguna ocasión hubo algún pequeño percance, pero nada más. Desgraciadamente, también algún fallecido que repatriar. El último, un estudiante de la UCA la Navidad del año pasado. La Universidad colaboró mucho.

-¿Cómo es la comunidad a la que ha asistido?

-El censo oficial de filipinos en España es de unos 30.000, pero se estima que hay unos 50.000, porque la mayor parte de ellos, cuando llevan aquí dos años, en virtud de un convenio de doble nacionalidad de una sola dirección, se hacen españoles, conservan los dos pasaportes y ya constan como nacionales. En la provincia de Cádiz son en torno a unos mil. Luego están los marinos, entre los que hay muy pocos oficiales. Ahora están llegando estudiantes universitarios. Pero en el 90% de los casos es la mujer la que llega primero, comienza a trabajar, a mandar dinero y a los dos años está pidiendo la nacionalidad y la reagrupación familiar para traerse al esposo y a los hijos. Y aún teniendo la dificultad de no saber el idioma, lo primero que aprenden a decir cuando llegan a España es "buenos días" y "por favor". Son gente muy educada, con cultura del trabajo, seriedad y responsabilidad. Y eso lo ratifican muchas familias en cuyas casas sustituyeron a muchas mujeres latinoamericanas que volvieron a sus países de origen por la crisis. La mayoría trabaja en el servicio domestico, sobre todo en el entorno de Sotogrande y la Bahía de Cádiz, y los hombres, en la hostelería, o han montado un pequeño negocio. No se cruzan de brazos, son muy ahorradores y de lo que ganan, mandan dinero a su país. Lo que envían los emigrantes, que son un 10% de la población -unos diez millones personas, incluidos los marineros- representa el mayor de los ingresos nacionales. Son gente seria que no gasta en cosas superfluas.

-¿Cuál ha sido la peor situación a la que se ha tenido que enfrentar?

-Filipinas es un país que está a merced de numerosas catástrofes naturales: si no son los volcanes, son los tifones y si no, es un accidente marítimo con un ferry de pasajeros... Siempre he estado al lado de la comunidad filipina, ayudando a recoger y empaquetar ropa y alimentos para enviar a los damnificados. La última vez, para los del tifón Hayan (Yolanda), que en noviembre de 2013 afectó a más de cinco millones de personas. Había residentes en el Campo de Gibraltar con familiares afectados. Los filipinos, además de ser una comunidad nada conflictiva y muy trabajadora, son muy solidarios y se ayudan mutuamente. Contamos con la apreciada colaboración de la Cruz Roja y numerosas ONG's.

-¿Y la más complicada?

-La derivada de que una compañía naviera abandonase un buque en el puerto de Algeciras cuya tripulación era en gran parte filipina. El consignatario ya no lo estaba asistiendo porque mantenía un conflicto con el armador. Y quien lo estaba sufriendo era la tripulación, que llevaba meses sin cobrar. Podían haberse ido, pero no querían abandonar el barco hasta no tener la garantía de que les pagarían. Para ellos era fundamental, porque era dinero que les faltaba a sus familias en Filipinas. La tripulación permaneció varias semanas encerrada con escasez de víveres y de agua, vivían con lo que les llevaban. Conseguir su repatriación fue un auténtico calvario que duró dos semanas. Aquí tengo que agradecer la colaboración prestada por la Capitanía del Puerto de Algeciras, la Cruz Roja del Mar y el sindicato internacional de los trabajadores del mar.

-Antes de su nombramiento en 1987 ¿tenía alguna relación con el cuerpo consular?

-Ninguna, absolutamente ninguna. Yo he aprendido a ser cónsul siéndolo. Pero sí que es verdad que algunos familiares lejanos de mi padre fueron cónsules y cancilleres de España en Marruecos. De hecho, un tío-abuelo fue cónsul general de España en Marrakech, pero no lo llegué a conocer. He tenido que ser autodidacta, porque no te daban un procedimiento determinado. Pero como tenía muy buena sintonía con el embajador Juan José Rocha y con el ministro consejero y cónsul general, hubo muy buena comunicación. Tuve también una gran ayuda de quien estaba en esa época de cónsul de Filipinas en Bilbao, un hombre con mucha experiencia.

-¿Qué queda del español en Filipinas?

-Durante la ocupación estadounidense acabaron prácticamente con todo. Hoy solo queda el Instituto Cervantes y nada más. Hubo una emisora de radio, que impulsó la Asociación de la Prensa de Cádiz durante la presidencia de Fernando Santiago, con la colaboración de la Junta de Andalucía y Canal Sur, y con Carlos Juan Juan al frente, y un semanario, creo. Pero eso se acabó. Y, según me comentan, los cursos de castellano del Instituto Cervantes tienen unos precios inasequibles para la inmensa mayoría de los filipinos.

-¿Qué pueden encontrar las empresas gaditanas en Filipinas?

-Hay alguna pequeña empresa que opera allí, pero es algo muy residual. La mayor parte de las firmas españolas implantadas son grandes empresas y aquí, en la provincia, no la hay. Lo que siempre ha habido es un tráfico comercial muy importante entre el Marco de Jerez y Filipinas, que sigue siendo el principal consumidor de brandy de Jerez del mundo. Hasta que un magnate filipino de origen chino, el doctor Andrew L.Tan, empezó a comprar bodegas y se hizo con Domecq y con Garvey. De hecho el grupo filipino Emperador es quien ahora produce el brandy Fundador. Pero poco más. En la última misión comercial impulsada por la Diputación y la Cámara de Comercio participé como cónsul, pero también como empresario. Algunas pymes gaditanas tienen la esperanza de vender en Filipinas. Podría haber en un futuro siempre que se abra un mercado bajo la marca España. Y de productos filipinos, hay distribuidores españoles, pero muy pocos. Una empresa de El Puerto que está produciendo flor de sal y escamas de sal con oro y que ya vende en el Golfo Pérsico quiere abrirse camino ahora en Filipinas. Hay otras más jóvenes dedicadas a las nuevas tecnologías. Lo que pasa que allí está la competencia de los indios. Por otro lado, me consta que ha habido contactos ministeriales a muy alto nivel para proyectos en el sector naval y aeronáutico para la fabricación de barcos militares y alguna aeronave, pero desconozco en qué quedaron.

-Diputación ha anunciado que va a colaborar con un Museo sobre el Galeón de Manila...

-Sí, hay una iniciativa privada al lado de un gran centro comercial, Mall of Asia. El Galeón de Manila estuvo en servicio durante 250 años. Es la primera línea regular de carga que ha existido en el mundo. Y Cádiz era el puerto de entrada porque aquí ya estaba la Casa de Contratación. El icono del museo iba a ser una réplica de un galeón a escala real e iba a ser interactivo. Y Diputación se ha ofrecido a colaborar con una exposición en el acto inaugural. Además, el Galeón de Manila sería un buen referente para que las Autoridades Portuarias de Cádiz y Manila intentasen establecer algún tipo de hermanamiento entre estas dos ciudades portuarias que tuvieron gran protagonismo.

-¿Hay alguna esperanza de recuperar los lazos perdidos?

-Claro. Le he propuesto un proyecto a la UCA que me parece muy interesante y que el rector ha escuchado con entusiasmo. De hecho, hemos quedado en entrevistarnos la semana que viene. Igual que hay convenios de colaboración con otras universidades, debiera de haberlo con alguna de las públicas filipinas o, si fuera posible, con la Universidad de Santo Tomás, una de las más antiguas de Asia. Eso sería fabuloso para Cádiz. Tenga en cuenta que la media de edad de los filipinos es de 23 años. Un convenio podría facilitar el intercambio de estudiantes, que son los mejores embajadores que puede haber. Son los que mejor pueden vender Cádiz, que tiene mucha vinculación histórica con Filipinas y con Manila en particular. Cádiz necesita de ese puente universitario.

-Hasta luego, entonces...

-Si me lo permite, me gustaría aprovechar esta entrevista para agradecer la excelente disposición con la que siempre me he encontrado por parte de todas y cada una de las autoridades, tanto civiles como militares, y la colaboración prestada por mis colegas del cuerpo consular de Cádiz, de los que mucho he aprendido. Para mí, ha sido una gran satisfacción poder despedirme a través de la ventana del Diario de Cádiz a quién debo agradecer, una vez más, la difusión que siempre ha dado a todos y cada uno de los eventos promovidos por el cónsul en estas tres últimas décadas y muy especialmente en los actos celebrados en ocasión de la conmemoración del Bicentenario. Al mismo tiempo, en nombre del Gobierno filipino, su Embajada en Madrid y el mío propio, quisiera hacer llegar a todo el equipo del Diario de Cádiz mi más sincera felicitación con ocasión de su 150 aniversario.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios