La tribuna

amparo Rubiales

Que hable la ciudadanía

LLEVAMOS demasiados años inmersos en esta terrible crisis económica, sin saber cuánto va a durar, con consecuencias durísimas para la vida de las personas. No estamos en el peor momento de nuestras vidas, aunque así lo parezca. Lo cierto es que, como escribe Javier Cercas, "salvo en los últimos 30 años, en este país siempre hemos estado muchísimo peor de lo que estamos, tanto desde el punto de vista político como económico", pero esto no sirve de consuelo para quienes lo están pasando mal. La crisis ha afectado de forma directa la vida de la gente, dejando sin esperanza a jóvenes, mayores y amplios sectores de la sociedad que sufren todas las carencias y a los que es preciso, urgentemente, dar respuesta.

La crisis lo está arrasando todo y la igualdad aún más, sin ser conscientes de que cuando las desigualdades crecen las injusticias también aumentan. Griñán, antes que Tomás Piketty, habló de la economía de la igualdad para insistir en que la igualdad en tiempos de crisis es más necesaria que nunca, para avanzar en justicia y democracia y reactivar la economía.

La celebración de elecciones no es la panacea para remediar los hondos problemas que tenemos, pero sí puede ser la mejor manera de que la gente busque la solución a sus problemas votando a aquella opción política que consideren la más adecuada. Los intereses ciudadanos son contrapuestos, pero todos legítimos, excepto, claro está, los violentos o antidemocráticos. Elegir entre las diferentes opciones que se ofrecen a la ciudadanía es la mejor forma de que esta participe en la solución de sus problemas, aunque corra el riesgo evidente de equivocarse. Es la única solución democráticamente inapelable, nos guste mucho o nada lo que la gente decida. Lo sabemos sobradamente, no se ha descubierto ningún sistema mejor para resolver los problemas de convivencia.

En esta España doliente en que vivimos, la ciudadanía va a tener la oportunidad de elegir este año, hasta en cuatro ocasiones, a quienes quieren que les gobiernen en sus pueblos y ciudades, en sus autonomías, en Cataluña, España y Andalucía. Ojalá no nos equivoquemos y votemos con la cabeza y con un poquito de corazón.

Empezará Andalucía, porque la única persona legitimada para ello, la presidenta de la Junta, así lo ha decidido, explicando bien las razones que le han llevado a adoptar esta importante decisión que considera la mejor para la ciudadanía. Una decisión valiente y arriesgada como las circunstancias exigen para dar otro salto en beneficio de Andalucía.

Desde que la presidenta de la Junta fue elegida por el Parlamento se la ha estado cuestionando por su falta de legitimidad al no haber pasado por las urnas. El líder del PP, el pasado 22 de diciembre, le pidió a Susana Díaz que "convoque elecciones y no alargue más "esta legislatura fallida". También en diciembre, los socios del Gobierno andaluz anuncian un referéndum para el próximo año, en el que iban a decidir si dejaban o no el Gobierno, y con "esa crónica de una ruptura anunciada" resultaba evidente que se acababa la confianza necesaria para gobernar. Desde la aprobación del presupuesto todos dieron la legislatura por concluida.

La decisión es "creativa y audaz", algo que, como escribe Ignacio Urquizu, está faltando en la izquierda mayoritaria para afrontar las crisis. Vivimos en una sociedad encanallada, confundida y confusa, en la que todo es mirado con recelo y no vemos bien el origen de los problemas ni las soluciones que se ofrecen.

Las elecciones en Andalucía debían ser autónomas y sin coincidencia con ninguna otra, porque es un derecho ganado a pulso por el pueblo andaluz en el referéndum del 28 de febrero, día en el que ejercimos, constitucionalmente, nuestro derecho a decidir, al que no debemos renunciar, porque conseguimos que Andalucía tuviera, por primera vez, en su historia, voz propia e influencia política en España.

Fuera de Andalucía no es fácil que nos entiendan, siguen funcionando con los tópicos de siempre y, aunque pase el tiempo, se sigue demostrando. Pocos se acuerdan de que la UCD no entendió lo que significaba nuestra autonomía y despreció el referéndum, lo que fue causa de su desaparición como partido político, a pesar de ser el partido gobernante, y, recientemente, Podemos, que esta "triunfando" con sus mítines en toda España, "pinchó" en Sevilla.

Decía Santa Teresa: "En tiempos de turbación, no hacer mudanza", y aunque sea razonable, ha de usarse con equilibrio, porque las dificultades no se resuelven sólo dejando que el tiempo pase, sino con decisiones arriesgadas. Votar es la más importante. El año de la ciudadanía lo va a inaugurar Andalucía. Lo mejor siempre es que "el pueblo hable" y no se equivoque.

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