Cádiz

"Si te pones mala, no cobras"

  • Dos empleadas del hogar narran su incertidumbre sobre el futuro una vez que dejen de trabajar en las casas y tras no haber cotizado en la Seguridad Social

Sonia lleva ya más de 10 años trabajando en casas. No tiene un día de la semana libre porque presume de hacer muy bien su labor. Cuando se le habla del informe que ha presentado Cáritas asegura que todo le suena muy de cerca, pero ve muy complicado cambiar la situación. No quiere dar sus apellidos porque nunca se sabe cunádo puede haber alguien de Hacienda leyendo el Diario.

Sonia tuvo un pequeño paréntesis fuera de los hogares. Es una excelente cocinera y a través de un conocido pudo entrar en un buen restaurante de Cádiz para hacer postres. Pero la crisis llegó y se rompió por el lado más débil. Tuvo que echar mano de agenda para llamar a sus anteriores empleadores, pero todos ya tenían una nueva chica trabajando en sus casas.

La situación había cambiado y con la crisis había mucha competencia, por lo que tuvo que rebajar su sueldo. Cobra siete euros la hora y suele hacer unas 30 semanales, dependiendo de la casa: "Prefiero las parejas jóvenes, porque te dan más libertad a la hora de trabajar y no son tan quisquillosos. Además te tratan con un poco más de respeto. Aunque no se puede generalizar, no te ven como a una inferior".

Sonia, salvo en ese pequeño lapsus en el bar, nunca ha estado asegurada, ni siquiera se lo han propuesta ni ella lo ha pedido: "Claro que me gustaría estarlo por el día de mañana, cuando ya te tengas que jubilar, pero sé que eso es muy difícil y que se da por hecho que aquí se trabaja por horas o por un sueldo fijo pero sin papeles".

Eso las deja, y hablamos en femenino porque casi la totalidad de las que trabajan en este sector son mujeres, en una absoluta indefensión: "Pero es que si nos ponemos a exigir rápidamente sales de la casa y contratan a otra. Además ahora tenemos la competencia de las extranjeras que han tirado los precios por los suelos".

Carmela lleva 20 años y llegó a estar como interna en casa de una anciana, donde sí estuvo asegurada, pero cuando ésta murió tuvo que empezar otra vez a buscarse la vida. Hace ya siete años de eso y no ha conseguido que nadie le asegure, aunque al igual que Sonia no lo ha reclamado.

Carmela tuvo un accidente doméstico en su propia casa y se partió un brazo. Eso le podría haber ocurrido en el hogar en el que trabajaba pero el resultado hubiera sido el mismo, es decir, la baja de algo más de mes y medio hubiera corrido por su cuenta. Si no se trabaja, no se cobra: "no te puedes poner ni un solo día enferma".

Ahora bien, Carmela es muy realista y dice que sin tener ninguna formación no puede acudir apenas a ningún trabajo: "Mi hija quería dejar de estudiar y empezar a trabajar también en casas, pero yo le he rogado encarecidamente que se forme y aprenda algún oficio, porque éste es un trabajo muy sacrificado".

Sonia y Carmela agradecen que desde Cáritas se acuerden de ellas, pero consideran que los problemas que se sufren en su sector son estructurales.

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