Este lunes, 9 de enero, podría decirse que es el día de la vuelta a la normalidad tras las fiestas navideñas que, como cada año, han tenido su punto álgido con la celebración primero de la Navidad en sí (incluida la Nochebuena), después con la llegada del Año Nuevo y finalmente con la festividad de los Reyes Magos. Y con la vuelta a la normalidad suelen plantearse dudas como ¿cuándo acaba realmente la Navidad?, ¿cuándo se deben quitar los adornos de Navidad en nuestras casas? o ¿hasta cuándo es correcto seguir felicitando el año nuevo?

Lo primero que hay que precisar es que no hay nada escrito en las normas de Protocolo sobre este asunto. Eso implica que la solución haya que encontrarla en las tradiciones que con los años han ido pasando de generación en generación, en el refranero popular, en el santoral (habida cuenta de que la Navidad es una fiesta eminentemente religiosa) o, más fácil aún, en las normas de educación o cortesía que imperan en la sociedad contemporánea.

La Iglesia Católica tiene claro que la Navidad en sí empieza en la Nochebuena, fecha del nacimiento del Niño Jesús, y que concluye el 6 de enero, festividad de la Epifanía del Señor. Eso puede ser lo único que está claro cuando se plantean estas dudas postnavideñas.

A partir de ahí entran en juego las tradiciones. Y una de ellas es la que habla de la colocación de adornos y exornos navideños en nuestras viviendas. Porque desde hace muchas generaciones siempre se fijó el 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, como la fecha en que se colocaba el nacimiento, el belén, un simple misterio o, lo más reciente, el árbol de Navidad. Esta tradición está claro que no ha sido respetada por infinidad de ayuntamientos que de unos años para acá vienen prefiriendo adelantar el encendido de los alumbrados extraordinarios en sus calles a veces hasta al mes de noviembre, posiblemente para ayudar al comercio tradicional incitando a las compras navideñas antes de tiempo.

En cuanto a cuándo hay que desmontar los adornos, el nacimiento o el árbol de Navidad en nuestros domicilios, lo normal es hacerlo antes del regreso a las aulas. Así, lo habitual es que estos desmontajes se centren en la jornada del 7 de enero, aunque cuando ello coincide con un fin de semana, como ha sucedido este año, no son pocas las familias que lo postergan hasta el 8 de enero. Y es que para la inmensa mayoría de la gente, ayer domingo fue cuando acabó realmente la Navidad

Ahora bien, también hay familias que entienden que las fiestas navideñas y, por lo tanto, también la cont¡nuidad de los adornos navideños, se deben prolongar hasta el 2 de febrero. Ese día la Iglesia Católica celebra la fiesta de la Candelaria, en la que, coincidiendo con los 40 días posteriores a la Navidad, se recuerda la presentación de Jesús en el templo. Hay quien entiende que esta festividad viene a poner fin a la conmemoración de la infancia de Jesús y que, por lo tanto, no es hasta ese día cuando se debe dar por acabada la Navidad.

En cuanto a la felicitación del año nuevo, y basándonos en que no hay nada escrito al respecto en las normas de Protocolo, los expertos plantean dos fechas posibles para limitar estas salutaciones. La primera opción, que es a la que menos recurre la sociedad, es la que considera que estas felicitaciones pueden prolongarse hasta el 17 de enero. Aquí vienen de la mano el santoral y el refranero popular porque ese día se celebra la festividad de San Antonio Abad o San Antón. Y, según reza el refrán, "hasta San Antón, Pascuas son". Es decir, que según este criterio puede haber Navidad y felicitaciones hasta la semana que viene.

Pero hay otra opción, que es la que considera que el año nuevo debe dejar de felicitarse con la vuelta a la normalidad en todos los ámbitos de la sociedad. Es decir, que hoy, lunes 9 de enero, debería ser el último día para ello, una vez que se felicita a los compañeros de clase, del trabajo, etc.