Aurelio Rojas, cardiólogo: "La rutina de los betabloqueantes tras un infarto ya no se sostiene en todos los pacientes"

Un macroestudio internacional liderado por el CNIC cambia la estrategia en la cardiología post-infarto

Aurelio Rojas, cardiólogo: "El ibuprofeno es uno de los peores medicamentos para el corazón"

Aurelio Rojas, cardiólogo / @doctorrojass

Un vídeo reciente del cardiólogo Aurelio Rojas en Instagram ha encendido el debate: ¿deben todos los pacientes que han sufrido un infarto seguir tomando betabloqueantes? Durante años, la respuesta parecía obvia: sí. Estos fármacos se recetaban casi de manera automática, con la idea de proteger el corazón y evitar nuevos eventos. Pero la ciencia ha dado un vuelco. Un macroestudio internacional liderado por el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), publicado en el New England Journal of Medicine y en The Lancet, demuestra que su uso indiscriminado ya no tiene sentido.

Un antes y un después en cardiología

En España, más de un millón de personas han pasado por un infarto y muchas de ellas toman a diario betabloqueantes. El hallazgo es crucial porque no solo cuestiona una práctica extendida, sino que también apunta a una mejora directa en la calidad de vida de miles de pacientes. Y es que estos fármacos no están exentos de efectos secundarios: fatiga, mareos, debilidad e incluso disfunción sexual. Lo novedoso de la evidencia es que introduce un matiz decisivo: depende de la función cardiaca del paciente.

Los investigadores han dividido a los pacientes en tres grupos según la fracción de eyección, el parámetro que mide la capacidad del corazón para bombear sangre:

Este cambio refleja cómo ha evolucionado la medicina en las últimas décadas. Hoy, gracias a la angioplastia primaria, la revascularización inmediata y los nuevos fármacos, el corazón se preserva mucho mejor tras un infarto. Por eso, lo que antes era una receta universal, ahora debe personalizarse.

Una práctica clínica que necesita actualizarse

Rojas lo resume sin rodeos: "La rutina de los betabloqueantes tras un infarto ya no se sostiene en todos los pacientes". El problema es que la práctica médica aún no se ha actualizado del todo. Muchos informes siguen prescribiéndolos por inercia, y miles de pacientes los toman sin necesidad. Esto no solo afecta a su bienestar, sino que también implica un gasto sanitario innecesario.

El consejo es claro: nunca suspender el tratamiento por cuenta propia. El paso correcto es revisar los informes médicos y fijarse en una expresión clave: "fracción de eyección conservada". Si aparece, conviene hablar con el cardiólogo y valorar si lo mejor es mantener o suspender los betabloqueantes.

Este descubrimiento no significa que la medicina se haya equivocado, sino todo lo contrario: que progresa. La ciencia se corrige y evoluciona. El uso de betabloqueantes se mantiene donde aporta un beneficio real y se evita en los casos en los que solo suma efectos secundarios. Es un ejemplo claro de cómo la cardiología se vuelve cada vez más personalizada y adaptada a cada paciente.

El impacto de esta nueva estrategia es tangible. Para muchos, supone recuperar energía, vitalidad y calidad de vida. Para otros, garantiza seguir con un tratamiento que realmente protege el corazón. En definitiva, la cardiología española, con el liderazgo del CNIC, marca un antes y un después en la forma de cuidar a los pacientes tras un infarto.

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