Toros | Segunda de abono de la Feria del Caballo

Un llenazo y las figuras a hombros

Roca Rey y Talavante a su salida a hombros de la plaza de toros de Jerez.

Roca Rey y Talavante a su salida a hombros de la plaza de toros de Jerez. / Manuel Aranda

TARDE de triunfo en la plaza de toros de Jerez en la segunda de abono de Feria del Caballo un espectáculo triunfal con un noble encierro de Jandilla, pero de poca relevancia, en una de esas tardes triunfales que se diluyen en el recuerdo de los aficionados, que tienen en el marcador un ciento como ésta con las figuras.

Vaya por delante que una tarde de toros en Jerez se está convirtiendo en un seminocturno espectáculo que comienza con el retraso del propio presidente, que se asomó al palco con una demora de cinco minutos, sin duda porque la empresa le había dado orden de esperar a los que vienen tarde de feria.

Porque el público de Jerez es para comérselo y ayer se vio como se entregó a los toreros, pero hay una mancha de palurdos de pésima crianza que llegan al tendido tarde, molestando, y que en medio de la lidia evacúan al bar para reponer el vaso largo.

Con total impunidad se mueve en el tendido con el toro en el ruedo alguno que en vez de corbata debería llevar una boina peluda de Elósegui, de Toloda, las mejores sin duda.

Porque si en España no hay puntualidad en los toros, mal vamos y si además se ralentiza el espectáculo con la lidia nocturna de quinto y sexto, llega esa irrelevancia a la que se encamina el toreo, según el ministro desahogado. Como sería la pachorra que a Roca Rey le mandaron los avisos en los dos toros antes de montar la espada.

Noble y colaboradora corrida de toros de Jandilla que se quedó sin picar

Yo creo que al toreo le queda vida, nada más hay que ver el lleno de ayer, pero lo que está al borde de la extinción es la suerte de varas. Hasta el tercer toro no vimos un puyazo, en una corrida que se fue sin picar. Por eso se llevó un aplauso Mariano Benitez.

Cuando salíamos de la plaza, ya de noche, sumamos a nuestras vidas un capítulo de casi tres horas de lidia en una tarde en la que volvía a Jerez Talavante y en la que Roca Rey sumó un nuevo triunfo: al final se repitió la foto de aquel mano a mano de ambos antes de la pandemia en esta plaza y lo de Aguado también fue un dejá vu de otra tarde en Jerez en la que se jugaba y buscaba la puerta grande en el sexto.

Talavante fue muy bien acogido por el público con su primero, toro noble suave y sin la chispa –o el carbón si quieren– para darle relevancia a la labor del torero. Le cortó las dos orejas al toro con facilidad porque lejos están aquellos tiempos en los que había que pasar grandes fatiguitas para tocar pelo en Jerez. Bonito repertorio, pases lindos y premio de faena épica.

Con su segundo no pasó nada hasta el monterazo de los banderilleros y luego una labor de temple y suavidad con un toro que vino a menos, dejando momentos de alta calidad en una labor que se quedó en una oreja por el pinchazo y el descabello, que si no le dan otra más.

Una presidencia poco ejemplar llegó al palco con cinco minutos de retraso

El primero de Roca Rey fue un manso que cantó su condición donde corresponde, en el caballo, pero luego en la muleta del limeño mejoró mucho la condición del toro, hasta el punto de que buscaba la pañosa con ganas. Hubo un altibajo entre las dos partes de la faena de Roca Rey, una primera en la que tiró más del toreo cambiado y una segunda de mano baja en redondo en dos largas series cayendo la primera oreja.

En su segundo, escenografiando al son de Nerva, con la mano baja de nuevo y en redondo, desplazando mucho al toro, hizo que el público se entusiasmara y que el toro se terminara de rajar escapando. En el mérito de Roca Rey está la estocada de la tarde, que se la recetó a este toro tras su larga y aclamada faena. Las dos orejas le abrieron la puerta grande.

Cierto es que había levante a ratos, sin duda más en la arena que en el tendido. Aguado se las vio con su primero en tablas y no pasó de las dos rayas. La lidia de Aguado fue una búsqueda, con mando y sitio pero sin encontrar toro y torero nada y mucho menos frente al cañón de la puerta grande, por donde entra fluido el aire. O sea que no pasó nada.

Le quedaba la carta del sexto, un toro noble y que acudía, sin repetir, a los cites. De nuevo el torero buscó el abrigo del tendido, sin salirse fuera con el toro. La estampa de Pablo Aguado por ayudados en tablas de sol fue una de las que abonan el mejor recuerdo de la tarde, así como el natural cuando pudo dejar de citar con la ayuda al noble pero ya muy desfondado toro. El pinchazo previo a la estocada no le privaron del premio y reconocimiento del público jerezano., pero sí de la puerta grande.

Y esta tarde más, sean puntuales por favor.

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