Crónica de la quinta corrida del abono

‘Zafia’ salvó el honor de Jandilla

  • Con el sexto toro se arreglaba la tarde y le daba a Manzanares cortar la única oreja

  • Tanto Morante como Urdiales se estrellaron en la falta de raza

Cuando la tarde parecía irse por el sumidero de las tardes infumables salió ‘Zafia’ en sexto lugar y Josemari Manzanares le cortó una oreja tras endilgarle muletazos como este natural.

Cuando la tarde parecía irse por el sumidero de las tardes infumables salió ‘Zafia’ en sexto lugar y Josemari Manzanares le cortó una oreja tras endilgarle muletazos como este natural. / Juan Carlos Muñoz

Todos los buenos augurios de los días anteriores estuvieron a punto de desdecirse a causa de un envío ganadero falto de raza y de fuerza en general, maquillando el prestigio de Jandilla el toro que cerró plaza. Muy bravo en el caballo sirvió para que se saliese de la plaza con mejor ánimo tras una tarde de puro y clavel, pero que rompió en tediosa a más no poder.

Y ante el envío de los herederos de Borja Domecq se estrellaron Morante y Urdiales para que Manzanares saliese mejor parado gracias a Zafia, un toro negro mulato que arregló la tarde. Y la arregló in extremis, ya que hasta entonces nos encontramos con un Morante toreando como de salón al desrazado de Vegahermosa que abrió plaza. Y como el toreo de salón puede ser bello, pero absolutamente falto de emoción, el recital de pulcritud que dio el cigarrero discurrió sin pena y también ayuno de gloria. Como además parece que prevalece el desencuentro entre torero y banda de música, pues nada de nada. Peor estuvo lo del otro del lote y al que el torero acusó de estar reparado de la vista. Tras unos lances de manos altas, como del maño Villalta, un trasteo sobre las piernas y a tirar por la calle de enmedio antes de despenarlo de metisaca y media estocada.

Morante de la Puebla dejó destellos de clase con el capote. Morante de la Puebla dejó destellos de clase con el capote.

Morante de la Puebla dejó destellos de clase con el capote. / Juan Carlos Muñoz

Desde que obtuvo el aval de Curro Romero, la presencia de Diego Urdiales en Sevilla viene precedida de expectación y en el recuerdo aquella faena a un toro de Garcigrande en San Miguel. Pero también el riojano fue víctima del mal juego del ganado. Brilló con el capote en ambos toros, pero entre que su primero no se emplea y que el quinto va quedándose corto hasta pararse completamente, el buen uso de la espada fue la cara buena de una tarde para el olvido. Ni siquiera el empeño que puso para justificar el brindis al bético Joaquín fue suficiente para que aquello rompiese para bien.

Tercero de la terna, uno de los toreros que Sevilla adoptó desde la primera hora. Josemari Manzanares, que ha abierto la Puerta del Príncipe un puñado de veces, se mueve por el amarillo albero como por el patio de su casa, pero el torero dispone y el toro descompone. Y eso que Josemari salió a revienta calderas con el capote, sobre todo en un quite por chicuelinas que recordó a las que daba su padre barriendo la arena con las manos muy bajas. A ese toro tercero le hizo un quite Morante con verónicas prehistóricas que, inspirado en las de Gallito, bien podría haberlas firmado Nicanor Villalta. Ese toro no tiene el mínimo de fuerzas para no ser devuelto, no existe ni una pizca de transmisión y el alicantino saluda una fuerte ovación que se gana gracias a un estoconazo fulminante.

Uno de los toros hincando los cuernos en el albero ante la capa de Diego Urdiales. Uno de los toros hincando los cuernos en el albero ante la capa de Diego Urdiales.

Uno de los toros hincando los cuernos en el albero ante la capa de Diego Urdiales. / Juan Carlos Muñoz

...y salió Zafia para cerrar la tarde y con él afloró en el Baratillo la clase que prestigia a la ganadería de Jandilla. Tras un brillante recibo a la verónica surgió espléndida la cuadrilla que lleva Manzanares. Si antaño eran Trujillo y Curro Javier los que partían el bacalao, hoy fueron Mambrú, Duarte y Luis Bázquez con los palos y un gran Paco María a caballo junto a Chocolate. Y como picaron, lidiaron y banderillearon a Zafia fue la cimentación para que el matador se reencontrase con su Sevilla del alma.

Fue esa faena tantas veces vista en la Maestranza de redondos redondísimos y templados para el cambio de mano que hace crujir a la plaza. Redondos y naturales combinados en tandas largas que levantaron la tarde hasta lograr el milagro de hacernos creer que la tarde había merecido la pena. Un pinchazo hondo recibiendo bastó para que el toro doblase y para que Manzanares tocase pelo. Ahí se maquilló una tarde de expectación que fue de frustraciones hasta que Zafia salió por el portón de los sustos. Los buenos augurios estuvieron a punto de caer hechos trizas.

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