Llega San Valentín y todos automáticamente piensan en amor, rosas rojas, bombones, colonias y frases pomposas para conquistar (o mantener la conquista) de esa persona que nos roba el corazón a diario. Cada 14 de febrero los besos se multiplican y los gestos de cariño nacen (o se hacen) a pesar de que hay quienes consideran que San Valentín no es un buen día para reconciliarte con tu pareja. Pero, ¿por qué San Valentín es el patrono de los enamorados?

Porque el origen de la fiesta del día de San Valentín no está en Amazon ni en el Corte Inglés o Galerías Preciados, aunque esta última si tenga algo que ver en la tradición consumista que existe actualmente en España coincidiendo con estas fechas. El origen de esta fiesta está en la figura de un sacerdote llamado Valentín que antepuso el amor de las personas a su propia vida y demostró que con amor incluso fue capaz de curar la ceguera de su amada. 

Los santos patronos son asignados por una tradición venerable, o elegidos por elección como intercesores especiales ante Dios. Y la tradición o leyenda que persigue a Valentín le sitúa fuertemente relacionado con el amor y todos los sentimientos asociados a este concepto, más allá de la atracción sexual. Amabilidad, afinidad, aceptación, cariño, ternura, adoración, respeto, cordialidad, gratitud...

Leyendas sobre San Valentín

Así como San Francisco de Asís es el patrón de los animales; San Nicolás, de los niños; San Cayetano, el patrón de los desempleados; San Vicente de Paul, el de los pobres; o Santo Tomás de Aquino, el de los estudiantes, San Valentín representa a ese grupo de personas unidas por ese amor que le llevó a casar a jóvenes parejas en la época romana cuando el emperador lo tenía prohibido porque deseaba que sus objetivos vitales se centraran únicamente en asuntos bélicos.

La Iglesia atribuyó a San Valentín la capacidad de proteger a los enamorados que deseaban contraer matrimonio

Siglos después de su muerte, la Iglesia atribuyó a San Valentín la capacidad de proteger a los novios y a los enamorados en camino al matrimonio y a una unión bendecida con hijos. Es el origen del culto de san Valentín como patrono de los enamorados, que también hunde sus raíces en otras leyendas, como la de la de la rosa de la reconciliación, en la que "se cuenta que un día Valentín, oyendo discutir a dos novios que estaban pasando junto a su jardín, salió a su encuentro llevando como regalo una rosa roja, e invitándoles a hacer las paces. Las palabras tuvieron la fuerza de serenar a la pareja y, transcurrido algún tiempo, los novios volvieron donde Valentín pidiéndole su bendición para la boda y prometiéndose amor eterno. Cuando la población supo del hecho, comenzó la costumbre de regalarse rosas entre los enamorados y de dirigirse a Valentín para pedir su protección".

Y la leyenda sobre la joven doncella cristiana Serapia y el centurión romano Sabino. "Cuando ambos consiguieron finalmente vencer las resistencias de los padres de ella gracias al bautismo de Sabino y a la fe de la joven, ésta había ya enfermado de tuberculosis, y Valentín decidió dirigirse a donde agonizaba la joven. Serapia tenía junto a sí a Sabino, deseoso de poder permanecer siempre con ella. Aquella voluntad inquebrantable fue escuchada. Y con la intercesión del santo, los dos enamorados, abrazados entre sí, cayeron en un sueño que los unió por toda la eternidad", se explica en la obra San Valentino, de Giuseppe Cassio.