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San Fernando

¿Por qué se descarta la rehabilitación del colegio San Ignacio de San Fernando?

Fachada del colegio San Ignacio, declarado en ruina.

Fachada del colegio San Ignacio, declarado en ruina. / D.C. (San Fernando)

El informe técnico que avala la declaración de ruina del colegio San Ignacio que ha aprobado el Ayuntamiento de San Fernando descarta la rehabilitación del edificio principal por su excesivo coste y complejidad pero sobre todo porque dicha intervención, a pesar de su elevado presupuesto y de su dificultad, no lograría de ninguna manera solventar las patologías del inmueble. Solo conseguiría ralentizarlas en el tiempo. De ningún modo sería una solución definitiva, se advierte el dictamen.

Son las principales conclusiones del estudio realizado por el arquitecto Enrique Machuca Tortajada a raíz del encargo realizado por el Consistorio, un informe que se basa tanto en el análisis del estado del edificio por este especialista como en los datos aportados por las pruebas de laboratorio y la realización de calicatas en los forjados.

El estudio –que se conoce desde el pasado mes de agosto, aunque la tramitación administrativa de la declaración de ruina no se haya completado hasta hace un par de semanas– señala dos cuestiones clave que llevan a descartar su rehabilitación: la existencia de fallos en el diseño original del edificio y los efectos causados problema de la carbonatación del hormigón.

En el primer caso, el dictamen al que ha tenido acceso este periódico señala que el colegio "está mal resuelto constructivamente, ya que las formas del perímetro, no disponen de ningún tipo de armadura, ni soporte de sujeción con la jaula de armaduras de la viga". Eso produce deformaciones por la carga y, a su vez, roturas de las bovedillas y desprendimientos.

Por otro lado, se indica también la existencia de fallos en el proceso de vertido y compactación del hormigón de las vigas (las armaduras y jaulas de armaduras de las vigas han carecido casi por completo de separadores) lo que da lugar a una mala colocación y a desplazamientos, lo que desemboca en problemas de estabilidad y en la aparición de grietas.

A ello se suma además el problema que suponen los áridos utilizados en la obra: arena de playa, con un alto contenido en sales de cloro que resultan extremadamente dañinas para las armaduras. En las grietas, de hecho, se han llegado a encontrar restos de conchas marinas.

Estos fallos constructivos justifican parte de las carencias que se han detectado en el edificio de 1970. Pero hay otro problema: la carbonatación del hormigón, el proceso natural que se produce cuando el dióxido de carbono presente en el ambiente reacciona con el agua o la humedad retenida reduciendo su pH, lo que activa el proceso de corrosión de las armaduras y, por las presiones, causa el estallido del hormigón con los consiguientes desprendimientos de cascotes.

Dado este cúmulo de circunstancias, la rehabilitación del edificio pasaría evidentemente por la sustitución del forjado de cubierta, pero dicha actuación -se advierte explícitamente- no sería nada sencilla por las patologías detectadas, que necesariamente condicionarían la intervención. Y a la postre –señala el dictamen– tampoco solventarían el problema: "El edificio finalmente, seguirá siendo un edificio con mas de cincuenta años, mal construido, y con importantes patologías latentes consecuencia de la carbonatación y la excesiva porosidad del hormigón".

Aun llevando a cabo una rehabilitación del edificio –se advierte– en cualquier momento podrían producirse nuevas fisuras, grietas y desprendimientos dada la patología de la carbonatación del hormigón.

El informe cuestiona también que los problemas del edificio se deban a la falta de mantenimiento dado que su estado actual "es el resultado de un cúmulo de patologías, que algunas provienen del mismo proyecto y su ejecución". Incluso llega a tildar de "aventurado" pensar que así se hubieran arreglado todo.

En este dictamen se alude también al informe anterior elaborado por la Agencia Pública de Andalucía de Educación (APAE) –que es de febrero de 2023– para señalar las coincidencias existentes en la evaluación del estado del colegio a la hora de plantear su posible rehabilitación y considerar que "las actuaciones que se pueden realizar sobre el edificio no pueden resolver los problemas que este presenta, en algunos casos como el de la carbonatación solamente se puede detener pero no revertir" y reconocer que dicha intervención resulta antieconómica.

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