Sociedad

El desafío de ser mujer en Guatemala

  • El feminicidio es una de las formas más brutales de violencia contra el sexo femenino en todo el mundo · El país centroamericano es el segundo donde se registra la tasa más alta de casos

Nacer mujer, motivo "suficiente" para ser asesinada. Guatemala es el segundo país de América Latina -después de México- con la tasa más alta de violencia contra las mujeres. Tal es la magnitud de este hecho que en 2009 877 mujeres guatemaltecas fueron asesinadas, una media de tres víctimas por día. Estas cifras evidencian la necesidad de una "emergencia nacional", como así señala Walda Barrios, consejera asesora de la Unión Nacional de Mujeres guatemaltecas (Unamg).

El feminicidio es el término con el que se conoce a este acto, en el que se asesinan a mujeres por el simple hecho de serlo. Esta es una de las formas más brutales de violencia contra el sexo femenino de todo el mundo, donde las víctimas, además de ser asesinadas, previamente son secuestradas, violadas y torturadas.

Aunque la violencia contra la mujer es un fenómeno social e histórico, cuyas bases se encuentran fuertemente enraizadas en las estructuras sociales, culturales, políticas y económicas del país, el feminicidio no se definió como tal hasta el año 2006 en México.

En su definición literal -"conjunto de delitos de lesa humanidad que contienen los crímenes, los secuestros y las desapariciones de niñas y mujeres en un cuadro de colapso institucional"-, se puede comprobar que este problema evidencia una fractura del Estado de derecho que favorece la impunidad.

A pesar de que el feminicidio es un concepto relativamente nuevo, su importancia radica en la posibilidad de caracterizar una situación invisibilizada: los crímenes de mujeres, como la expresión más terrible de la violencia que vive el sexo femenino por pertenecer a una cultura patriarcal como la guatemalteca.

Se trata de un problema bastante complejo que hay que analizarlo teniendo en cuenta variables que permitan observar los diferentes escenarios de poder, control y subordinación en el que las mujeres son asesinadas. Hablar de feminicidio evidencia un trasfondo no reconocido en todo este asunto, la misoginia (odio a la mujer).

La situación de Guatemala es particularmente grave debido a la magnitud del hecho. Aunque son muchos los esfuerzos que se están realizando desde el Estado y la sociedad civil, entre los que destaca la colaboración de asociaciones como Aieti (Asociación de Investigación y Especialización sobre Temas Iberoamericanos) que trabajan para combatir la violencia de género; la realidad es que los esfuerzos aún son insuficientes debido a que no han generado cambios profundos ni transformaciones estructurales que contribuyan a lograr el acceso a la justicia de las mujeres.

Durante el periodo de 2005 a 2007 se detectaron 1.840 casos de violencia, de los cuales sólo 43 fueron condenados. Es decir, existe alrededor de un 97% de impunidad en los casos de feminicidio de Guatemala. Es un porcentaje que está generando una cultura de terror en la población femenina, lo que termina siendo una estrategia del patriarcado para expulsar a las mujeres de los espacios públicos y reubicarlas en las esferas de lo privado.

A pesar de existir un marco legal y de unas teorías que regulan el feminicidio en Guatemala, falta la práctica, de hecho, según afirma Carmen López, directora del Centro de Investigación, Capacitación y Apoyo a la Mujer de Guatemala. "En nuestro país se sanciona antes a un hombre por robar una gallina, que al que mata a una mujer", asegura.

El perfil de las víctimas por feminicidio es muy diverso, aunque el mayor porcentaje se centra entre los 17 y los 47 años de edad, destacando la mujer que estudia o trabaja, es decir, como señala Walda Barrios "mujeres que dejan la esfera doméstica y salen a la vida pública", todo motivado por el pensamiento patriarcal de que el lugar de la mujer es la casa.

Con los asesinatos de féminas con este perfil lo que busca el agresor es "lanzar que si estamos en otros espacios diferentes al hogar, la probabilidad de ser asesinada es bastante alto", afirma Walda.

Ante esta situación cabe cuestionarse qué hacer ante este panorama tan complejo. Cada día más mujeres son asesinadas víctimas de un problema de violencia estructural, ¿cómo afrontarlo? ¿qué es necesario para acabar con los feminicidios en Guatemala y México, visibilizarlos, prevenirlos y sancionarlos? ¿cómo llegar a su erradicación y a la conformación de una sociedad con justicia de género, donde la ciudadanía de las mujeres no sea únicamente una cuestión discursiva sino una práctica real? Encontrar una respuesta a estas cuestiones parece una verdadera utopía, sobre todo en una sociedad en la que el crimen contra las mujeres va en aumento y que son un correlato de una cultura que sigue subordinando a las mujeres, donde la violencia se ejerce como mecanismo de control y dominación social.

Sin embargo, la lucha de asociaciones e instituciones sin ánimo de lucro como Aieti que se dedican a trabajar contra este problema, cada vez es mayor. El objetivo principal es alcanzar un cambio de pensamiento en la sociedad y dar a la figura de la mujer el lugar que le pertenece dentro de un contexto donde ahora no tiene cabida porque está sumida en una cultura patriarcal.

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