Sociedad

Medio millón de españoles padecen sensibilidad química y ambiental

  • Se trata de una patología aún no reconocida plenamente y cuyos enfermos sufren en muchas ocasiones el escepticismo de los médicos · Sólo el 10% de los afectados tienen una incidencia grave.

Cerca de medio millón de españoles pueden padecer algún grado de sensibilidad química y ambiental múltiple (SQM), una patología aún no reconocida plenamente y cuyos enfermos suelen sufrir, además, la incomprensión o escepticismo de muchos médicos que desconocen su existencia.

Así lo exponen los doctores Joaquín Fernández-Solà y Santiago Nogué, del Hospital Clínico de Barcelona, en el libro Sensibilidad Química y Ambiental Múltiple (Viena Ediciones), donde recogen los aspectos generales de la enfermedad, las manifestaciones clínicas, posibles tratamientos o recomendaciones prácticas para los pacientes.

El doctor Nogué define la SQM como una enfermedad caracterizada por la pérdida progresiva de tolerancia a la presencia en el medio ambiente de agentes químicos diversos, como productos de limpieza, perfumes, pinturas, disolventes o hidrocarburos, aunque muchos extienden también esta hipersensibilidad a bebidas alcohólicas, alimentos y fármacos que antes toleraban, e incluso a las ondas electromagnéticas.

El desencadenante de este síndrome puede ser la exposición única o reiterada a uno o varios productos tóxicos -insecticidas, gases y vapores irritantes, derivados del petróleo, edificios enfermos y otros-, pero no siempre se constata este antecedente.

En una entrevista, el doctor Fernández-Solà señaló que, aunque no existen estadísticas exactas, los cálculos aproximados indicarían que hasta un 1% de la población podría estar afectada por algún problema crónico de SQM, aunque sólo en un 10% de estos afectados tendrían una trascendencia grave.

Fernández-Solà comentó que algunas de estas personas simplemente notan dolor de cabeza o irritaciones cuando, por ejemplo, acuden a un centro comercial y entran en contacto con el ambientador, y se les pasa cuando marchan, pero en otros casos se trata de trabajadores de industrias que están continuamente expuestos a productos que les provocan malestar y hacia los que desarrollan esta sensibilidad.

Así, al inhalar estos productos, estas personas sufren ahogo, dolor de cabeza, náuseas, fatiga extrema y mal estado general que les impide seguir en este ambiente. Al separarse del desencadenante mejoran progresivamente en horas o pocos días, pero en general los pacientes graves sufren una gran pérdida de calidad de vida debido.

El problema para diagnosticar la enfermedad es que no se producen alteraciones significativas en las pruebas analíticas de sangre u orina que permitan confirmar el diagnóstico: "No hay marcadores específicos, pese a lo cual el cuadro clínico es muy claro y característico", indicó el doctor Fernández-Solà.

por su parte, Santiago Nogué, que en 2009 coordinó la primera reunión nacional sobre SQM, advirtió en el libro que "muchos de estos pacientes son injustamente etiquetados de una enfermedad psicosomática, de un síndrome ansioso-depresivo o de absentistas laborales", y añadió que la incredulidad por la existencia real de la enfermedad suele abarcar desde los familiares, a su entorno laboral e incluso a los médicos de cabecera y otros especialistas.

Los doctores advierten que las intolerancias a productos cotidianos como colonias, lejías, pinturas o disolventes no son de tipo alérgico, pero pueden acompañar a otros síndromes, como la fatiga crónica o la fibromialgia.

El doctor confirma que, cuando en las grandes ciudades se superan los limites normales de contaminación, estas personas sufren mucho más las consecuencias, por lo que deben quedarse en casa, salir a la calle con mascarillas o incluso marcharse a lugares con menor polución.

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