Semana Santa

Nazareno reina en la gran noche de la Semana Santa

  • La popular hermandad retomó el testigo de un gran Jueves Santo en una madrugada plena de emociones

LA segunda parte de la maratón cofradiera que arrancó el Jueves Santo por la mañana con la salida de Tres Caídas y que concluyó con la recogida de Jesús Nazareno, casi a las once de la mañana del Viernes, dio comienzo cuando la hermandad del Silencio -el Santísimo Cristo de la Expiración y María Santísima de la Esperanza- dejaron atrás la castrense de San Francisco. En ese momento, Tres Caídas disfrutaba de su Venta de Vargas, un momento mágico de su recorrido, antes de adentrarse por el puente del Gran Poder de regreso a la Sagrada Familia. Misericordia había plantado la cruz de guía en la plazoleta de la Pastora y Perdón estaba a punto de recogerse. El Jueves Santo -la tarde del Jueves- expiraba dejando atrás un reguero de momentos verdaderamente cofrades que había ido sorteando las rachas de levante.

Estaba más flojo el viento a esas horas, pero los hermanos del Silencio apenas consiguieron encender algunos cirios, así que -fieles a su tradición de procesionar con la calle a oscuras y sin iluminación- se perdieron en una negrura casi absoluta, en la que el crucificado de la Expiración, solo acompañado por la música de capilla se desplazó a los pasos cortos de su cuadrilla de la JCC ofreciendo una de las imágenes más sobrecogedoras y barrocas de la Semana Santa isleña.

Pasada la medianoche, la cruz de guía hizo su entrada en la Carrera Oficial para buscar ya su regreso hacia San Francisco a través de la Alameda. El palio de la Esperanza dejó los palcos a los sones de Macarena de Cebrián -exquisito- dejando tras de sí una estela de gloria cofrade que en breve retomaría la hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno en su gran noche: la madrugada del Viernes Santo.

Aunque el centro de La Isla, a esas horas, ofrecía una concurrida imagen la noche fue más tranquila y fluida de lo habitual. Quizá por el levante.

Pero lo cierto es que a esas horas, el viento había conseguido amainar lo suficiente como para que los hermanos de fila de esta popular cofradía mostraran sendas hileras de cirios encendidos -toda una victoria- que se desplazaban a lo largo de la calle Real para hacer su entrada en la Carrera Oficial y girar por Isaac Peral para luego pasar por la plaza del Rey. Un numeroso público aguardaba ya en la escalinata del Ayuntamiento para ver la cofradía. Parecía la grada de un estadio.

Como siempre, la gran noche de La Isla había dado comienzo a las dos de la madrugada, cuando las puertas de la Iglesia Mayor se abrieron de par en par para dejar salir al característico cortejo de penitentes morados y cíngulo amarillo. La plaza de la Iglesia, desde mucho tiempo antes, ofrecía un aspecto multitudinario, completamente abarrotada y llena de gente. Nazareno es Nazareno. En los balcones de los edificios colindantes tampoco faltaba nadie. Estaban repletos.

La salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno se adivinó por los aplausos y vítores que suscitó entre el público. Una vez más, la agrupación musical Virgen de las Lágrimas dio claras muestras de su calidad y potencia en este gran momento de la Semana Santa. Al regreso, la hermandad brindó también un reconocimiento a este característico acompañamiento musical con motivo de su 25 aniversario al girarle el paso en Capitanía.

En el cortejo, justo delante del paso del Cristo, procesionó la bandera del Regidor Perpetuo que se bendijo en la misma mañana del Jueves Santo: un pendón que muestra unidos los escudos de la ciudad de San Fernando y la cruz de Jerusalén que la cofradía tiene por escudo. En la presidencia procesionó también el alcalde, que acompañó a la hermandad en los primeros tramos de su recorrido. También la Policía Nacional -hermana de honor de la corporación- estuvo bien representada en la procesión.

Majestuoso y solemne sobre su característico paso de madera y orfebrería, el Nazareno abrazó la calle que le aguardaba en una larga noche que culminó bien entrada la mañana del Viernes Santo con su tradicional encuentro con el palio de María Santísima de los Dolores. El último paso entró cerca de las once de la mañana.

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