Las imágenes del pasado sábado, con la plaza de la Catedral convertida en un bochornoso botellódromo y con un par de gandules trepando por la tricentenaria historia del edificio que ideó Vicente Acero pone otra vez sobre la mesa el eterno debate sobre la reja de la Catedral, esa que a veces parece tan necesaria como molesta para la Junta de Andalucía, que lleva años negando los diversos proyectos que el Cabildo Catedral ha presentado. La ciudad ha volcado su preocupación estos días con las dos fuentes de San Juan de Dios, hasta tal punto que el Ayuntamiento ha tenido que hacer una chapuza después de que otros burros el sábado saltaran en el interior de unas fuentes concebidas para lucir la plaza pero que están más días apagadas y sucias que cumpliendo su misión; pero nadie ha puesto el grito en el cielo ni ha pedido vallas ni le ha importado un pimiento el atentado contra el principal monumento de la ciudad que se produjo el sábado. Las escenas del sábado se evitarían con una reja.