La Tribuna Cofrade

El peor desenlace

  • El anuncio de la suspensión de las procesiones de Semana Santa vía decreto episcopal no era esperado

  • ¿Es necesario presentar el cartel o celebrar el pregón de lo que no va a ocurrir?

El cortejo de Borriquita, por la plaza de San Juan de Dios.

El cortejo de Borriquita, por la plaza de San Juan de Dios. / Julio González

Había alguna duda respecto a la Semana Santa de 2021? ¿Alguien pensaba antes del viernes que las procesiones podrían salir a la calle, que habría vacuna para todos en marzo o que se produciría el milagro? La Cuaresma y la Pasión de este año, por desgracia, estaba únicamente a expensas de quién le ponía el cascabel; y cómo. Un interrogante que ya se sabía que se resolvería de manera atropellada tras el desdén de Sevilla, que anunció la suspensión hace semanas. Y que finalmente se ha resuelto de la peor manera posible. El Consejo, el Ayuntamiento y el Obispado únicamente tenían que decidir de qué manera teatralizar la suspensión de las salidas; pero las dos primeras patas quedaron colgando el viernes cuando el Obispado publicó en su web, ante la perplejidad de los cofrades, el decreto del obispo. Dos folios, diez párrafos, cuatro encomiendas que dan para mucho.

A cada uno lo suyo:

El decreto

La solución adoptada por el Obispado llega en solitario, pese a que en el texto se habla de que han sido oídos los consejos. La opción del decreto, utilizada por Sevilla, difiere de la del año anterior y no era más que una de las posibilidades que se barajaban cuando las tres partes mantenían conversaciones sobre el cómo y el cuándo. Con el decreto, el Obispado se adelanta a acontecimientos aún no avanzados por las autoridades civiles y sanitarias; y encomienda además una cuestión complicada: “vivir la Semana Santa con mayor intensidad” y “para una mayor participación” en oficios y otros cultos, teniendo en cuenta las limitaciones de aforo y de movilidad. Con lo reacio que fue Zornoza a cerrar las iglesias en la primera ola de la pandemia, sorprende la antelación y la contundencia con la que prohíbe ahora cualquier culto en la calle.

El obispo

El obispo Rafael Zornoza bendice las coronas de San José y del Niño Jesús. El obispo Rafael Zornoza bendice las coronas de San José y del Niño Jesús.

El obispo Rafael Zornoza bendice las coronas de San José y del Niño Jesús. / Jesús Marín

La Iglesia se caracteriza por cuidar siempre las formas, y también por no dar nunca una 'puntá' sin hilo. Por eso, cabe preguntarse qué ha querido poner de manifiesto Zornoza con el decreto del viernes. El contenido del texto no ha sorprendido en absoluto, pero lo que nadie se esperaba es que iba a llegar en esa fecha, justo después de Reyes, y sin previo aviso. El plan previsto era esperar a la reunión con la Junta de Andalucía este miércoles, pero Zornoza cambió de criterio y firmó el viernes el documento ya conocido. ¿Habrá querido significar que las procesiones se celebran o no bajo su jurisdicción? ¿Será un mensaje a las autoridades políticas? ¿Acaso a las propias cofradías? ¿Quién habrá aconsejado a Monseñor en este trámite?

El Secretariado

El único que parece conocer lo que iba a ocurrir es el Secretariado Diocesano que dirige Alfonso Caravaca. O parte de él, porque algunos aseguran haberse enterado como el resto de los mortales, por la irrupción del decreto en la web episcopal. Sí había mantenido el Secretariado contactos con los consejos de hermandades de la diócesis; pero ha faltado tacto a la hora de dar a conocer la noticia, que debería haber llegado primero a los presidentes de los consejos y a los responsables de las hermandades. Dicho esto, corresponde ahora a este organismo diocesano interpretar posibles excepciones que deriven de la imposibilidad de celebrar cultos en la vía pública; una de las más evidentes será el traslado de las imágenes para el vía crucis general que suelen celebrar todas las ciudades.

El Consejo

Ha quedado como la hermana fea de esta historia, al no haber dispuesto los tiempos ni las formas de una suspensión que quizás haya querido retrasar en exceso pero sobre la que venía trabajando con el Secretariado, el Obispado, el Ayuntamiento y la Junta. Asumido este papel más que secundario, la permanente asegura seguir con la hoja de ruta que ya tenía marcada, siendo la intención convocar a la mayor urgencia posible (una vez mantenidas las reuniones previstas con Junta y Ayuntamiento) un pleno extraordinario que aborde qué hacer con la Semana Santa de 2021.

Las cofradías

Dos son las opciones iniciales sobre las que, a priori, tendrán que decantarse las hermandades: o bien aceptar esa propuesta que va a elevar el Consejo (a través de la comisión de Semana Santa) de elaborar una programación conjunta con cultos y actos para esta próxima Cuaresma, o bien decantarse por desatar lazos y que cada hermandad haga y anuncie lo que buenamente pueda (y permita el director espiritual de turno). En la programación conjunta sigue en pie la idea de celebrar una exposición, que bien planteada y eliminando ciertos estereotipos puede ser un acontecimiento nunca antes visto en la ciudad.

El cartel

Primer interrogante difícil para una Semana Santa sin Semana Santa (por mucho que quieran decir los místicos y cursis sobre la verdadera celebración). ¿Qué va a anunciar el cartel de González Rey, si no lo vamos a ver en las calles? ¿Tiene verdaderamente sentido mantener el acto de presentación de una fiesta que no se va a celebrar en la ciudad? ¿O ahora va a resultar que el cartel de la Semana Santa no anuncia las procesiones sino el Triduo Pascual que se celebra en los templos?

El pregón

Todavía más llamativo resulta el pregón de la Semana Santa. Ya dijimos hace dos o tres domingos que la renuncia de Andrés García debería haber servido para suspender el pregón de la Semana Santa. Pues no, unos días después de haber sido designado pregonero Iván Roa, nos quedamos sin Semana Santa (como estaba cantado). Al parecer, tanto el Consejo como el propio pregonero siguen firmes en su intención de celebrar el acto el Domingo de Pasión en el Falla, en un canto a la Semana Santa que no veremos. Dicen que es perfectamente posible, pero un pregón a lo que no se va a celebrar suena cuanto menos raro. Esperemos que se imponga la lógica.

El vía crucis

El Cristo de la Piedad, en su salida del año 2019 El Cristo de la Piedad, en su salida del año 2019

El Cristo de la Piedad, en su salida del año 2019 / Julio González

Algo más claro parece estar la celebración del primer lunes de Cuaresma, si finalmente Caravaca y su equipo contemplan el traslado del Cristo de la Piedad de Santiago a Catedral como un acto ajeno al culto, porque el culto en sí (el vía crucis) se celebrará dentro de la Catedral y con todas las medidas de seguridad necesarias. El Consejo y la cofradía trabajan en un vía crucis que puede ser bastante llamativo y acertado, y que lógicamente tendrá muy presente a la pandemia. Y ojo, porque de celebrarse y salir bien, puede marcar un giro respecto a este culto cuaresmal de cara al futuro.

El Ayuntamiento

Vale que el Obispado se haya saltado las formas que sí hubo en 2020, vale que el equipo de gobierno milite políticamente donde lo hace; pero no parece de recibo que a estas alturas el Ayuntamiento no se haya pronunciado oficialmente después de haberse suspendido la Semana Santa de 2021; una celebración tan importante a nivel religioso para muchísimos gaditanos, como a nivel económico para toda la ciudad por lo que generan las procesiones a la hostelería y a otros sectores. El alcalde tampoco ha tenido un hueco en su Twitter para trasladar algún mensaje al respecto, como sí lo ha tenido para Trump y el asalto al Capitolio, para el precio de la luz o para el Sáhara Occidental.

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