El papa Francisco y su defensa de la Semana Santa: "Ruego que nadie se burle de las expresiones de fervor creyente del santo pueblo"

La última encíclicica papal publicada en octubre de 2024 guardaba una reflexión con cierto guiño cofrade. En ella, el recientemente fallecido papa Francisco llamaba a respetar el "fervor creyente" frente a los "fríos, calculados" actos de amor de la religiosidad más reflexiva. En ese escrito, hizo una disertación sobre el atractivo de las imágenes, el valor de postrarse ante ellas.

El fallecimiento del papa Francisco supone el adiós de un sumo pontífice cuyo perfil progresista lo situaba más cerca de necesitados y minorías. En cuanto a las cofradías, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, destacó que cuando pudo visitar al Papa este le transmitió su profundo respeto y amor por la Semana Santa andaluza. "Me sorprendió su detallado conocimiento de Andalucía y su admiración por nuestra devoción popular", ha dicho hoy mismo en un tuit lamentando la muerte de Bergoglio.

En la mencionada encíclica de octubre mostró su visión de la devoción a las imágenes, base de todo movimiento que rodea a la Semana Santa. “No es que ante las imágenes de Cristo haya que pedirles algo a ellas, o que haya que poner la confianza en las imágenes, como antiguamente hacían los paganos, sino que por medio de las imágenes que besamos y ante las cuales descubrimos nuestra cabeza y nos prosternamos, adoramos a Cristo. La imagen venerada convoca, señala, transporta, para que dediquemos un tiempo al encuentro con Cristo y a su adoración, como nos parezca mejor imaginarlo. De este modo, mirando la imagen nos situamos frente a Cristo, y ante él el amor se detiene, contempla el misterio, lo disfruta en silencio”, añade.

Para el papa Francisco, "una forma de devoción más estilizada o abstracta no será necesariamente más fiel al Evangelio". El argentino pidió expresamente que se tomara en serio el fervor en torno a una imagen que puede verse en la Semana Santa como una forma de creer igualmente válida. “Ruego que nadie se burle de las expresiones de fervor creyente del santo pueblo fiel de Dios, que en su piedad popular intenta consolar a Cristo. E invito a cada uno a preguntarse si no hay más racionalidad, más verdad y más sabiduría en ciertas manifestaciones de ese amor que busca consolar al Señor que en los fríos, distantes, calculados y mínimos actos de amor de los que somos capaces aquellos que pretendemos poseer una fe más reflexiva, cultivada y madura”.