Cuaresma 2019

Y se hizo el Silencio

  • Tal día como hoy hace 125 años, Viernes Santo, salió por primera vez en procesión el Cristo de la Buena Muerte

  • Meses después, en diciembre de ese año, se fundaría la cofradía

El Cristo de la Buena Muerte, el pasado Viernes Santo

El Cristo de la Buena Muerte, el pasado Viernes Santo / Lourdes de Vicente

La cofradía de Buena Muerte fue fundada el 1 de diciembre de 1894. Pero en la Semana Santa de ese año, el portentoso Crucificado salió por primera vez en procesión por las calles de la ciudad. Ocurrió tal día como hoy de hace 125 años, Viernes Santo.

La crónica de Diario de Cádiz refleja una procesión muy lucida donde el numeroso público y el respeto del mismo parecen inalterables en el tiempo; a la vez que deja escapar detalles de una hermandad (entonces ni lo era) muy distinta a la de hoy.

A las siete de la tarde de ese Viernes Santo se pondría la procesión en la calle, siendo la otra del día puesto que el Nazareno y el Santo Entierro salían de manera conjunta en otro cortejo. El orden que refleja el Diario sería: “cruces de mano y parroquial, los doce apóstoles vestidos con fidelidad histórica, orfeón Del Hospicio provincial, paso del Señor de la Buena Muerte, sección de romanos a caballos, compuesta de seis y vestidos con armaduras, la banda del Hospicio dirigida por el señor López”.

Una de las curiosidades estaría en el hábito que lucen los hermanos: “lujosas túnicas de terciopelo negro, zapatos de charon con hebilla, cordón de plata, escudo de oro y guantes blancos”. “Iban con perfecto orden, distanciándose unos de otros como un metro, para que luciera la larga cola de la túnica”, sigue explicando el periódico sobre la procesión, en la que destaca también que entre los penitentes marchaba Cayetano del Toro (que sería meses después el fundador de la hermandad).

“La procesión, aunque corta porque sólo la formaba el Señor, puede asegurarse que es una de las mejores que han salido”, reza la crónica en una época acostumbrada a largos cortejos con varios pasos. La imagen del Crucificado se atribuía en aquella época a Montañés; y ya se destaca entonces que “no necesita ningún adorno, ni luces, ni alhajas ni flores”. “La efigie sola bastaría”. Pese a ello, informa el Diario que el Cristo procesionó sobre unas andas “lujosas”. “Ostentaban mucha plata y la iluminación era profusa en cera y espléndida en electricidad”, añade.

A las doce y media de la noche (cinco horas y media después de salir) se recogió la procesión, que entre las curiosidades que mencionaba están los niños del Orfeón “con preciosas cestas con flores que iban arrojando al paso cada vez que hacía estación”, las “notables marchas” de la banda del Hospicio, que entre otras piezas interpretó La Saeta del director López; o los trompeteros y portaestandartes vestidos a la federica “cuya indumentaria no fue lo de mejor efecto”.

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