Diario Cofrade

¿Qué hace única a la Semana Santa de Cádiz?

El historiador del Arte Carlos Maura, autor de un nuevo libro sobre la Semana Santa de Cádiz.

El historiador del Arte Carlos Maura, autor de un nuevo libro sobre la Semana Santa de Cádiz. / Julio González

¿Qué hace única la Semana Santa de Cádiz? ¿Qué la diferencia de las demás? ¿Qué es eso tan propiamente local de la fiesta que transcurre -con permiso de las vísperas- de Domingo de Ramos a Domingo de Resurrección? El historiador del Arte y cofrade Carlos Maura Alarcón ha publicado recientemente un libro (Semana Santa de Cádiz, de la editorial Almuzara) que tiene como objetivo responder esa pregunta clave que se resuelve mediante el estudio del devenir histórico de las cofradías de penitencia y de la Semana Santa en sí hasta llegar a nuestros días.

“Lo que propongo en el libro es una reflexión de la Semana Santa de Cádiz hoy, desde mi visión de la Historia del Arte”, resume Maura, que apunta que en torno a esta fiesta hay muchos acercamientos desde que la editorial Gemisa lanzara la primera publicación en los años 80, “pero no se había hecho esa revisión, que yo creo que hacía falta”, con el objetivo de “actualizar los datos que se tenían” respecto a las obras y autorías “y dar un discurso a esos datos”.

Se apoya Carlos Maura en su trabajo en tres realidades. De un lado, las imágenes titulares que procesionan en la ciudad; en segundo lugar, el patrimonio de las hermandades “de puertas para adentro, porque la Semana Santa es más que las hermandades en la calle”, defiende; y en este capítulo se analizan las capillas propias, los retablos, y demás piezas y enseres que no procesionan. En tercer lugar, analiza también el autor “la estética de la Semana Santa”, que es todo lo relacionado con la procesión (pasos, insignias, elementos heredados…).

Con todo esto, este joven historiador del Arte describe la Semana Santa gaditana a partir de diez piezas patrimoniales que considera claves para definirla. A saber: el estandarte de Dolores de Servitas, el paso de Afligidos, la cruz de carey del Nazareno, la marcha Ecce-Homo de Escobar, los respiraderos del palio de Lágrimas de Columna, el manto de la Virgen de la Luz, las varas de la cofradía de Humildad, la corona de coronación de la Virgen de las Penas, el Cristo de la Buena Muerte, y las Siete Palabras de Cristo en la Cruz.

Y a partir de aquí, las consideraciones del autor, las reflexiones sobre la Semana Santa que la ciudad se ha dado en la actualidad, sus verdaderas particularidades, sus falsas -por más que se repitan de manera continua- apropiaciones, y el desmontaje de clichés que no se corresponden con la realidad.

Va el primero: “Siempre se ha dicho que la Semana Santa de Cádiz nace en el siglo XVI. Yo digo que la Semana Santa nace en el siglo XX, a finales del XIX para ser más exactos, con la fundación del Consejo, que supone la reorganización de la Semana Santa y el diseño de itinerarios comunes para todas las cofradías. Hasta ese momento había procesiones por separado; pero es ahí donde empieza la fiesta”, defiende Carlos Maura.

También viene a desmontar este libro el interés localista que se ha querido mostrar muchas veces. Y pone un rotundo ejemplo. “Siempre se ha defendido como algo muy gaditano los faroles del Caído, por imitar a los de la Alameda. ¿Pero cómo va a ser gaditano algo, unos faroles, que diseñó un sevillano, Juan Talavera, que además utiliza un modelo empleado en otras creaciones de este artista?”, se pregunta; añadiendo además que los ‘gaditanos’ faroles del Caído fueron realizados también en Sevilla, en el taller de Villarreal.

En la misma línea, a lo largo del libro demuestra que otros tópicos que se dan como algo propio de Cádiz no lo son en realidad. Es el caso de los pasos de Virgen. Ni el templete es el paso propio gaditano para las Dolorosas, “pues se han descrito muchos pasos de palio que poseían las cofradías gaditanas durante los siglos XVII y XVIII”; ni es tampoco un modelo propio de la ciudad, “pues existen en otras ciudades andaluzas”.

Es a raíz de estas reflexiones cuando empieza a vislumbrarse lo que para el autor es la principal clave que identifica a la Semana Santa de Cádiz: “que siempre ha tenido la habilidad de que aquello que nos llega de fuera y funciona lo hacemos nuestro”. Y ahí están como ejemplos la cruz de carey del Nazareno, la columna de plata de Columna, o los ya mencionados faroles del Caído. “¿Por qué queremos que sea más gaditano lo que se ha hecho aquí? Porque queremos copiar a otras ciudades, cuando precisamente nuestra identidad es esa, coger de todos los sitios lo que mejor funciona y traerlo a Cádiz”, sigue explicando Maura, que insiste en el libro en que la única constancia en la Semana Santa a lo largo de su historia y que se mantiene en la actualidad es “su capacidad de adoptar las modas del momento”.

En cualquier caso, avisa el autor que su intención con este libro “no es que sea la verdad absoluta, sino que sirva para reflexionar, para generar debates”. “Esa es mi intención”, insiste al respecto.

¿Y tiene la Semana Santa de Cádiz la valoración merecida, a su juicio? “No está valorada. No considero que sea la gran desconocida, como llevan unos años afirmando; pero peca de no saber la identidad y qué nos diferencia realmente de las demás”, defiende Carlos Maura “desde el punto de vista académico”.

La ‘errónea’ comparación con Sevilla

Una de las muchas reflexiones interesantes que deja este libro de Maura es acerca de la comparación de la Semana Santa de Cádiz con la de Sevilla, que ha venido siendo común a todos los investigadores de cofradías gaditanos. Apunta al respecto que, al contrario que Cádiz, Sevilla siempre fue una ciudad “que siempre gozó de un estilo propio más o menos definido, a pesar de que también existieran transformaciones a lo largo de los años y muy especialmente en el siglo pasado”. El problema llega cuando Cádiz asume ese estilo estético de Sevilla y se pretende comparar una ciudad y otra; “comparaciones que solo pueden redundar en complejos agónicos”, apunta Carlos Maura en su libro.

¿Por qué esos complejos? Porque una Semana Santa y otra “parten de realidades distintas irreconciliables”. Es decir, que la Semana Santa de Cádiz, lo que le da su razón de ser o su peculiaridad, es “su continua adaptación, fruto del carácter de los habitantes gaditanos y de cómo estos transforman año tras año la devoción a nuestras imágenes titulares buscando continuamente la excelencia, según se ha ido entendiendo a lo largo de estos siglos”.

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