Semana Santa en San Fernando | Borriquita

Una tarde perfecta, el mejor comienzo

  • La hermandad de la Borriquita cumple con creces el papel que le encomienda cada año la Semana Santa al despertar a La Isla para revivir sus días cofrades

Borriquita de San Fernando

Una tarde perfecta deja siempre a las hermandades el campo libre para hacer lo que mejor saben hacer, para que la gente se eche a la calle en multitud y para que la Semana Santa cumpla con sus ritos y costumbres. El primero de todos llega con la Borriquita, que a las cuatro de la tarde tiene el encargo de abrir cada año las puertas de una nueva Semana Santa en San Fernando.

Esta vez, la hermandad lasaliana ha podido hacerlo con toda la tranquilidad del mundo y, además, henchida de orgullo ante la espectacular tarde que aguardaba más allá del umbral de la capilla de la Estrella. La cofradía ha cumplido su papel con creces en una salida –la primera de la tarde y de la Gran Semana de La Isla– que ha sido verdaderamente espectacular, casi de ensueño.

Como siempre –es otro rito del día– el pregonero de la Semana Santa, Juan Carlos Muñoz, se ha encargado de abrir las puertas de la capilla, uno de los gestos más entrañables de la jornada. En la calle, la gente buscaba la sombra mientras los rayos de sol se reflejaban en la cruz de guía más esperada de todas –fue recibida con un sonoro aplauso nada más aparecer– a medida que avanzaba muy lentamente por la calle Real. La Isla despertaba así, de la mejor manera posible, a ese sueño cofrade que dura una semana. 

La jubilosa y colorida estampa que brindan siempre los pequeños hebreos portando sus palmas –esa inocencia cofrade que es toda una metáfora del comienzo mismo de la Semana Santa– ha deparado también el primer gran momento de una tarde que ha estado plagada de matices cofrades. En el cortejo lasaliano, por ejemplo, han vuelto a verse las representaciones de algunas hermandades, una tradición que solo unas pocas mantienen y que la cofradía del Domingo de Ramos quiere volver a recuperar.

Y el misterio de Cristo Rey –25 años se cumplen de la bendición de la imagen de Miñarro– se ha tirado a las bandas para abrise paso por el centro de la ciudad a los sones de las marchas que ha interpretado la agrupación musical La Santa Cruz de Benamejí para girarse ante los mayores de la residencia de San José, que como cada año aguardaban el momento.

De uno de los candelabros del frontal pendía también un lazo alusivo al Año Jubilar que se celebra por el 300 aniversario de La Salle. Otro detalle de una relación histórica –la de la hermandad y el colegio– que se remonta a sus orígenes y que revive cada Domingo de Ramos, cuando la cofradía se muda por unos días desde la parroquia de San Francisco a la capilla de la Virgen de la Estrella para rememorar esas salidas que hicieron historia y que marcaron época.

El palio de la Virgen de la Estrella, a los sones de las marchas de la banda del Nazareno puso el colofón a la mejor salida posible, el mejor comienzo.

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