En medio de una Semana Santa de nuevo sin procesiones, repasamos la historia del Miércoles Santo del último siglo.

1921

Vera–Cruz fue la única cofradía del Miércoles Santo, con un recorrido realmente espectacular: San Francisco, Sagasta, Cánovas del Castillo, Valverde, Beato Diego y San Francisco a la salida, para ya dirigirse a la Catedral por San Juan de Dios y Pelota. El regreso, por Compañía, Santiago, Candelaria, tomando a la izquierda nada más salir a la plaza para seguir por Sacramento, Columela, Palillero, Novena, Ancha, San Antonio, Buenos Aires, Enrique de las Marinas, el interior de la Plaza de Mina, Antonio López e Isabel La Católica.

La procesión la iniciaba la guardia municipal a caballo y una “cruz de mano de ébano y plata”. El cortejo estrenaba hábitos: “túnicas verdes, capirotes de raso, escudos con el emblema de la cofradía bordado en oro y cíngulos de oro y rojo”; y también estrenaba estandarte. Los tramos que precedían a la Virgen de la Soledad, por su parte, vestían “túnicas negras, capirotes de seda, escudos bordados y cíngulos de plata y blanco”.

1946

Miércoles Santo plagado de importantes estrenos el que deparó la Semana Santa de 1946. Formaban parte de la nómina de ese días Las Aguas, Vera–Cruz, Cigarreras y Caminito.

Las Aguas salía desde San Antonio y formaban parte de su cortejo “todos los funcionarios de los Servicios Municipalizados de Luz y Agua, que lucían preciosas túnicas de raso”. Del recorrido destacaba el paso “por la balaustrada de la Alameda, que constituyó una de las notas más destacables de la jornada de ayer, por el bellísimo escenario que a la vista se ofrecía a la luz crepuscular”, se indicaba al día siguiente en la crónica.

Curioso fue también el momento en el que el paso de los titulares se volvió hacia el edificio de los Servicios Municipalizados (actual centro de la mujer en el Palillero) “y seguidamente la Coral Gaditana que dirige el maestro don Camilo Gálvez interpretó desde los balcones de aquel edificio con perfecta entonación y afinación, cuatro bellos números inspirados en motivos de la Pasión de Cristo Nuestro Señor, que fueron del agrado general”.

Cigarreras estrenaba aquel año “el bordado precioso en realidad del manto de la Virgen, aún no terminado pero que lo estará para el año próximo”, cuatro grandes farolas con los emblemas de la hermandad, “diez farolitos de mano que constituyen inequívoca obra de arte y algunas otras”.

Y Vera-Cruz estrenaba “en su totalidad” el paso de la Virgen de la Soledad. “La canastilla constituye una maravillosa obra de orfebres gaditanos. Los varales del palio son otra maravilla por su arte y gusto depurado, que realzan el valor de la escultura de la Virgen”, refleja el periódico de entonces.

Una curiosa anécdota que refleja la crónica del Miércoles Santo de 1946 es el encuentro que se produce entre Vera–Cruz y Las Aguas al poco de salir la primera, en la esquina de San Francisco con Isabel La Católica. “El coronel señor Cantero en representación de la Vera-Cruz se adelantó y saludó al hermano mayor de la cofradía. Se abrazaron en señal de hermandad y a continuación el señor Cantero saludó a los demás señores que integraban la presidencia. Fue un acto de especial cortesía, que se elogió cumplidamente”, dice la crónica.

De la cofradía del Caminito resalta el Diario la “maravillosa escultura” de la Virgen de las Angustias con el Cristo yacente en brazos. Dolorosa que ya procesionaba con manto bordado “y valiosas joyas cedidas por personas caritativas y devotas de la imagen”.

1971

Cuatro cofradías tenían previsto salir el Miércoles Santo de hace 50 años; pero sólo lo haría el Caminito, ya que la lluvia dejó en casa a Cigarreras, y también a Sentencia y Las Aguas, que decidieron trasladar su salida al Viernes Santo.

Las Aguas realizaría su salida desde el Oratorio, al estar en obras San Antonio (lo que impidió que el Martes Santo procesionara Columna). Y ello obligó a “acoplar en el paso del titular las restantes imágenes, San Juan y la Virgen, que figuraban en andas aparte”.

El Caminito hacía un curioso recorrido, tomando la calle Sánchez Barcáiztegui en busca de la carrera oficial tras bajar San Francisco.

1996

La cofradía de Cigarreras centraba los focos del Miércoles Santo hace un cuarto de siglo. No en vano, el paso de misterio tallado por Manuel Guzmán Bejarano y estrenado el año anterior, salía a la calle ya totalmente culminado, con Pedro Ramos de capataz.

El paso de misterio de Cigarreras, en 1996.

También refleja la crónica de Diario de Cádiz que la Virgen de la Esperanza lucía las dos laureadas del General Varela (que también lucían años atrás la Virgen de las Lágrimas de Piedad y la Virgen de las Penas, de La Palma), que había cedido Casilda Varela, hija del general, al igual que una llave de oro.

La crónica de ese día habla de un Miércoles Santo con Alfonso Caravaca como hermano mayor de Sentencia, donde era mayordomo Carlos Noguera, que después presidiría la hermandad; como era entonces mayordomo José Manuel Silva en Las Aguas, de la que sería también hermano mayor años más tarde. Y habla también de José Pizano al frente del palio del Buen Fin, de los hermanos Francisco y Tomás Martín ya delante del palio de Cigarreras, o de José Julio Reyeros comandando la cuadrilla de la Virgen de las Angusitas del Caminito, de la que entonces era hermano mayor Pablo Chaves, el padre del actual.