Diario Cofrade

San Fernando revive con una tarde de Jueves Santo redonda

  • Una tarde soleada, mucho calor y mucha gente con ganas de cofradías: la jornada del Jueves Santo regresa por derecho 

Salida del misterio de la Misericordia.

Salida del misterio de la Misericordia. / Juan Antonio Sánchez Bernal (San Fernando)

Tocaba un Jueves Santo perfecto. Y así fue. Una tarde de sol, calor y cofradías, de esas que colorean luego los pregoneros con sus versos y en las que las hermandades se ven siempre bien arropadas por la gente a cada paso que dan recorriendo la ciudad.

Fueron horas de lo más intensas en las que la Semana Santa isleña desplegó todo su poderío y en las que las cofradías del día solo tuvieron que dejarse llevar por ese sueño que durante tanto tiempo se había estado esperando. Sí, porque en 2019, antes del parón de la pandemia, parte de esta jornada clave se había visto también sacudida por la lluvia. Así que en este Jueves Santo tocaba resarcirse y recuperar el tiempo cofrade perdido. Ya eso se dedicaron con empeño las cofradías...

La primera, Tres Caídas, que a las dos y media de la tarde abrió las puertas de la Sagrada Familia –en la barriada Bazán– para iniciar su recorrido hasta La Isla. La salida del misterio brindó el primer gran momento de la tarde.

"Estamos al comienzo de un sueño", vaticinaba la voz desde debajo del paso mientras avanzaba a pasitos cortos hasta la puerta del templo. La hermandad, que pidió en su salida procesional por la paz y el final de la guerra, tuvo un gesto de lo más emotivo al girar el paso dentro de la iglesia para despedirse de su titular, la Virgen de las Angustias, una de las pocas dolorosas de la Semana Santa isleña que no procesiona. Por ahora, claro; que hay que darle su tiempo a la cofradía.

El cofrade Juan Carlos Collantes fue el encargado de dar la primera levantá del paso, justo antes ya de salir a la calle. Tres Caídas le agradecía así su implicación en la organización del vía crucis del Consejo de Hermandades, que este año presidió su imagen titular. Apenas parecía que hubiese pasado el tiempo desde aquella tarde del primer lunes de la Cuaresma en la que se abrieron las puertas del templo para emprender su camino hasta la Iglesia Mayor y este Jueves Santo de la salida procesional.

Cuando el enorme paso de misterio asomó a la plaza y la banda –la agrupación musical Sagrada Resurrección de Sanlúcar– empezó a tocar el himno, una entusiasta ovación marcó oficialmente el comienzo del Jueves Santo isleño desde la barriada Bazán.

Antes, eso sí, se habían vivido ya los prolegómenos de la madrugada del Viernes Santo con un acto institucional que se ha convertido ya en toda una tradición en esta jornada: la entrega del bastón de mando de la ciudad al Regidor Perpetuo de San Fernando, la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, para refrendar con este simbólico gesto su mandato sobre La Isla.

El acto, desde luego, estuvo marcado por la emoción que suponía volver a ver al Nazareno, la imagen que mejor se identifica con las devociones isleñas, procesionar por las calles de La Isla tras dos años de ausencia a causa de la pandemia. El concurrido ambiente que mostraba el templo, lleno de fieles que se acercaban a ver a las imágenes de Nazareno y de la Virgen de los Dolores ya preparadas sobre sus pasos procesionales, daba buena muestra de ese entusiasmo ante la ansiada madrugada que se acercaba.

A ella, a esa Noche de La Isla, se refirió también la alcaldesa, Patricia Cavada, que llegó a decir durante el rito del bastón que "no se entiende a La Isla sin el Nazareno" y que incluso aprovechó para pedirle su protección para todos los isleños.

En realidad, el Jueves Santo no dio tregua en lo que a grandes momentos se refiere. A las cuatro menos cuarto de la tarde, las capas blancas de los hermanos del Cristo del Perdón dejaron ver de nuevo esa estampa tan cofrade de la jornada en la calle Magallanes, buscando ya el camino del puente. ¡Qué sería del Jueves Santo sin su puente!

La hermandad se puso en la calle después de que el ex presidente del Consejo, José Manuel Rivera, abriera las puertas de la parroquia de la Inmaculada en una salida que tuvo también un destacado gesto en homenaje a los sanitarios y al papel que han desempeñado durante la pandemia: la primera levantá del Cristo del Perdón la dio Miguel Ángel Moya Molina, director médico en Hospital Universitario Puerta del Mar y del Hospital San Carlos.

En La Casería –tanto dentro de la hermandad, en el cortejo, como fuera, en el barrio que llenaba la acera– la salida del Perdón se vivió con las emociones a flor de piel, entre aplausos, ovaciones y, por supuesto, más de una lágrima. La hermandad, con sus característicos andares y acompañada de la banda de cornetas y tambores del Despojado, se puso en camino hacia La Isla bajo un sol de lo más cofrade y en una tarde de lo más calurosa que hasta el momento ha sido la mejor de toda la semana.

Aunque esa tarde perfecta que disfrutó La Isla este Jueves Santo no se completaría hasta dos horas y media más tarde, cuando la hermandad de la Misericordia protagonizó otro de esos momentos cumbre de la jornada con su salida desde la parroquia de la Divina Pastora.

Justo cuando los hermanos daban forma al cortejo, que se prepara íntegramente en las dependencias de la casa de hermandad, Tres Caídas hacía también su entrada en la Carrera Oficial abriendo también la jornada en el centro. Luego, le seguiría el Perdón, que cruzó un centro en plena ebullición con sus cofradías. El paso de misterio dorado de la Misericordia recreándose en la plazoleta –especialmente concurrida en esta ocasión– entre los mecíos de su cuadrilla de cargadores y a los sones de las marchas de la agrupación musical Lágrimas de Dolores, que por primera vez acompañaba a esta hermandad, fue otra de esas estampas que dejó ese Jueves Santo de ensueño.

Y en el palio de la Piedad, además, se pudo ver el bordado del techo, que completa definitivamente el conjunto. Aunque no sería el único palio de estrenos en esta gran jornada isleña.También la Virgen de la Esperanza lució anoche el bordado de las últimas bambalinas en la salida procesional que llevó a cabo desde la castrense de San Francisco y en el que, una vez más, dejó sobrada muestra de su particular estilo y de su buen hacer.

La Expiración –el Silencio– fue la encargada de poner el mejor broche de oro posible a este gran Jueves Santo que La Isla vivió intensamente y en el que, efectivamente, se notó mucha más gente en la calle al paso de las cuatro cofradías de la jornada y, también, a la espera de ese momento cumbre de la Semana Santa isleña que es la salida del Nazareno de la Iglesia Mayor en la madrugada.

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