Que sea un proyecto realizable, asumible por parte de las administraciones implicadas en la actuación y que se pueda llevar a cabo a pesar de las dificultades económicas actuales. Es lo que persigue el alcalde, José Loaiza, con la rehabilitación integral del Ayuntamiento, una actuación que procura reconducir con un propósito fundamental: que las primeras obras comiencen antes de que acabe el mandato actual.

En realidad, se espera que los trabajos en este histórico edificio que acaba de cumplir seis años cerrado a cal y canto comiencen bastante antes pero, habida cuenta de la situación, el Gobierno municipal prefiere ser prudente y evita hablar de fechas concretas porque las gestiones para acometer estas obras -que han vuelto a reactivarse- podrían sufrir nuevas demoras o quedar bloqueadas.

Dos son las claves esgrimidas por Loaiza para garantizar la viabilidad de esta actuación a pesar de la crisis y los recortes en materia de inversiones públicas. La primera, de la que ya se ha hablado en alguna que otra ocasión, es fasear la monumental intervención de forma que su ejecución sea más fácil de llevar a cabo y, además, permita que el Consistorio vuelva a ponerse en funcionamiento -a dar servicio público y ser utilizado por los ciudadanos- a medida que se vayan terminando cada uno de los hitos de la rehabilitación. Es decir, que el Ayuntamiento pueda ser usado aunque la intervención en su totalidad -que a buen seguro tardará varios años en llevarse a cabo- no haya finalizado. De esta forma, además, los isleños podrán volver a ver en un plazo de tiempo razonable como su Ayuntamiento histórico abre de nuevo sus puertas.

La otra de las claves para hacer abordable la rehabilitación del Ayuntamiento es una sustancial rebaja de su presupuesto de ejecución, que prácticamente se ha reducido a la mitad para que la inversión -que comparten a medias la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento en virtud del convenio suscrito hace ahora diez años- sea creíble en los tiempos que corren.

El coste de la actuación, de esta manera, se fija ahora en ocho millones de euros, que afrontarían a partes iguales la Administración autonómica y local (a razón de cuatro millones de euros cada uno). Para hacerse una idea de cómo se han ido recortando gastos en este monumental proyecto cabe recordar que en sus albores se hablaba de un presupuesto total de 18 millones de euros, una cantidad que en su última revisión -a principios de 2011- se rebajó ya a 13 millones. Loaiza, sin embargo, tiene claro que lo primero y fundamental es hacer viable el proyecto, realizable. Y eso no se consigue ahora con cantidades desorbitadas.

El Ayuntamiento cuenta ya con un estudio preliminar de las obras que quiere llevar a cabo, un documento que servirá de base para la redacción de un anteproyecto que se abordará a medida que avanzan las gestiones.

Dicho estudio divide ya la actuación en cuatro fases fundamentales. La primera a realizar es la de consolidación, que no hay que confundir con la actuación de emergencia que se llevó a cabo tras el cierre de las dependencias dado el mal estado en el que se encontraba y la existencia de amenazadoras grietas en la fachada.

Estos trabajos consistirán fundamentalmente en preparar el histórico edificio para las obras que se quieren llevar a cabo, para lo que allí se quiere desarrollar: distribución de dependencias, accesos, redes, suministros...

El resto de la actuación se hará por plantas, lo que facilitará el uso progresivo de las instalaciones. La siguiente fase, de esta forma, sería la primera planta y el bajo para luego, a continuación, seguir con la segunda planta y, por último con la tercera.