Las paredes huecas de un edificio con historia
Uno no puede evitar recordar cuando el edificio, hace ya algunos años atrás, pasaba sus días repleto de vida. El bullicio propio de un ayuntamiento, de la que está llamada a ser la casa de todos, de ahí su elegante denominación de Casa Consistorial. Una casa que ahora está vacía, como si hubiera sido asaltada por ladrones, desvalijada por el paso de los días y el olor a cerrado y humedad. Hacía mucho que no se abrían sus puertas. Hacía mucho, pero sus muros, su altura, su composición, siguen conservando ese eterno aire a majestuosidad, a relevancia, no en vano fue el inmueble en el que durante décadas se decidió el rumbo de una ciudad.
Ayer el edificio mostraba de nuevo sus entrañas. Mostraba paredes desnudas y suelos vacíos. La Oficina de Atención al Ciudadano, pegada al acceso de la trasera del edificio, no conserva ni un ápice de las mesas, las sillas y los ordenadores. Un poco más adelante, las pequeñas escaleras que subían a las distintas áreas del edificio, entre ellas, una sala de prensa construida a posteriori en una entreplanta. Ya no pueden subirse por ellas. El segundo espacio que se abre a los ojos conmueve, como el anterior, por su soledad. Dependencias administrativas y secciones de la Delegación de Hacienda también apuntaladas, también recubiertas de una pátina de polvo, e incluso de barro, que parece haberse colado en el edificio como consecuencia de los trabajos realizados por Vorsevi estos diez días atrás.
Al otro lado, hacia la plaza del Rey, el exterior, el acceso principal, con una escalinata por la que ahora ya ni sube ni baja nadie. A sus pies también se han vivido grandes momentos de la historia de La Isla, como la multitudinaria manifestación de Bazán, por citar sólo alguna. Ahora, su visión está completamente restringida por las frías vallas de obra que circundan todo el inmueble a la espera de una intervención que nunca llega, que se hace eterna. El Ayuntamiento no escribe ahora el futuro de su ciudad en las páginas de este edificio. No escribe absolutamente nada en él desde hace más de tres años. Las puertas se cierran, como si nada, para no saber cuando volverán a abrirse.
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