La hermandad del Rocío de San Fernando celebró el pasado fin de semana su peregrinación anual acompañada de su ahijada, la agrupación rociera de San Roque. 

El regreso, este año, tenía una cariz especial ya que hacía dos años -y una pandemia de por medio- que la hermandad isleña no atravesaba el espacio natural del Doñana y caminaba para llegar de nuevo hasta las plantas de la Virgen del Rocío, que aún se encuentra en el pueblo de Almonte y no en su aldea. 

La peregrinación arrancó a las 7.00 horas del sábado cuando los peregrinos partieron en autobús hasta la plaba de Bajo Guía en Sanlúcar de Barrameda. En la playa de Malandar, la hermandad realizó un rezo en recuerdo de todos los hermanos y rocieros fallecidos en estos dos años. Ya adentrándose en el Coto, en Palacio de Marismillas se hizo el primer rengue para reponer fuerzas y rezar el ángelus a las 12.00 horas. 

Posteriormente, se continuó la marcha para ir atravesando tanto el Cerro del Trigo como el Cerro de los Ánsares, para realizar la parada para el almuerzo en el denominado Corral del Félix. Ya a la caída de la tarde, los peregrinos enfilaban los últimos kilómetros para llegar hasta Palacio de Doñana dónde pernoctaron  junto a las Hermandades de Jerez, Chipiona, Rota, La Línea y Cádiz, que también realizabansu peregrinación.

Peregrinación anual al Rocío.

A la mañana del domingo, el toque de diana despertó a los peregrinos a las 6.00 de la mañana para retomar su caminar a las 7.15 y conseguir el objetivo marcado de llegar a la Aldea de El Rocío para el rezo del Ángelus a las 12.00 horas.

En este punto esperaban ya hermanos que habían llegado en autobús hasta la Aldea para incorporarse a la peregrinación y realizar el denominado Camino de la Virgen para continuar dirección Almonte.

Para el almuerzo, ya cerca de la llegada a Almonte, la hermandad preparó una convivencia entre los numerosos rocieros allí presentes y desde allí finalizar la peregrinación ante la Blanca Paloma, oficiándose la misa en la parroquia de la Asunción a las 18.30 horas junto con la hermandad del Rocío de Cádiz.

Fue una peregrinación especial debido a la dureza del camino y a los más de 60 kilómetros recorridos a pie, pero que, tras los dos años de espera, recompensó a los rocieros isleños al volverse a postrar ante las plantas de su Madre.

Peregrinación anual de la hermandad del Rocío de San Fernando.