Es uno de los barrios isleños más vulnerable a la crisis. Una de las zonas más deprimidas de la ciudad y una de las que más ha sufrido el drama del paro en carne propia. El número de familias atendidas por Cáritas se ha multiplicado. Y continúa subiendo sin parar. Es una historia común a todas las parroquias, a todas las barriadas, cierto. Pero en Buen Pastor, siempre ha sido todo peor. Siempre ha habido más necesidades, más pobres y menos trabajo. Y ahora, con la crisis, todo ha empeorado.

Actualmente, son más de ochenta las familias de esta barriada que precisan de ayuda para salir adelante, para afrontar el día a día una vez que han perdido su trabajo y se han quedado sin prestaciones. La colaboración les llega a través de varias vías. Desde Cáritas se les entregan lotes de comida, se les paga algún recibo, se atienden necesidades inmediatas... Y se trabaja con ellos, con sus hijos, con sus mayores y con sus mujeres a través de distintos talleres, de distintas iniciativas que procuran dar una respuesta a la situación.

El sacerdote Fernando Cordero, de la congregación de los Sagrados Corazones, llegó al barrio hace tres años para hacerse cargo de la parroquia. Ya entonces se notaba el impacto de la crisis. Muchos habían perdido su empleo. Pero lo peor estaba todavía por llegar. Desde entonces, ha sido testigo de cómo el barrio, prácticamente, ha sucumbido a la precariedad económica.

"La situación es desesperada en muchos casos. Hay muchas familias en una situación límite", advierte el párroco. "Desde la Iglesia damos una respuesta cristiana a esta situación, hay un compromiso, pero además creo que es nuestra obligación denunciarlo, contar a la sociedad lo que realmente está ocurriendo, hay que concienciar a la sociedad".

Ese es, precisamente, el propósito de la semana parroquial que arrancó anoche en la iglesia del Buen Pastor con una mesa redonda sobre la crisis en la que intervinieron varios voluntarios de Cáritas arciprestal y parroquial. Unas jornadas que, sin embargo, se abordan con optimismo, con un talante esperanzador y con un mensaje especial a los más jóvenes, que en esta comunidad, curiosamente, son bastante numerosos y suman más de 300.

"Nos preocupan mucho los recortes que ahora están llevando a cabo todas las administraciones, que vayan a afectar a los más pobres", explica Fernando Cordero. Se refiere a las distintas subvenciones y ayudas que reciben y de las que dependen algunos de los proyectos que llevan a cabo y que ahora mismo se han visto amenazados por las políticas de austeridad.

Porque el trabajo que se lleva a cabo en la parroquia de Buen Pastor -la respuesta a la situación, el compromiso- no se ciñe exclusivamente a la ayuda directa que se brinda desde Cáritas. También se trabaja con los más pequeños a través un proyecto que llaman Juego de niños. Se atiende a unos 40 menores del barrio. Y hay hasta 25 monitores. Para los pequeños, existe también una campaña de apoyo escolar, con la que se intenta inculcar hábitos de estudio y luchar contra el fracaso en clase. También se trabaja con la tercera edad.

Pero, sobre todo, se lucha contra el drama del paro. La parroquia, a través de Cáritas, ha puesto en marcha unos talleres prelaborales destinados a los colectivos más desfavorecidos, a aquellas personas en riesgo de exclusión social. Se trata de colectivos más vulnerables -mujeres, en muchos casos- que carecen de formación y proceden a veces de familias desestructuradas o de situaciones familiares complicadas y que necesitan de un trabajo para salir adelante. "Intentamos integrarlas en el mercado laboral, les aconsejamos y les explicamos cómo tienen que pedir trabajo, dónde pueden ir, le recomendamos que cuiden la indumentaria, la buena presencia...", explica el párroco.

En Buen Pastor funciona también el punto de información sociolaboral que coordina Cáritas arciprestal, una iniciativa que desarrolla una labor directa en favor de los desempleados. "Se les ayuda a hacer un currículum, a preparar entrevistas de trabajo, se les orienta. Es una iniciativa de Cáritas Arciprestal, aunque se asienta aquí, en la parroquia", afirma el sacerdote Fernando Cordero.