urbanismo | camposoto, la otra isla

Esa ciudad que se soñó hace 20 años

  • Camposoto sigue siendo el máximo exponente de un desarrollo urbanístico que comenzó hace dos décadas y que se frenó en seco con la crisis económica

Han pasado ya 20 años desde que en Camposoto comenzaron a construirse viviendas, bloques de pisos e hileras de unifamiliares que transformaron a una velocidad de vértigo lo que durante siglos había sido un paisaje de huertas. Tan solo el desarrollo urbanístico del llamado sector III -que se completó en 2008- trajo a vivir a esta zona de la ciudad a más de 4.000 personas, el 5% de la población actual de San Fernando. A ellos se sumaron también otros convenios urbanísticos que en la época de bonanza -y del boom inmobiliario- terminaron por transformar la zona sur del municipio y por convertirla en el más claro exponente del crecimiento de la ciudad.

Muchos de estos nuevos vecinos venían de fuera, de las localidades del entorno. No tardó en acuñarse el término del Cádiz chico para referirse a estos nuevos desarrollos urbanísticos que atraían a no pocos vecinos de la capital. "Eso sigue siendo así -advierte Adolfo Oneto Junco, el presidente de una de las asociaciones de vecinos de Camposoto, San Servando de los Caserones-. Aquí sigue viviendo mucha gente de Cádiz. Calculo que en torno al 30%". Conviven -afirma- con vecinos de Camposoto "de siempre", los que vieron cómo la zona cambiaba drásticamente hasta convertirse en lo que es hoy día.

"No se puede comparar. Yo soy vecino de El Pedroso de toda la vida. Y me fui de aquí. Luego, hace ya más de 20 años, regresé. La zona cuenta ahora con calles asfaltadas, vías de comunicación, servicios, alcantarillado en condiciones...", explica por su parte Juan Manuel Guzmán Herrera, presidente de otro de los colectivos vecinales de este distrito sur, el del mencionado El Pedroso.

"Sigue siendo una zona en la que vive mucha gente de Cádiz. Hay gente a la que no se le ve, que coge el coche por la la mañana para ir a trabajar y cuando vuelve se mete en su casa. Otros se han ido integrando como unos vecinos más de la barriada", explica por su parte, Ignacio M. Coello, presidente de la asociación de vecinos Camposoto.

También, claro, hay vecinos de Camposoto de toda la vida. Y, evidentemente, familias de isleños que han optado por hacer vida en el extremo sur de la ciudad. Hasta hace poco había hasta una cuarta asociación de vecinos en la zona, lo que da buena cuenta de sus dimensiones. Era la de La Arboledilla, pero ésta está ahora en proceso de disolución al no haber tenido continuidad la directiva que llevaba años al frente de la entidad.

Vecinos nuevos y antiguos conviven en el espacio urbano que más rápidamente ha cambiado en la historia de San Fernando. "Aquí se vive muy bien. Es una buena zona, muy tranquila", coinciden los tres dirigentes vecinales. "Poco a poco se van implicando en la barriada, hay una parte que viene a los talleres y actividades que organizamos desde las asociaciones de vecinos", explican Juan Manuel y Adolfo. "Pero también hay otros vecinos que solo vienen a dormir", apuntan.

La zona, curiosamente, ha desarrollado incluso sus propias costumbres, como la de Halloween, donde las casas se decoran al más puro estilo norteamericano y los niños corretean de puerta en puerta pidiendo caramelos. "Empezó a hacerse unos años y hoy es algo espectacular. Hay vecinos que se vuelcan y viene gente de otras partes de La Isla e, incluso, de fuera para ver las viviendas decoradas", apunta el presidente de Los Caserones. De hecho, desde la asociación de vecinos se organizan también actividades en torno a esta fiesta americana que han asumido sin complejos hasta el punto de hacerse popular.

Camposoto es también la única zona de La Isla en la que todavía pueden verse algunas vacas y ovejas pastando en los últimos reductos de las antiguas huertas de La Isla. La calle Doctor Pedro González de la Torre -que se extiende desde la rotonda de la Familia, en la carretera de la playa, hasta uno de los extremos del parque de las Huertas- es la línea divisoria que marca el límite del desarrollo urbanístico. Si se mira a un lado se verán amplias y vistosas viviendas unifamiliares que se reparten a lo largo de una y otra manzana hasta llegar a la avenida Constitución. Y si se contempla lo que hay al otro lado de la calle se verá lo que queda de las viejas huertas. "Es curioso. Hay muchas familias que vienen con los chiquillos para ver los animales: ovejas, caballos, burros, vacas, gallinas...", comenta Adolfo.

En aquellas parcelas también estuvo a punto de construirse viviendas. Incluso las inmobiliarios colgaron carteles y banderolas anunciando inminentes promociones que nunca llegaron a comenzar. Les pilló la crisis, el desplome del sector de la construcción, que llegó para poner el punto final a más de quince años de expansión urbanística de La Isla por su extremo sur.

El golpe fue igual de duro que en otras partes, que en otros municipios. Pero en Camposoto corrieron mejor suerte. Hubo viviendas y promociones que fueron más difíciles de colocar pero "no hay barriadas fantasmas". "Hay algunos pisos y unifamiliares en venta, claro, pero no ha ocurrido lo que en otros sitios. No es como La Casería donde hay torres prácticamente sin habitar", explican los vecinos. Creen que el desarrollo de la zona continuará en cuanto se recupere la economía. Solo se ha frenado por la crisis, pero seguirá adelante. "Aquí hay mucho terreno todavía para construrir", advierten. Y convenios urbanísticos, incluidos ya en el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que no se han puesto en marcha por la precaria situación económica.

De hecho, desde la asociación de vecinos de Camposoto se acaba de completar el estudio de detalle para desarrollar la zona de San Joaquín y La Albenda según el convenio urbanístico suscrito en su día con el Ayuntamiento. "Llevamos años con los trámites", explica su presidente, "y está todo muy avanzado"

Desde el colectivo se reconoce lo complicado de la situación para afrontar este tipo de actuaciones que hace diez años eran frecuentes. "Yo creo que el desarrollo de Camposoto va a continuar, que de nuevo a empezar a construirse poco a poco. Hay terrenos y se trata de una zona muy cercana a la playa. Hay mucha gente que busca eso y San Fernando -y Camposoto- tienen unas condiciones únicas para afrontar ese desarrollo", explica Ignacio M. Coello.

Pero un crecimiento urbanístico similar al que se ha registrado en Camposoto tiene también sus inconvenientes: la falta de equipamientos. Esta semana, por ejemplo, ha vuelto a conocerse que cerca de una treintena de niños en edad de escolarizar se han quedado sin plazas en los dos colegios de la zona (Camposoto y Constitución), algo que suele ocurrir cada año. Hace falta un nuevo colegio de Infantil y Primaria, que incluso está proyectado. Los padres han hecho ver también ahora la necesidad de construir un nuevo instituto para atender la demanda que viene de Secundaria. Temen que, al igual que ha ocurrido con los primeros ciclos de enseñanza, ahora sus hijos se queden sin plazas para seguir su formación.

El centro de salud que empezó a levantarse en las proximidades del campo de hockey lleva también años paralizado a causa de la crisis y, a corto plazo, no hay visos de que las obras vayan a ponerse en marcha de nuevo. El transporte público interurbano ha mejorado con la creación de la línea sur de autobuses, pero las conexiones urbanas siguen siendo deficitarias.

Es cierto, no obstante, que el desarrollo de Camposoto trajo consigo también las instalaciones deportivas del Gómez Castro, que luego se mejoraron, el campo de hockey, la nueva Comisaría de Policía y el Parque de Bomberos, así como el Parque de las Huertas. Otros proyectos que se plantearon para esa nueva ciudad que estaba tomando forma en el sur de San Fernando -como los nuevos Juzgados- se han quedado, sin embargo, en el aire.

Camposoto, 20 años después de que comenzará su gran expansión urbanística, espera completar su sueño: el de ser una nueva ciudad.

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