Procesión de alabanzas en la isla

Un 15 de agosto con sello pastoreño

  • La hermandad de la Divina Pastora vuelve a dejar su impronta en la mariana festividad de la Asunción

  • El barrio revive las emotivas escenas que han dado forma a esta jornada

Pastora, en su gran tarde

Es un clásico del 15 de agosto. La fiesta mariana por excelencia tiene en La Isla un nombre propio desde hace cuatro décadas: el de la Divina Pastora. Ayer tarde volvió a demostrarlo al hacer alarde de una devoción -la de la Copatrona de San Fernando- que marca cual reloj estival el tránsito por el ecuador del verano isleño a los sones de alegres marchas procesionales. La escena se revive cada año en estos días, desde que comienza el triduo pastoreño que llena el templo en las jornadas previas a la festividad de la Asunción hasta el rosario de antorchas que inexorablemente marca las vísperas de la gran tarde, sin olvidar la primera y emotiva felicitación a la Virgen -que esta vez corrió a cargo de María Amparo Quintero Prado- o, por supuesto, la función religiosa que por la mañana define la antesala de un momento único: la procesión de alabanzas de la Pastora, donde en unas pocas horas se condensa en sí -o, mejor dicho, se refleja mejor que en cualquier otro momento a lo largo del año- ese modus vivendi pastoreño, ese canon en el que manda por encima de todas las cosas la Divina Pastora coronada.

Basta detenerse en el momento clave de la salida -a media tarde siempre- para darse cuenta, mientras que el paso de la Copatrona isleña avanza por este señero barrio siempre rodeada de los suyos y haciendo alarde de las maneras propias de esta hermandad de gloria, de ese lenguaje cofrade y mariano tan característico que desprende el cortejo a su paso.

Por la mañana se celebró la función que culminó el triduo dedicado a la Virgen

Ayer volvió a verse esa escena tan del 15 de agosto isleño con la que el barrio de la Pastora se despereza cada año del estío veraniego: las flores, el ambiente cargado de incienso, los conocidos bordados de los respiraderos que son santo y seña de esta hermandad, la cuidada orfebrería, el antiguo canasto del paso -el que en su día fuera de la Patrona- que tan bien encaja en el conjunto pastoreño, las ganas de la cuadrilla de hermanos costaleros abriéndose paso por las calles del recorrido, el repertorio de la banda de música Enrique Montero de Chiclana que desde hace unos años acompaña a la hermandad en estas horas tan especiales, los característicos vivas a la Divina, las escenas de emoción que la arropan, los hermanos con cirios, los exornos en algunas fachadas, los vecinos asomándose a los balcones para ver pasar a la Virgen, las petaladas, los cofrades que se dan cita en la acera para disfrutar del momento... Una tarde de 15 de agosto plagada de detalles y de numerosos matices, como siempre. Y todos, claro está, hablaban de la Divina Pastora.

Lució además la Virgen de la Pastora en esta ocasión tan especial -la hermandad lo habia anunciado anteriormente- la Medalla de Andalucía que este año recibió Niña Pastori en reconocimiento a su trayectoria y la Medalla de la Provincia que en su día fue concedida al recordado escultor Alfonso Berraquero, por cuya renombrada calle -antes Maldonado- pasó también por primera vez la Divina Pastora, hermandad a la que siempre estuvo muy vinculado el imaginero. Allí estaban hermanos del Ecce Homo para dar la bienvenida a la Copatrona recién iniciado su recorrido desde la parroquia con la que comparte sede. Se recordaba también así a Berraquero en esta tarde del 15 de agosto que dejó también numerosos gestos a medida que iba avanzando el reloj y se iban acercando las horas de la noche, como los guiños a los aniversarios que celebran en 2018 las cofradías de Huerto y Ecce Homo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios