La adaptación de las dependencias municipales del antiguo colegio Padre Franco como depósito de los fondos del Museo Histórico Municipal concluirá en un par de semanas para que pueda procederse al traslado del material con todas las garantías mientras que el contenido expositivo se lleva al Castillo de San Romualdo.

Aunque todavía no hay una fecha fijada, el gobierno municipal cuenta con la autorización de la Delegación Territorial de Cultura y se ha adjudicado ya el traslado de los enseres a una empresa especializada. Así que se calcula que en torno a finales de marzo o a principios de abril podría ponerse en práctica el traslado que dejará expedita la histórica finca de la calle Real para reubicar la Alcaldía, la oficina de atención al ciudadano y los despachos de los grupos municipales.

Los trabajos que el Ayuntamiento desarrolla desde hace ya varios meses en el antiguo colegio Padre Franco están pendientes de que se termine la colocación de las persianas en los ventanales para regular el impacto de la luz sobre los enseres guardados (algo que puede ser especialmente dañino para los lienzos, por ejemplo), de la instalación de deshumificadores, de los reguladores de temperatura y de los detectores de incendio.

Estas instalaciones están desocupadas desde que el colegio dejó de tener uso al construirse el nuevo CEIP Juan Sebastián de Elcano hace ya más de una década. El patio se ha venido utilizando como almacén de enseres de Vías y Obras y parte del antiguo colegio fue absorbida en la ampliación del IES Isla de León que se llevó a cabo. No obstante, el interior del antiguo colegio Padre Franco no se utilizaba, aunque se han llegado a barajar distintos usos para estas dependencias en los últimos años.

El edificio se ha repintado tanto por dentro como por fuera, se ha limpiado a fondo y se ha acondicionado para su nuevo uso. Además, se han impermeabilizado las cubiertas para evitar filtraciones y se ha mejorado la seguridad de todo el recinto. Incluso se se ha repasado la carpintería interior y se han llevado a cabo algunas demoliciones interiores para facilitar una nueva distribución de todo el inmueble y sectorizar las distintas dependencias según el material que se vaya a guardar, que se hará de una manera clasificada.

El inmueble contará en total con tres salas diferentes para almacenar el material del Museo: una de 59 metros cuadrados, otra de 44 y otra de 100. En total, la superficie abarcará 203,51 metros cuadrados.

Los primeros trabajos concluyeron en diciembre. Las instalaciones fueron entonces inspeccionadas por el servicio de Instituciones y Programas Culturales de la Consejería de Cultura, que requirió al Ayuntamiento que dotara al edificio de sistemas de control de temperatura, humedad y luz, así como de un sistema de extinción de incendios, para lo que se redactó un proyecto técnico en los meses siguientes. Estas últimas tareas son las que se esperan tener concluidas en un par de semanas para tener el depósito completamente operativo.

Las nuevas instalaciones de seguridad contarán con sistemas automáticos de protección de incendios para garantizar la custodia de los fondos museísticos así como de extintores de distintos tipos que se repartirán por las salas siguiendo los criterios del reglamento vigente para este tipo de dependencias. Los deshumidificadores, por otro lado, permitirán acondicionar las distintas salas a los niveles ambientales que se requieran.

Parte de la adecuación de las instalaciones para depósito del Museo se ha llevado a cabo con recursos propios del Ayuntamiento, aunque para otras intervenciones se ha tenido que echar mano de contrataciones. Según el equipo de gobierno, en las tareas de adaptación se han invertido 15.818 euros y otros 10.818 en el proyecto de instalaciones contraincendios y de los deshumidificadores y reguladores de temperatura. Con respecto a las penosas condiciones en las que se encuentran actualmente los fondos del Museo en el edificio de la calle Real, el nuevo depósito supone un evidente salto cualitativo que ayudará a una mejor conservación de los bienes. Es, de hecho, uno de los principales argumentos que esgrime el equipo de gobierno frente a las críticas que se oponen al traslado del Museo.