San Fernando

Réquiem por un ginecólogo de la Armada

Estaba de viaje cuando recibí la trágica noticia y no pude darle el último adiós. Sabíamos de su grave enfermedad pero no perdíamos la esperanza de un milagro, que finalmente no sucedió. Conocía a Javier Bohórquez Ramos desde la infancia, cuando jugaba con él en el chalet que la familia tenía en la zona de Carboneros, al ser nuestros padres amigos y colegas de profesión. Recuerdo cuando en la Casa de la Juventud de La Isla, Braulio nos enseñaba judo, junto a su hermano Juan. Al ser un año mayor y tener entonces más envergadura, no le gustaba enfrentarse conmigo pues decía que siempre le vencía.

Nos reencontramos en el Hospital de Marina de San Carlos en unos años de gran actividad asistencial y científico-docente. Dada nuestras especialidades coincidíamos con frecuencia en los paritorios y quirófanos a cualquier hora del día o de la noche, donde Javier siempre mostraba su simpatía y vitalismo que irradiaba a todos los que le rodeaban. Se formó como ginecólogo en San Carlos compartiendo y siguiendo la estela de grandes colegas: Melero, Troncoso, Revuelta, Hernández Aguado, Gallego, Sánchez Jordán, Del Solar, Gómez Morillo, Molina, Meléndez, Saelices.…. Muchas mujeres y recién nacidos le deben su salud y algunos, su vida.

Hijo y nieto de grandes médicos -su abuelo materno Francisco Ramos Martín, profesor de Patología General de la Facultad de Medicina de Cádiz, y su padre Juan Bohórquez Sargatal, artífice del Servicio de Pediatría de San Carlos-, era, además de un ejemplar médico -humano, servicial y comprometido con sus pacientes- un enamorado oficial de la Armada. Cuando San Carlos inició declive como institución castrense, Javier fue destinado a dependencias sanitarias de la bahía de Cádiz, siendo voluntario a participar en navegaciones en buques de la Armada y en ejercicios de las Fuerzas de Infantería de Marina.

Tuve el honor de ser su jefe a lo largo de cuatro años y le recuerdo cómo llamaba al entrar en mi despacho -más bien aporreo de la puerta-, su potente torrente de voz, sus justas reivindicaciones en pro de una mejora del servicio, todo ello siempre dentro de la más estricta bonhomía y subordinación militar. En enero de 2016 compartimos una charla sobre la asistencia al parto y recién nacido a bordo de un buque de la Armada, impartida a médicos y enfermeros previo a su designación en la operación Eunavformed Sophia en las costas de Libia. Dos niños migrantes han nacido desde entonces en nuestros barcos.

Hace tres semanas le escribí transmitiéndole el cariño y ánimo que le deseábamos todos. Ésta fue su contestación: "Buenas noches Juanma. Momentos difíciles y complicados por los que estamos pasando. Las grandes batallas, para los grandes guerreros. Con la mente clara y espíritu fuerte, seguiremos luchando mientras haya una oportunidad […]".

Modélico cristiano, esposo y padre de familia, su ejemplar vitalismo, lucha y estoicismo ante la adversidad perdurarán en nuestra memoria para siempre. Que su familia encuentre el sosiego y la paz en su ausencia. Descanse en paz.

/Juan Manuel García-Cubillana de la Cruz

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