Pescaderos del Mercado Central de San Fernando: "La vuelta tras las últimas obras ha ido bien, gracias a Dios"
Estos detallistas han vuelto a ocupar sus puestos después de las obras que se han desarrollado para acabar con las filtraciones al parking
San Fernando/"La vuelta ha ido bien, gracias a Dios". Las palabras de Ester Lozano resumen el sentir de los pescaderos del mercado Central de San Fernando que en los últimos veces han vuelto a sufrir los inconvenientes habituales de unas obras: más cuando la actividad no ha parado en esas semanas y han tenido que convivir como el resto de detallistas con constantes ruidos. Los tres que faltaban ya han vuelto a sus puestos.
Trabajar frente a una pared que dificulta el paso de los clientes, con ruido de taladradoras y martillos, con la suciedad que deja, aunque sean muchas las precauciones, no resulta fácil. Así han tenido que seguir su negocio los pescaderos del Mercado Central, para que pudiera desarrollarse la intervención necesaria para arreglar los problemas de filtraciones al aparcamiento subterráneo.
No ha sido fácil el camino recorrido por estos minoristas, a los que se trasladó de ubicación en las instalaciones: tras una larga obra, que sufrió prolongados retrasos, para acondicionar la zona más cercana al acceso principal por la calle Calderón de la Barca, se mudaron a unos nuevos puestos en los que se pretendía tuvieran mejores prestaciones, con una imagen más nueva frente al otro espacio más antiguo, con peores condiciones y algo dejado, según reconocían los afectados.
Sin embargo, tras esa imagen limpia, de novedad, se vislumbraron pronto deficiencias. Las más evidentes surgieron en los primeros momentos, cuando los detallistas vieron que había problemas con la luz o el agua se quedaba estancada. "La primera vez había fallos, con enchufes debajo de los mostradores, con las luces saltando; el agua se quedaba estancada porque no habían puesto bien los desagües", describe Antonio, el Pikilo. Lo más preocupante y que terminó por obligar a ejecutar nuevos trabajos fueron los problemas de goteras que sufrió el parking.
Esta actuación ya ha terminado. Hace apenas unos días. "Por ahora todo va bien. No hemos visto nada raro", reconoce Esther Lozano, que regresó al puesto el martes pasado. En su caso se aloja en la segunda isla de mostradores en la que se llevó a cabo la obra, que se hizo en dos partes. Mientras esta se producía estuvo, como otros compañeros, junto a puestos de otros géneros (fuera de la zona de pescadería).
"Los clientes estaban mareados, no sabían dónde estábamos, y nosotros poniendo carteles. Aunque estás dentro del mercado, no te encuentras en tu sitio, donde debíamos estar había una tapia. El ruido y el resto de molestias han sido para nosotros y también para los clientes", detalla Lozano, que calcula que en ese tiempo ha podido tener la mitad de los clientes. Porque además, en la primera fase de los trabajos faenaba con una tapia delante, que tapaba la zona de obra del resto del Mercado Central.
"Hemos trabajado a la vez que la obra y lo hemos pasado mal", añade. Antonio, el Pikilo, también habla de las dificultades para convivir con las obras. "Trabajar con el pasillo a la mitad, porque la otra parte estaba tapada por las obras, es horrible. Los clientes se ponían en el pasillo, pero otros venían y querían pasar. La seguridad venía y pedía distancia, pero el problema era la estrechez, el cliente espera para comprar, otro se acerca a mirar el género, y otros van de un sitio a otro y cogían por este pasillo. Yo les decía que no pasaran por aquí, pero no me hacían caso", cuenta. En su caso, se trasladó mientras se intervenía en su zona a un puesto vacío existente en la otra isla.
Los pescaderos están contentos con los resultados de la última intervención. "Para Fructuoso, que ha hecho, la obra un diez, porque no le puedo dar un 20. Quiero que lo pongas, que rece. Han terminado antes de tiempo. Se lo he dicho a Antonio Rojas, el concejal de Comercio: Menos mal que habéis cogido a una empresa de La Isla, formal. Ya era hora. Hay que darle trabajo a las empresas de aquí, que coma la gente de aquí. Lo han dejado todo bien", destaca.
Le da la razón Miguel Ángel San Servás, que asegura que el puesto está perfecto. "Lo han hecho muy bien, la otra vez fue peor. La diferencia entre una empresa y otra ha sido brutal", deja claro. Eso a pesar de las molestias que una obra de estas características puede acarrear. "Los clientes han preguntado cómo iba todo, porque ya sabían qué pasaba. Pero fuera del sitio, no he notado diferencia en las ventas, y sí en la comodidad porque el sitio era más pequeño, sin cámara. Teníamos que llevar el género a las cámaras antiguas, en la antigua zona de pescadería", desvela.
Ya todo ha terminado y está acabado. O eso esperan.
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