Navidad 2018

La Isla vive la magia de los Reyes Magos

  • Niños y mayores disfrutan de la cabalgata en un día intenso que comenzó con la llegada en helicóptero

  • Los isleños acompañaron al cortejo en todo su recorrido por la ciudad

Unos niños tiran caramelos a otros desde una carroza.

Unos niños tiran caramelos a otros desde una carroza. / Román Ríos

Amanecerá mañana en La Isla con la alegría de pequeños y mayores entusiasmados con sus regalos, después de una noche de nervios y de una tarde cargada de azúcar, pero sobre todo de la magia e ilusión que provoca la cabalgata de los Reyes Magos.

Vivir la cabalgata

Hay quien ve la cabalgata de la ilusión más de una vez durante su recorrido, y no es cosas de adolescentes solo. Tras ver salir el cortejo o transcurrir por Luis Milena corren para posicionarse en la calle Real. Incluso la vuelven a ver otra tercera ocasión en otro punto de su camino hacia el Castillo de San Romualdo. No falta quienes avanzan al paso de las carrozas, especialmente quienes quieren llevarse el botín de "cuantos más caramelos mejor".

Unos tienen este comportamiento precisamente para acaparar el mayor número de caramelos posible: cuanto más llena esté la bolsa, más satisfechos estarán al final de la tarde. Este no es el año de los paraguas, no se ven a un lado y otro del río de los Reyes Magos y su séquito, aunque un grupo que marcha en uno de los pasacalles destaca por los paraguas blancos con luces que llevan abiertos.

Otras personas repiten el momento de ver a los Reyes Magos, la Estrella de Oriente y el Heraldo Real, además del resto de carrozas, pasacalles y sus séquitos de pajes, por observar de nuevo la ilusión que despierta en los más pequeños. Muchos están encantados con coger los caramelos, otros miran emocionados las carrozas y los distintos personajes de atrezzo o que deambulan por la cabalgata.

Es curioso comprobar los distintos comportamientos de los menores, por supuesto de los grupos de adolescentes que no se pierden ni un año el cortejo, pero también el de los adultos. Una señora, por ejemplo, no para de atrapar caramelos en Luis Milena. Pensaba que no podría agacharse después de un día anterior de sentadillas en el gimnasio. Pero ahí está, entusiasmada. En la plaza del Carmen, sin embargo, otra mujer deja claro que no piensa agacharse ni porque sea para dárselo a algún niño. "Suficiente que no paro trabajando", suelta a una amiga que al contrario que ella sí recopila los dulces envueltos que caen a su alrededor.

También en Luis Milena, un padre de familia ha acompañado a sus hijas en este momento mágico. Los caramelos que fueron echándose en una bolsa deben repartirse tras el paso de las carrozas entre los cuatro pequeños que forman la expedición, llegada desde Cádiz, conformada por dos parejas y sus hijos. En el bolsillo de este hombre quedan algunas muestras de su labor de recopilatoria y jugará con los pequeños durante un rato a repartirlos, según los sabores que cada uno quiera. Pero se da cuenta que puede encarnar por unos segundos a un rey mago que lanza caramelos al aire entre las risas de Valeria, Silvia, Laura y Dani.

Durante la cabalgata suenan los instrumentos de la banda de música de sus Majestades que abría camino, también las distintas músicas que llevan los pasacalles para bailar al ritmo y hacer bailar al público, que aplaude en algunos momentos encantado. Avanzan los pajes que acompañan a los Reyes Magos, la Estrella y el Heraldo. Algún que otro participante de otro año se compara con esos acompañantes, siempre recordando la buena experiencia que supuso estar en el cortejo.

Sus Majestades, el Heraldo y la Estrella intercalan los saludos y el lanzamiento en algún caso de paquetes de gusanitos y de caramelos. Un señor mayor se agacha para recoger algunos de esos caramelos y se lo entrega al pequeño que en brazos de su madre tiene más cerca.

Primera toma de contacto

Los niños isleños ya habían podido saludar de cerca a los Reyes Magos, la Estrella de Oriente y el Heraldo Real en el Estadio Iberoamericano de Bahía Sur donde llegaron sobrevolando la ciudad en helicóptero. A las 13.07 horas la nave tomó tierra, mientras el conductor del acto anunciaba la llegada y jaleaba a los pequeños para que gritaran y saludaran a Sus Majestades de Oriente y su séquito. "Queridos niños, ya estamos aquí", decía el rey Gaspar micrófono en mano: "Hemos tardado un año entero en regresar y os hemos recordado en este tiempo".

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