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Ansiedad y miedo. Para las personas que han sido víctimas de bullying y ciberbullying la vuelta a las aulas supone un gran esfuerzo psicológico. La psicóloga sanitaria de Psicomáster Madrid, Conchita López Villa, y experta en pacientes que han sufrido bullying y ciberbullying ha hablado con nosotros y nos cuenta que cuando empieza el curso escolar, estas personas comienzan a "sufrir síntomas de ansiedad y de miedo ante una situación que viven como amenazante".
Por ello, las víctimas buscan vías de escape y evitan volver a pasar por el escenario que "les produce terror". Por eso, prosigue López Villa, "el absentismo escolar crece en estas situaciones y puede convertirse en fobia escolar" y aclara que "tiene sentido que no quieran volver al contexto donde se les trató mal y se les hizo daño".
"El primer síntoma que se identifica es que el menor no quiere ir a la escuela"
Es importante, por tanto, el papel del entorno familiar y educativo en el que deben detectar las primeras señales que indican que un menor está siendo víctima de bullying y ciberbullying para evitar, en la medida de lo posible, las consecuencias que, en muchos casos, son con desenlaces fatídicos.
El acoso a nivel psicológico tiene unas consecuencias para la salud mental de las víctimas de bullying que van desde trastorno de estrés postraumático (TEP), trastorno de ansiedad y ansioso depresivo, déficit en inteligencia emocional, baja autoestima y autoconfianza. "Es importante señalar que estas sensaciones de malestar, a menudo, pueden durar años y no terminan con la etapa escolar. Esto es debido", aclara Conchita López Villa, "al estrés postraumático que les han generado los episodios de bullying y cyberbullying".
Las víctimas no solamente tienen que enfrentar estas situaciones, sino que también pasan vergüenza y les cuesta reconocer y poder hablar de la situación que están viviendo. "Esto agrava y alarga mucho más los síntomas", manifiesta la psicóloga. "La intervención es más tarde y el daño se hace extensible en el tiempo. En las situaciones más extremas pueden acabar en suicidio", comenta la psicóloga.
Hay que partir de la base de que cada menor es diferente y va a actuar de una manera diferente. Sin embargo, por lo que respecta al bullying y al ciberbullying cuando están siendo víctimas, el comportamiento empieza a cambiar, por lo que si estamos atentos, podemos identificar o, al menos, sospechar que el menor está sufriendo acoso escolar.
Los síntomas son apreciables tanto en el ámbito físico como en el psicológico. En este último, el primer síntoma identificable es que el menor no quiere ir a la escuela, también se puede apreciar que ya no les ilusionan las cosas de antes, se evaden, tienen conductas evitativas como que no quieren salir a la calle, ni hacer actividades con otros niños, se recluyen, están tristes y pensativos, no tienen amigos o no hablan nada del colegio.
A nivel físico, tienen falta de apetito, insomnio, les duele la barriga y/o pueden tener vómitos, se enfadan mucho sin motivo aparente, mienten, no se ríen... "Estas son algunas de las señales de alarma que no debemos dejar pasar por alto. Si los niños han sido educados en la confianza con los padres, estos identificarán estas señales con más facilidad", manifiesta la psicóloga.
Las pantallas y las redes sociales tienen un impacto en la vida de los menores quienes usan los dispositivos móviles sin apenas conocimiento de dónde pueden o no pueden entrar.
Hacen fotos y graban a los demás, también a ellos mismos y las difunden sin pensar en las repercusiones negativas, un comportamiento que muchas veces trae consecuencias y para cuando queremos rectificar, ya es demasiado tarde. Mucho más si esas imágenes han sido enviadas a desconocidos que después las utilizan para hacerles chantajes o han sido difundidas por todo el colegio con objeto de burla.
"Los adultos tenemos una responsabilidad importante en este nuevo mundo tecnológico"
"Entendemos que son su medio para relacionarse, pero también es donde la presencia familiar puede ser menor. Que no sea una relación física no quiere decir que no sea real. Por eso, la educación es la mejor arma para que haya un uso responsable de las pantallas. En el caso de que hubiera una agresión, el daño puede ser más profundo en el mundo virtual", asegura López Villa.
La agresión puede ser grabada, difundida y utilizada en un contexto más allá de lo imaginable. "Algunas de las estrategias para prevenir el ciberbullying desde las familias", recomienda la psicóloga, "podrían ser el involucrarse en el uso que los menores hacen de internet e instalar los dispositivos en zonas comunes de la casa. Por supuesto, hay que establecer un horario para el uso de internet, de los teléfonos y del ordenador".
El papel de las familias es fundamental para que los menores puedan hacer un uso responsable de las nuevas tecnologías, poniendo límites a sus hijos cuando no son lo suficientemente maduros para hacerlo. Están en edades de curiosear y explorar y van a jugar con las tentaciones.
"Con los adolescentes lo mejor siempre es la negociación. Los adultos tenemos una responsabilidad importante en este nuevo mundo tecnológico. En parte, depende de nosotros que las nuevas generaciones hagan un uso responsable de las nuevas tecnologías", concluye Conchita López Villa.
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