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El adiós definitivo a las mascarillas en transportes: ¿A qué riesgos nos enfrentamos?

El adiós definitivo a las mascarillas en transportes:  ¿A qué riesgos nos enfrentamos?

El adiós definitivo a las mascarillas en transportes: ¿A qué riesgos nos enfrentamos?

Parece que el coronavirus ya nos resulta cosa del ayer. Una dura experiencia y realidad que asoló al mundo entero y de la que casi se han cumplido tres años desde sus inicios. De aquellos tiempos de confinamiento y estrictas restricciones ya solo quedan recuerdos, aprendizaje y algún recordatorio en forma de mascarillas que, a partir de hoy, comenzarán a desdibujarse por completo. Ya no será obligatoria en transportes -el primer lugar donde fueron obligatorias-, uno de los últimos lugares en lo que se mantenía en vigor el uso de uno de nuestros mayores aliados durante la pandemia. La decisión llega en un momento en el que España se mantenía como único país europeo con esta obligatoriedad, que se ha retrasado meses por la amenaza de la situación en China y el temor a las nuevas variantes que se hicieron notar durante las fiestas navideñas, como la proveniente de EE.UU conocida como 'Kraken'. 

La medida ha llegado antes de lo esperado ya que, inicialmente, se abogó por mantenerlas hasta marzo, coincidiendo con el fin de la temporada de gripe e infecciones respiratorias. Sin embargo, desde Sanidad entienden que los datos favorables de la evolución tanto del covid como de este otro tipo de afecciones de temporada, sostienen una decisión sin riesgos añadidos. España escribe así un capítulo más de la desescalada de la mascarilla obligatoria, que en estos tres años no ha estado exenta de polémica. Las opiniones están divididas en lo que seguirá refiriendo a su puesta y la responsabilidad individual queda ahora  en manos del sentido común.  En este sentido, ¿existirá ahora un mayor riesgo de contagio?, ¿a qué escenarios nos enfrentamos con los datos actuales?

Lo cierto es que su utilidad era más bien limitada. Sin embargo, esta medida pretendía proteger a los más vulnerables que no tenían opción de evitar el transporte público. Es decir, en las aglomeraciones relacionadas con el ocio, la elección es libre. En cambio, en lo que refiere al transporte público, muchas personas no tenían otra opción de movilidad. Más allá de esto, y de la posible interferencia entre virus llegado el invierno, la medida ya se estaba tildando de 'sinsentido' por expertos y población.

Asimismo, el gremio del transporte aducía que mantenerla ya suponía una 'estigmatización' al transporte público como un lugar de riesgo.  El sector defiende que no es cierto que haya más probabilidad de infectarte en un metro que en un bar o un ascensor lleno de gente. Numerosos estudios científicos han confirmado que con las medidas disponibles (mascarillas, desinfección, filtración del aire), el transporte público no representa un riesgo de por sí.

Excepciones y casos de riesgo

La retirada de las mascarillas en los transportes se produce casi un año después de que su uso dejase de ser obligatorio en el exterior, medida aprobada el 10 de febrero, y unos meses más tarde (el 20 de abril) de que ya no se utilice en los espacios interiores. Tampoco habrá que llevarla en establecimientos sanitarios como ópticas, centros de audiometría u ortopedias, donde hasta ahora había que llevarlas (con la desaprobación de los propios profesionales de este gremio). Habrá que mantenerla en centros y establecimientos sanitarios, farmacias incluidas.

Hasta ahora, desde Ministerio de Sanidad se había mantenido su uso debido a  la ''alta concentración de personas en espacios muy reducidos y sin la ventilación adecuada''.  Pero lo cierto es que los sistemas de ventilación de metros, cercanías y autobuses son, en general, mucho más eficientes que los de los restaurantes o discotecas, por ejemplo, donde hace muchos meses que esta herramienta no es necesaria.

Eso sí, la recomendación de su uso sigue vigente en excepciones que deberían ir integradas en la propia responsabilidad individual y el sentido común.  En este sentido, los resultados de todas las variables aconsejan establecer una estrategia de autocuidado y educación para la salud en detectar situaciones de riesgo, pasando de una actitud impositiva mediante normativa a una actitud de recomendación mediante educación sanitaria

Desde que el coronavirus entrara en escena, está probado que las mascarillas funcionan. Incluso más de lo imaginado, frenando la transmisión. Por eso desde la Sociedad Española de Epidemiología piden encarecidamente que las personas contagiadas usen la mascarilla, ya que no son obligatorios los aislamientos.

Desde la Sociedad Española de Epidemiología precisan que, más allá del transporte público, su uso ya era antes recomendable ''sea cual sea el lugar'', entre vulnerables y personas con síntomas de enfermedad respiratoria.

Asimismo, días antes de su retirada, el ya popular Fernando Simón,  director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, quiso el martes dejar claro que ''no es que se vaya a retirar la mascarilla, sino que ahora la población tiene que ser mucho más responsable. Cuando tenemos síntomas deberíamos utilizarla de manera responsable y si somos grupos de riesgo o vulnerables también''.

La OMS también ha puesto al día sus directrices sobre el uso de mascarillas. Por supuesto, las indica para quien tenga síntomas compatibles con COVID-19. Y, para protegerse, a las que corran un riesgo para tener un curso grave de esta enfermedad. Y, en la población general, para quien esté en lugares abarrotados, cerrados y con mala ventilación.  En este sentido, las mascarillas FFP2 han mostrado ser las más eficaces para la autoprotección en este tipo de casos.                                                             

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