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luto en la iglesia Muerte heroica de un seglar

Llanto en Ecuador por un gaditano

  • Pedro Manuel Salado, un misionero de Chiclana de 43 años, fallece tras salvar la vida a siete niños arrastrados por el mar en Quirindé · "Murió como vivió, entregado a los demás", sentencia la Iglesia

Se ha hecho famoso a su muerte. Muy a su pesar, seguro. Porque a Pedro Manuel Salado, un chiclanero de 43 años de edad que desde 1998 ejercía como misionero seglar en Ecuador, le horrorizaba llamar la atención. Sus compañeros lo dicen: "Hemos tenido que hacer maravillas para lograr encontrar una foto suya". Al final, con la ayuda de Dios, se apresuran a matizar, han dado con la imagen que ilustra esta información, con la que la que desde hace años era su familia, la familia eclesial Hogar del Nazaret, ha querido rendirle un sentido homenaje a su muerte. Porque Pedro Manuel Salgado, el hermano Pedro, como todos le llamaban, murió el pasado domingo tras salvar la vida a siete de sus niños, a los pequeños acogidos en la Escuela-Colegio Sagrada Familia de Nazaret, emplazada en la localidad de Quinindé, en Ecuador.

El hermano Manuel, que durante años trabajó codo con codo con el gaditano, está convencido de que Pedro era consciente de que iba a perder su vida. "Ël le tenía mucho respeto al mar. Porque allí, como en su Chiclana natal, a veces, las olas, no, mejor dicho, la resaca que llevan, te empujan hacia dentro y no sales". Y eso fue lo que les ocurrió a los siete pequeños acogidos en la escuela que el pasado domingo jugaban en un playa cercana a la misión. Que la resaca de una ola traicionera los empujó hacia dentro. Pedro no lo dudó dos veces, y se lanzó al agua, para ir sacando uno a uno a los primeros cinco. Las fuerzas le flaqueaban cuando pudo al fin asir a los dos últimos, Selena y Alberto. Y justo cuando los dejaba sanos y salvos en la orilla, cayó exhausto. Para no despertar jamás.

Ayer mismo, sus niños seguían llorándole. Por la noche, hablaban a través de Internet con Manuel, destinado ahora en el Hogar de la congregación en Puente Genil, quien a duras penas lograba consolarlos. "Es que el hermano Pedro era muy especial, entrañable. Muy humilde, procedente de una familia numerosa, era muy obediente y sencillo. Nunca tenía problemas. Él confiaba mucho en Dios y en la Virgen. Siempre decía que la escuela está en pie porque la Virgen nos está ayudando. Y esa fe fue la que le llevó a tirarse al mar a salvar a sus niños", relataba emocionado a este diario.

Pedro Manuel Salgado se consagró al Señor en 1990 y hasta 1998 vivió en el Hogar de Nazaret de Córdoba, año en el que fue destinado a la misión que la obra tiene en Quinindé, donde durante muchos años ha dirigido un hogar y la escuela de acogida.

Al menos una vez cada dos años retornaba a su Chiclana natal, a visitar a su familia "biológica", como cuentan sus hermanos de Nazaret. Aunque se acomodaba a lo que fuera, siempre mantuvo "sus costumbres gaditanas", más que nada, "con las comidas", asegura Manuel.

"El hermano Pedro ha muerto como vivió, entregado a Dios y a los niños", ha manifestado conmocionado el obispo de Esmeraldas , el español Eugenio Arellano.

En Quinindé sus pequeños lo despidieron en una misa multitudinaria. Ahora, su familia, la seglar y la biológica, estudian la posibilidad de repatriar el cadáver. Tanto si al final es posible como si no, allí nunca lo olvidarán, porque él "seguirá cuidando a sus niños desde el cielo".

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