La Junta trabaja en un protocolo de actuación para el uso racional de los opioides de prescripción médica, en especial del fentanilo de liberación inmediata. La sanidad andaluza trata de anticiparse a un problema que ya constituye una auténtica epidemia en Estados Unidos. Allí desde hace más de dos décadas se generalizó la costumbre de que los médicos recetasen fármacos con oxicodona para combatir cualquier mínimo dolor. Con el paso del tiempo, el hábito ha terminado por generar miles de adictos a este tipo de opiaceos sintéticos. Como el fentanilo, utilizado regularmente como un simple analgésico. Una droga que con una dosis inadecuada es 100 veces más potente que la morfina y supera 50 veces los efectos de la temida heroína. Los datos no dejan lugar a dudas. En dos de cada tres de las más de cien mil muertes contabilizadas en 2022 en Estados Unidos se responsabiliza a los opioides sintéticos. Y, sobre todo, al fentanilo. Su producción es más barata y más fácil de distribuir en el mercado negro. Las autoridades sanitarias andaluzas no aprecian motivo de especial preocupación en la región. Hasta mayo, sólo 69 personas tenían registrado un tratamiento cuya droga principal era el fentanilo. Además, éste únicamente fue el culpable directo de uno de los 16 fallecimientos causados por una sobredosis. Pero la amenaza para la salud pública ya se ha visto en Norteamérica y en menor medida en algunos países europeos. Por eso mejor prevenir que curar con esta droga zombie, denominada así por los estragos que provoca en sus consumidores. Razón para saludar que la Administración autonómica concrete un nuevo protocolo que restrinja al máximo la administración médica de fármacos con este compuesto y limite riesgos. El fentanilo que, por otra parte, resulta muy efectivo para combatir dolores muy fuertes, como los que se derivan de algunas enfermedades oncológicas, y que también muestra su eficacia como anestesia.